El corazón de Alessia es destrozado en pleno debut, el príncipe heredero le había prometido amor, pero ha anunciado a otra como su prometida, Magenta, la hermana de Alessia, quien siempre la ha despreciado por ser hija de una concubina. Alessia ahora debe casarse con el gran Archiduque, un hombre con la fama de asesinar a sus prometidas, pero no todo es como dicen, esos son solo cuentos y Alessia, pronto descubrirá que secretos se ocultan en el Archiducado, incluso sabrá quién es ella en realidad…
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Cap. 7 Celia, si no fuera por ti
Mientras Celia está perdida en lo que pasa, en la casa del Duque Duncan, Magenta habla sobre la espectacular noche que tuvo, las damas más refinadas de la capital la invitan a tomar el té y a todo tipo de fiestas, ella se siente en la gloria.
—Madre, creo que las cosas van de lo mejor, me dicen que la emperatriz quiere poner la fecha de matrimonio, supongo que va a ser en 6 meses, me da pena que Alessa no pueda venir, no sabemos cómo le irá con ese Archiduque — dijo con burla mientras la Duquesa asiente.
—Hija, todos dicen que las prometidas desaparecen el primer día, no creo que mañana ella siga con vida, tu padre fue muy astuto al deshacerse así de ella, aunque estaba reacio, sabe que tú eres su prioridad — dijo orgullosa de tener el control total sobre ese hombre.
—Madre, sé que entrarán concubinas en palacio, serán cinco, es el decreto, así que tengo que tener un hijo del príncipe heredero lo antes posible, de lo contrario podría enamorarse de alguna de ellas — dijo Magenta un poco molesta, ella quería ser la única, pero en el imperio, el emperador tiene que tener 5 concubinas como mínimo.
—Hija, el día de la boda, te daré algunos trucos para que metas a tu marido a tu cama, trataré de que la boda sea en tus días fértiles, así la primera noche tendrás muchas posibilidades de quedar embarazada. — decía la mujer, mientras que tras de la puerta el Duque Duncan escucha la conversación.
El hombre aprieta los puños con molestia y frustración, ahora se siente más tranquilo de sacar a su hija de ahí y se alegró de que se haya llevado a Celia, si esa mujer perversa se enteraba de que la niña era también su hija está seguro que la mataría a golpes, solo inventaría alguna falta para flagelarla hasta la muerte.
El hombre se fue a su estudio, escribió una carta, debía poner a Alessa a mejor resguardo, se había enterado de que el príncipe mandó gente para seguir a Alessa, eso solo le va a crear problemas, así que debía frenar al príncipe de una vez, debía alejarlo antes de que su hija caiga en su supuesto arrepentimiento.
*_*
En el Archiducado, una Celia mira a las mujeres frente a ella con cara de desconcierto.
—Me disculpo si hay una confusión, soy la doncella de Lady Alessa, yo… — pero antes de que termine su aclaración, una voz tranquila, pero imponente de una mujer habló llamando la atención de todas.
—Lady Celia, usted es la hermana de Lady Alessa, no tiene por qué seguir fingiendo, aquí, los lazos de sangre valen más que el oro, y ustedes dos se quieren mucho, lo valoramos, ahora, no se preocupe, vuelva a la habitación, el desayuno se va a servir en media hora — dijo tranquila mientras hace una señal a una jovencita de ojos dorados, es muy dulce y agradable, su mirada irradia calma y paz.
—Lady Celia, soy la Omeg…, soy Fancy, seré la doncella de usted y Lady Alessa, enseguida preparo el baño y sus ropas — dijo haciendo una corta reverencia, mientras que Mary toma a Celia de los hombros y la dirige a la habitación con cuidado, la niña solo parpadeo, no entiende nada, está terriblemente perdida.
Cuando Celia entró a la habitación, Alessa se cepillaba el cabello, era largo y sedoso, además de rizado de forma natural, Magenta tardaba horas para tratar de tener los rizos de su odiada hermana y nunca lo lograba.
—Mi Lady, dicen que no puedo ser su doncella, que saben que somos hermanas, y que ahora tendré una doncella — dijo Celia, preocupada mientras que Alessa se queda petrificada con la boca abierta para después dar un salto de alegría.
—Celia, mi Celia, es verdad, no me di cuenta, aquí estamos lejos de la duquesa y su maldad, ahora podemos decir que somos hermanas, que eres mi más querida hermanita — dijo abrazando a su pelinegra quien está aún en shock.
Alessa por primera vez en su vida se sintió libre de decirle a Celia cuánto la quería y la valoraba.
—Celia, si no fuera por ti, mi vida en ese lugar habría sido un infierno, te agradezco que hayas estado a mi lado todo ese tiempo — dijo Alessa con lágrimas en los ojos, mientras que Celia se puso a llorar a mares, si no fuera por Alessa, ella habría caído en manos de Magenta o alguna de sus hermanastras quienes eran crueles y desalmadas.
Ambas se abrazaron con cariño, se amaban con todo su corazón, y si en ese lugar no vivirían mucho por lo menos lo disfrutarán en libertad.
Un golpe a la puerta las sacó de su trance y entonces entró la dulce Fancy con baldes de agua a acompañada de dos jóvenes quienes alistan todo, Alessa nunca se había sentido tan bien atendida, unas escogen los vestidos, otras preparaban su baño, otras ponían los adornos que irían en su cabello, y para Celia de igual forma poniéndola más nerviosa, ella no era una señorita de la sociedad.
Una hora después, ambas bajaron a desayunar, pero en la mesa había tres mujeres hermosas entre los 25 y treinta años, las tres las miraron con total atención.
Alessa, quien siempre es muy educada, hizo un saludo con una pequeña reverencia.
—Buenos días, soy Alessa Duncan y ella es mi hermana Celia Duncan — dijo tranquila mientras Celia casi se atraganta.
Una pelirroja despampanante se puso de pie y saludó de la misma forma, pero la respuesta dejó a Alessa un poco inquieta.
—Buenos días, soy Umma Miris, ella es Sófora Tríen y la de la derecha es Camil Metrois, somos las concubinas de Archiduque — dijo con una sonrisa educada mientras que Celia traga en seco.
Las mujeres son altas, con unas figuras de infarto, una belleza inigualable, en cambio, su hermana es muy hermosa, pero es delicada y suave, aunque tiene unas curvas destacables, su aura es más suave que sensual.
—Un gusto conocerlas, espero que nos llevemos bien — dijo Alessa con una sonrisa radiante, mientras que Umma la mira con alegría, en cambio, las otras dos están con caras largas, no esperaban que esa niña desayune ahí, las prometidas del Archiduque no llegan a esa mesa, son enviadas a sus destinos ya preparados con anticipación, casas de nobles que las reciben y las ayudan a superarse y encontrar su destino en otros ápices, pero ahí estaba esa niña con cara de ángel y actitud de princesa bondadosa y gentil.
—Lady Alessa, tome asiento por favor, usted será la señora de la casa, nosotras la ayudamos en todo, no se preocupe, también le daremos consejitos para la noche de bodas — dijo Umma guiñando un ojo a Alessa quien se puso roja como un tomate, ella estaba segura de que moriría antes del matrimonio.