Una historia de amor marcada por el dolor.
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Capítulo 15
...Kimberly Miller...
Días actuales
Nuestra reunión fue genial. Conseguimos cerrar un acuerdo millonario y ya está todo encaminado para que empecemos mañana nuestra obra. Ya mandé un equipo para allá.
Yo iré en cuanto resuelva algunas cosas en la empresa. Y necesito hacerme algunos exámenes, ver si todo está bien con mi bebé. Pero no iré al Caribe hasta hablar con Johnny.
Quedé con él para vernos en un restaurante. En realidad, él escogió el lugar, solo que me pareció extraño, ya que era nuestro restaurante favorito cuando estábamos casados.
Me arreglé más de lo normal, por más que sabía que él ni siquiera me miraría, quise estar guapa para verlo.
Me puse mi vestido más bonito, vino tinto de mangas largas, ceñido al cuerpo que llegaba hasta debajo de las rodillas. El escote en V que dejaba mis pechos destacados pero nada vulgar.
Me hice un moño moderno que dejaba mi cuello alargado, un maquillaje básico, nada exagerado. Me puse mi perfume favorito y me puse un tacón mediano en el pie.
Me llené de coraje y seguí rumbo al restaurante. Cuando llegué allí, estacioné y me arrepentí en el mismo instante.
- ¿Qué vas a decir Kim? - Murmuré para mí misma. Negué con la cabeza y suspiré pesadamente. - ¡Tú puedes! ¡Ve y dilo de una vez!
Salí del coche y vi al aparcacoches viniendo en mi dirección.
- ¡Señorita!
Saludó y yo sonreí de vuelta, y le entregué las llaves del coche.
Cuando entré fue como volver en el tiempo. Mis noches en aquel lugar eran mágicas, románticas e inolvidables. Johnny se aseguró de hacer nuestro matrimonio increíble.
Caminé hasta la recepcionista y ella me regaló una gran sonrisa.
- Señorita Miller. ¡El Señor Lance la espera!
Ella me guio hasta una mesa. La mesa en la que más nos sentábamos. Cerca de la ventana, con una vista increíble a la selva de piedra que era Nueva York. Y él no estaba solo.
- ¡Gracias! - Agradecí a la chica y tiré de la silla para sentarme. - ¡Buenas noches!
Saludo y Johnny me da una sonrisa idiota.
- ¡Kimberly! Esta es Sophia. ¡Mi novia!
Mi pecho dolió, pero intenté al máximo no parecer que me estaba muriendo por dentro. La mujer me miró y me dio una sonrisa genuina.
- ¡Hola Kimberly! ¡Un placer conocerte!
- ¡El placer es mío, Sophia!
Hablé con un gusto amargo en la boca.
- ¿Puedo anotar sus pedidos? - Preguntó el camarero.
- ¿Las chicas quieren pedir? - Preguntó Johnny.
- ¡No! Solo quiero un agua, por favor - Pedí y él anotó.
- ¿Y tú, querida? - Johnny se volvió hacia Sophia sujetando su mano por encima de la mesa.
- ¡Pide lo que te parezca mejor! ¡Comeré lo que tú comas! - Dijo melosa y Johnny sonrió maliciosamente.
- ¡Ok! Vamos a querer Medallón de filete mignon con salsa de champiñones, ¡y puede traer la mejor botella de vino que tienen!
Dijo esto mirando directamente hacia mí. Otra vez, mi corazón se apretó. Pidió mi plato favorito. ¿Lo estaba haciendo a propósito, estaba viendo cuánto me estaba lastimando?
El camarero anotó los pedidos y salió.
- ¿Qué quieres hablar conmigo, Kimberly? - Preguntó mirándome fríamente.
- ¡Es particular Johnny! ¡No sabía que ibas a traer a alguien! ¡Lo siento Sophia! - No quería ofenderla.
- ¡Todo bien! Voy al baño, ¡pueden conversar a gusto! - Dijo alejándose pero John sujetó su brazo.
- ¡No! ¡Puedes hablar delante de ella! ¡No le guardo secretos!
Sus ojos estaban desprovistos de cualquier emoción.
- Cariño, ¡todo bien! Voy a llamar a Jéssica, ¡confirmar el almuerzo de mañana!
Otro dolor en el corazón. Jéssica era hermana de John y ese almuerzo, era la barbacoa de todos los domingos que decretamos hacer cada domingo. Fuimos él y yo los que inventamos esos almuerzos.
John me miró a los ojos y sonrió.
- ¡Todo bien, amor! - Dolor - ¡Pero no tardes!
Ella salió de la mesa y el clima se puso aún más pesado.