Alexandra fue engañada creyendo que firmaba un contrato laboral y acabó siendo uno matrimonial.
En tanto que para Christopher la situación también ha sido complicada, ya que como presidente de la empresa familiar, al momento de firmar los papeles para asumir el cargo de manera oficial, dos cláusulas cambiarían su vida para siempre: casarse y ser padre.
Por obligación ambos debieron aceptar la situación; sin embargo, jamás pensaron que la llegada del otro cambiaría muchas cosas para ellos.
¿Podrá el amor surgir con base a un contrato dado por mentiras?
¿Pueden dos personas, con perspectivas de la vida tan distintas, llegar a llevarse bien?
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Capítulo 17 ¿TE GUSTA LO QUE VES?
Alexandra
Llegamos al aeropuerto, abordamos un avión privado y nos dirigimos a dónde solo Price sabe porque a mí no me dijo ni media palabra.
Río al recordar la conversación, no puede haberme preguntado o reclamado por no cerrar los ojos cuando me besaba. Besa bien, no voy a negar eso pero no siento nada por él y por eso no me provoca. Si fuera el chico de mis sueños con un beso así ya no sería virgen.
Aterrizamos, tomaron nuestras maletas y nos dirigieron a un hotel cinco estrellas dónde para mí desgracia compartíamos habitación.
Estaba muerta de cansancio con el vestido lujoso con el que me casé hace horas aún puesto, quería arrancarmelo y meterme a la cama.
Busque en la maleta algo que pudiera usar pero casi me voy de espaldas. No podía dormir con Price semidesnuda, ¿Y si lo tomaba como una provocación y quería consumar el matrimonio?
Él mayor problema lo tuve con el vestido porque aunque quise quitarmelo de mil formas no hubo modo
-Price ayúdame
-Asi que quieres seducirme
-No, intenté quitarlo y no puedo, no lo soporto más
Él me ayudó y me fui sosteniendo el vestido bien en mí pecho hasta el baño, lo único que ahora me faltaba era quedar desnuda ante él.
Me puse el ridículo pijama que no cubría demasiado y me fui a la cama con una bata encima
-Las mujeres conmigo duermen desnudas, no con una bata
-Eso es porque no soy una de tus conquistas y porque no quiero sexo contigo
-Da igual, quítate la bata
-No, una stripper empacó mí ropa de dormir
-Aun mejor, quiero ver
-Te la quitas o te la quito, no te tocaré lo prometo
Sostuve el nudo de la bata con fuerza en una mano y la apreté en mí pecho con la otra pero él tomó mis manos y la abrió sin problema
-Te odio, ¿Feliz ahora?
-Te queda bien, no estás mal
-Vete al diablo, ni se te ocurra ponerme un dedo encima o lo lamentaras
Me envolví en la sábana como si fuera una oruga y me dormí rápidamente. Desperté con él pegado a mí cuerpo y con su brazo en mí cintura. Me dio terror tenerlo tan cerca hasta que comprobé que estaba como me había dormido, incluso mirando al lado opuesto
-Quitate, no me toques
-¿Siempre amaneces de mal humor?
-Si me tocará despertar contigo si, más si me tocas o me abrazas
-Deja de hacerte la difícil, nadie se resiste a mí y no serás la excepción
-Ya lo veremos
Él salió aquel día por la tarde y no volvió hasta el amanecer un poco tomado y con perfume de mujer. Lo único que no me gustó fue que hubiera tomado porque no confiaba en que no me hiciera nada, que tenga sexo con otras mejor para mí porque se sacaba las ganas y no me tomaría a mí.
-¿Te gusta lo que ves?- preguntó mientras intentaba posar en el balcón
-No, tapate. Encima de viejo exhibicionista
Tiene buen cuerpo, se nota que se ejercita aunque no sé en qué momento lo haga pero así sea guapo físicamente nada despierta en mí. Siempre me inspiró miedo y ahora también odio.
-Todo esto será para ti cuando dejes de hacerte rogar, podrás hacer lo que quieras conmigo
-Quedar viuda no sería mala opción
Discutimos mientras el planeaba seducirme y decirme sus habilidades amatorias.
Cuando desperté el estaba de nuevo pegado a mí cuerpo
-No te muevas me duele la cabeza
-¿Será por qué tomaste? Viejo, borracho y exhibicionista, un pésimo esposo sin lugar a dudas
-Lo que digas, déjame dormir así
-Tengo que estudiar, quítate
-Acabe con mí laptop en la cama y el pegado a mí cuerpo de todos modos. Por todo esto de haberme casado con el gran Christopher Price no pude asistir más a la universidad por el acoso de los periodistas queriendo saber quién capturó el corazón del gran empresario. Si supieran qué ni corazón posee el bruto este.