Elena Carter, una brillante y empoderada empresaria de Nueva York, ha construido su imperio tecnológico desde cero, enfrentándose a un mundo lleno de desafíos y competencia. Nada ni nadie ha logrado desviarla de su camino… hasta que aparece Damian Moretti. Rico, influyente y peligrosamente atractivo, Damian es un mafioso italiano con un oscuro pasado y un obsesivo interés por Elena.
Cuando Damian intenta infiltrarse en su vida a través de una tentadora propuesta de negocios, Elena se encuentra atrapada en una red de pasión y peligro. Su determinación por mantener el control choca con la implacable necesidad de Damian de poseerla, no solo en los negocios, sino en cada aspecto de su vida.
Entre celos, conspiraciones y una atracción que no pueden negar, ambos descubrirán que hay líneas que no pueden cruzarse sin consecuencias. ¿Podrá Elena resistir el encanto y el poder de un hombre que lo arriesgará todo por tenerla? ¿O terminará cayendo en la trampa de una obsesión peligrosa...?
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Capítulo 12: Jugando con el Límite
Elena despertó con un renovado sentido de determinación. Si iba a lidiar con Damian y las amenazas que la rodeaban, lo haría a su manera. No podía permitirse perder el control de su vida. Después de todo, su independencia era lo que más valoraba.
Al salir de su habitación, lo encontró sentado en el sofá, revisando su teléfono con una taza de café en la mano. Parecía tan cómodo como si siempre hubiera pertenecido a ese espacio, lo que hizo que Elena se sintiera algo intranquila.
—Buenos días —dijo Damian sin levantar la vista.
—¿Dormiste aquí otra vez? —preguntó Elena, frunciendo el ceño.
Damian finalmente la miró, una sonrisa tranquila en su rostro.
—No tenía intención de irme.
—¿Esto es permanente ahora? —preguntó, cruzándose de brazos.
Damian dejó su teléfono a un lado y se levantó.
—Mientras haya una amenaza, sí.
Elena soltó un suspiro exasperado.
—Sabes que no puedes controlarlo todo, ¿verdad?
Damian dio un paso hacia ella, cerrando la distancia entre ambos.
—No se trata de controlarlo todo, Elena. Se trata de mantenerte a salvo.
Elena lo miró fijamente, tratando de no dejarse intimidar por su proximidad.
—Bueno, yo soy más que capaz de cuidar de mí misma.
Damian sonrió ligeramente, como si su respuesta lo hubiera divertido.
—Nunca he dudado de eso. Pero incluso tú necesitas ayuda de vez en cuando.
Antes de que Elena pudiera replicar, su teléfono sonó, interrumpiendo el momento. Lo sacó de su bolsillo y vio el nombre de Sophie en la pantalla.
—¿Qué pasa? —preguntó mientras respondía la llamada.
—Jefa, tienes una reunión importante en media hora. No estaba programada, pero al parecer es urgente.
Elena frunció el ceño.
—¿Quién la solicitó?
—Un cliente potencial, pero no puedo encontrar mucha información sobre ellos. Suena raro.
—Entendido. Estoy en camino.
Colgó y miró a Damian, que ya la estaba observando con el ceño fruncido.
—No te gusta cómo suena eso, ¿verdad? —preguntó Damian.
—No, pero no tengo tiempo para preocuparme. Es mi trabajo.
—Voy contigo —dijo él inmediatamente.
Elena soltó una risa seca.
—No puedes seguirme a todas partes, Damian.
—Puedo y lo haré —respondió con firmeza—. No voy a arriesgarme a que te pase algo.
Elena sabía que discutir con él sería inútil, así que decidió dejarlo pasar por el momento.
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En la reunión, el ambiente era extraño desde el principio. El hombre que los recibió era demasiado amable, su sonrisa excesivamente amplia. Damian, sentado discretamente en una esquina de la sala, no dejaba de observar cada movimiento.
—Señorita Valencia, es un placer finalmente conocerla —dijo el hombre, extendiendo la mano.
Elena la estrechó, manteniendo su expresión profesional.
—El placer es mío. Pero vayamos al grano, por favor. Mi tiempo es limitado.
El hombre rió, claramente incómodo por su actitud directa.
—Por supuesto, señorita Valencia. Estamos interesados en colaborar con usted en un proyecto de gran envergadura.
Elena escuchó con atención mientras el hombre explicaba los detalles, pero algo en su tono y en la forma en que evitaba ciertos temas la puso en alerta. Su instinto le decía que había algo más detrás de esa propuesta.
—Es una oferta interesante —dijo finalmente—. Pero necesito más detalles antes de tomar una decisión.
El hombre asintió, su sonrisa ahora más forzada.
—Por supuesto. Estaré encantado de proporcionarle toda la información que necesite.
Cuando la reunión terminó, Damian la alcanzó rápidamente mientras salían del edificio.
—Ese tipo no es lo que parece —dijo en voz baja.
—Lo sé —respondió Elena, sin sorpresa en su tono—. Pero quiero descubrir qué está planeando.
Damian la miró con una mezcla de admiración y frustración.
—Eres demasiado valiente para tu propio bien.
Elena sonrió, disfrutando de su reacción.
—Y tú eres demasiado protector.
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Esa noche, Damian decidió quedarse otra vez en su apartamento, esta vez sin siquiera pedir permiso. Elena intentó protestar, pero al final cedió, agotada por el día.
Mientras se preparaba para dormir, no podía dejar de pensar en lo extraño que era tener a alguien como Damian en su vida. Estaba acostumbrada a lidiar con todo sola, y aunque su presencia era intrusiva, también era reconfortante de una manera que no entendía del todo.
Decidida a aclarar sus pensamientos, salió de su habitación y fue a buscarlo. Lo encontró en la sala, sentado en el sofá con una expresión pensativa.
—¿En qué piensas? —preguntó, apoyándose en el marco de la puerta.
Damian levantó la vista, sorprendido por su presencia.
—En ti.
Elena sintió un leve rubor en sus mejillas, pero lo ignoró.
—Eso suena inquietante.
Damian sonrió ligeramente.
—No debería.
Elena cruzó los brazos y lo miró fijamente.
—Entonces explícame.
Damian se levantó y caminó hacia ella, deteniéndose a pocos pasos.
—Estoy pensando en cómo alguien como tú puede ser tan fuerte y, al mismo tiempo, tan terca.
Elena alzó una ceja, intentando no dejarse intimidar por su proximidad.
—¿Eso es un cumplido o una crítica?
—Ambos.
Elena rió suavemente, sorprendida por su honestidad.
—Bueno, supongo que eso es lo más cerca que estarás de ser amable.
Damian dio un paso más cerca, y la intensidad en su mirada hizo que el aire entre ellos pareciera más denso.
—Te sorprenderías de lo amable que puedo ser.
Elena sintió su corazón acelerarse, pero se obligó a mantener la compostura.
—¿Eso es un desafío, Moretti?
Damian sonrió, inclinándose ligeramente hacia ella.
—Tal vez.
Elena no sabía si fue la tensión acumulada o la cercanía de Damian, pero algo dentro de ella se rompió. Antes de que pudiera pensar en las consecuencias, dio un paso hacia él y lo besó.
Fue un beso rápido, impulsivo, pero lo suficiente para encender algo entre ellos. Cuando se separaron, ambos parecían sorprendidos, pero Damian fue el primero en reaccionar.
—Esto es peligroso —murmuró, aunque su tono no tenía ningún rastro de arrepentimiento.
—Lo sé —respondió Elena, sin apartar la mirada.
Por un momento, ninguno de los dos dijo nada. Pero en ese silencio, quedó claro que algo entre ellos había cambiado.
....
Mucho e'xito.