Me casé a la fuerza y al mismo tiempo enamorada. Hasta el día de hoy lo amó, pero mi matrimonio es un fracasó. Y no sé si es mi culpa o es de ambos.
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Te amo.
Una vez más me dejó sin aliento. Quedé acostada en su pecho.
— Te amo. — Siempre que hacíamos el amor le decía eso. Una frase que salía de mi corazón. Una frase que en nueve años no había escuchado de su boca. Y sinceramente a veces perdía la esperanza de poder escucharla.
El sólo me besó, pero no era un beso dulce, era un beso llenó de deseó y hasta podría decir que un poco agresivo. Luego del beso me puso en cuatro de nuevo. Me dió en**stidas fuertes y placenteras. Después me llevó dentro del mar e hicimos el amor ahí.
Terminé muy complacida pero cansada. El me cargó de nuevo a la habitación. Me dejó sobre la cama y se subió sobre mi.
— Ya fue suficiente por hoy amor. — Le dije casi sin voz.
— Yo decido cuándo es suficiente. — Dijo con autoridad. Tras decir eso se colocó entré mis piernas y me hizo suya hasta cansarse.
Al día siguiente me levanté para preparar el desayuno. No sabía cocinar muchas cosas pero un buen jugo, fruta picada y huevos con tocino eran más que suficientes. Después de hacer el desayuno me dí un baño, me coloque una bata de seda y desperté con un beso a Tyler.
— El desayuno está servido.
— ¿Hiciste el desayuno.?
— Si. Vamos o se enfriará.
El se levantó desnudo y me atrapó en sus brazos.
— Muero de hambre.
— Yo también. Por eso te desperté.
— Qué traviesa eres. — Me tiro sobre la cama y se puso encima de mi.
— Amor no es momento para esto.
— Para follarte siempre es el momento. — Abrió mi bata y dejó a su imaginación lo que pasó en esa cama.
Nuestros cuerpos quedaron satisfecho y me coloque la bata de nuevo, el se puso un short y fuimos a desayunar. La comida estaba un poco fría pero tenía buen sabor.
Terminando el desayuno fuimos a nadar. Estando los dos desnudos nos entregamos de nuevo al placer.
No me di cuenta cómo pero desperté en la cama. Fui a verme en el espejo. Y recordé las caricias de Tyler, sus besos y lo bien que me hacía sentir cuándo nuestros cuerpos se hacían uno solo.
Pensar esas cosas me hacía desear estar de nuevo con el.
— ¿En qué piensas.? — Apareció detrás de mí y rodeó mi cintura con sus fuertes brazos.
— En ti.
— ¿Y qué piensas de mí.?
— Pienso que me encanta estar contigo. — Abracé su cuello y uni mis labios a los de el. Tyler me subió sobre la lavando y abrió mis piernas. Se colocó entre ellas y me en**stio. — Aaaa. Aaaa.
— Di mi nombre. — Me ordenó mientras se adentraba en lo más profundo de mi.
— Aaaa. AAAA.
— Di mi nombre zorrita.
— Tyler. — Dije con la poca energía qué tenía.
— Dilo más fuerte. — Sus en**stidas se volvían más rápidas.
— ¡Tyler!.
— Más fuerte.
— ¡TYLER!. — Grité y nos vinimos al mismo tiempo. Yo me sentía incapaz de mover las piernas.
El me llevó a la cama dónde nuevamente hicimos el amor. Sólo que ahora el control lo tuve yo.
El resto de los días que pasamos en ese yate fueron los más felices de mi vida. Hacíamos el amor por todas partes. Dormíamos poco, yo comía mucho. Estaba feliz. Me sentía plena y dichosa al compartir mi cuerpo con el hombre que amaba.
Una semana antes de que el mes terminará toda esa plenitud y dicha se fueron por la borda.
Eran aproximadamente las cuatro de la mañana. Desperté y toqué el lado de la cama dónde dormía Tyler, el no estaba. Me levanté y fuí al baño. Hice mis necesidades y al salir el aún no regresaba. Me preocupé y lo busqué afuera.
Lo ví parado hablando por teléfono. No quise interrumpir. Seguro eran sus negocios.
— Ya me arte de ella. — Dijo Tyler y eso hizo que yo me quedará quieta cómo una estatua. — Después de esté viajé la voy a botar cómo la basura que es.
¿Esté viajé.? ¿La chica a la que va botar es a mi.? Ni yo sabía cómo podía hacerme preguntas tan estúpidas. Era obvio que yo era la basura de la que el estaba arto.
— Es por lastima. Pero creo que nueve años de mi compañía ya fueron suficientes. Ella también salió beneficiada. Le di un departamento, muchas joyas, un auto, dinero, tarjetas. Creó que ya abusó suficiente de mi nobleza.
¿Eso era lo que el pensaba de mi.? ¿Enserio.? La decepción que sentí era inexplicable.
— Hasta moví mis influencias para que hiciera sus prácticas en un lugar decente. — ¿Qué el hizo qué.? Al fin había comprendido el porque me llamaron de un lugar donde no recordaba haber pedido pasantía. — Ya hice mucho por ella. No podrá quejarse si la dejó. Sólo esperó que no se ponga de llorona. Odiaria verla así.
Esa fue la triste realidad que descubrí ese día. El nunca me amó, sólo estaba conmigo por lastima.
Si pude analizar que perjuicio es cuando no se aclaran las cosas.SE TORNAN TURBIAS.