Una Cenicienta Más

Paso toda una semana desde la muerte del abuelo de Rafaela, aunque ella se había casado con Rafael todo seguía igual, el la trato como una empleada más le dio algunos días para que pasara su duelo, los padres de Rafael llegaron de la hacienda por una llamada de Doña Juana disculpándose por lo que había hecho su hija, Doña Lucrecia no dudo en llegar a ver a su hijo, cuando Doña Lucrecia llegó va su casa vi a su hijo tranquilo ella pensó que lo vería en un estado de tristeza sin embargo no fue así el estaba tranquilo, Doña Lucrecia trato de justificar a Susana diciendo que solo eran los nervios de la boda que muy pronto bella se daría cuenta del gran hombre que ha perdido.

—Ya basta mamá, ella nunca me amó —

—Démosle tiempo, ya verás que todo va estar bien, por cierto en mi llegada no he visto a Rafaela ella siempre ha sido una muchacha muy cumplida, espero que si abuelo se encuentre bien—

—Le di unos días lamentablemente su abuelo murió—

—Que pena pobre chica le enviaré algo de dinero para los gastos funerarios— dijo doña Lucrecia muy afligida después de todo le tenía mucha estima, Lucrecia subió a su habitación más tranquila pensando que con el tiempo todo se solucionaría, más no fue así Susana había anunciado su boda en un mes con Alberto Ballesteros que fue el mejor amigo de Rafael, los días de duelo pasaron para Rafaela que regreso a trabajar como de costumbre incluso se había olvidado del absurdo matrimonio, ella seguía trabajando con normalidad hasta que se aproximó el día de la boda de Susana

—Puedes creerlo hijo nos han enviado una invitación para la boda de Susana, claro que no iré no quiero que pases por un mal momento — dijo doña Lucrecia mientras estaban en el comedor.

—Por que no mamá después de todo doña Juana ha sido tu amiga no puedes hacerle este desaire — dijo Rafael muy tranquilo, incluso se podía detonar frialdad en sus palabras.

—Estas seguro hijo, yo sé que esto te debe estar doliendo —

—No me duele mamá además yo también iré con mi esposa — Rafaela tiro la charola que traía en mano, mientras que los padres de Rafael escupieron la comida.

—¿Pero como que tienes esposa?— dijo el padre de Rafael.

—Así como lo escuchan ya tengo esposa y podré reclamar la herencia del abuelo —

—¿Pero cuando?,¿Cómo?, ¿Con quién?— preguntaban sus padres

—No creen que son muchas preguntas, pero les contestare me case unos días después que Susana me dejó, el como pues ya saben fui al registro civil firme las actas y ya, y con quién eso lo sabrán el día de la boda de Susana, a otra cosa después de ese día me iré de esta casa a vivir con mi mujer ya he habilitado la casa donde iba a vivir con Susana, dicho esto Rafael se levantó y salió de la casa Rafaela estaba muy nerviosa tratando de limpiar por lo visto no se iría sin pagar su deuda, ella pensaba en que se había metido, quizá hablando con el joven este cedería o al menos ella debía hacer el intento.