Yohei huye de su país y del aplastante peso de su familia, sin saber que allí encontraría a alguien a quien amar, pero aquello de lo que escapa lo terminará encontrando.
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Capítulo 12
Yohei
La semana pasa lentamente y ahora que sabemos que alguien puede estar observándome, los contactos en el exterior de Reece no son tan atrevidos como antes y sólo se limita a besarme en nuestra habitación. Me encantan los besos de Reece, pero quiero un poco más, ya que no me ha vuelto a tocar, después de esa vez en su trabajo.
Es sábado otra vez y Reece está trabajando hasta tarde, así que hago todo el trabajo para que mañana pueda salir libremente con él a cenar.
Estoy terminando mi trabajo, cuando él llega.
Lo saludo y el viene y se agacha para besarme como hace cada vez que se le antoja.
Se aleja y pone su cara contra mi cuello.
-¿Estás muy cansado?- pregunto, sabiendo que tomó horas extras para poder estar libre mañana.
-Fue una completa tortura- susurra contra mí.
-Lo lamento- digo, sintiéndome preocupado.
-Deberías- dice, luego lame mi piel. –No sabía que sería atormentado todo el maldito día con el recuerdo de lo que hicimos la semana pasada- explica, mordiendo y luego lamiendo en mi cuello. Me quedo sin aliento, sintiendo placer en todo mi cuerpo. –No podía dejar de recordarlo y no podía concentrarme en mi trabajo, porque te quería allí nuevamente- susurra y cierro los ojos, amando que no pueda olvidarlo.
-¿Quieres… quieres que te preste mi mano nuevamente?- pregunto avergonzado, pero deseando que acepte.
-No- responde y la decepción me llena. –Sé que es descarado, pero préstame tus muslos ¿sí?- pregunta levantando la mirada y mirándome con su mirada fundida en deseo.
Trago saliva y asiento, sabiendo que debería negarme porque él tiene novia, pero soy un idiota que está demasiado deslumbrado, como para pensar racionalmente.
Él me pone de pie y me besa larga y apasionadamente, mientras que me acaricia, bajando por debajo de mi pijama y toma una de mis nalgas en su mano, llevándome contra su firme erección.
-Te deseo, pequeño- dice con voz extremadamente ronca. –Es incómodo, suelta mi pantalón, por favor.
Suelto su botón y bajo su cremallera, y su polla inmediatamente salta libremente.
-Es tan grande- digo, rozando con mis dedos la punta. –Andabas sin ropa interior- me doy cuenta.
Él sonríe de forma juguetona. –A veces me pongo, otras no.
Oh, no. Ahora cada día me preguntaré si trae ropa interior...
Lo aprieto un poco en represalia y sus ojos se nublan, dándome satisfacción.
-No juegues con fuego, pequeño- dice, dándome la vuelta y apoyándome contra mi escritorio, luego baja mi pijama para dejar mi trasero al descubierto y levantado –O podría consumirte.
Gimo, cuando lo siento contra mi trasero. –Reece, por favor- suplico, deseando que él esté más cerca aún. Deseando que seamos uno.
Él sube una de sus manos por la piel desnuda de mi pecho y juega con mi pezón, haciendo que sus caricias las sienta en mi miembro también y estoy seguro de que ya estoy goteando.
Siento como Reece empuja su polla abriendo mis nalgas y poniéndola contra mi agujero, allí presionando suavemente.
-Reece- suplico nuevamente y el pone su cara contra mi espalda y me besa, dando otro empujoncito contra mí. –Pequeño, no supliques, porque quiero entrar por aquí y follarte hasta que estés llorando de placer. Quiero entrar dentro de ti y quiero empujar contra tu interior- él empieza a acariciar mi miembro con su mano, haciéndome arquear mi espalda del placer. –Quiero que seamos uno y quiero correrme en tu interior- susurra, haciéndome estremecer. –Quiero hacer un desastre de ti y hacerlo una y otra vez, hasta que llegue la mañana.
-Yo también- digo, casi llorando –Yo también lo quiero.
-Lo sé, pero no podemos. Los amigos no llegan tan lejos, así que corrámonos juntos en su lugar- dice, para luego pone su eje entre mis piernas y empieza a empujar.
Es como si estuviéramos haciéndolo, pero sin llegar a tener sexo. Él me cubre con su cuerpo y besa mi cuello, mientras sigue empujando y el roce de su pene contra mí es demasiado, tanto que me corro, pero él continúa por un rato más, cada vez más rápido, hasta que se corre con mi nombre en sus labios.
Él me da la vuelta y me lleva a la cama, allí sigue moviendo su cuerpo contra el mío, hasta que ambos estamos duros de nuevo, pero esta vez se siente mucho más intimo, ya que sostiene la parte superior de su cuerpo con sus brazos y me mira mientras se mueve lentamente, para que nuestras pollas se conecten.
-Eres tan caliente, Yohei- susurra.
-¿Yo?- pregunto, removiéndome, perdido en el placer.
-Sí. Esa cara es puro arte... Y esto también- él mira hacia abajo, sigo su mirada y me fascina su lento movimiento. Empiezo a moverme al ritmo de él, embobado–Eso, mira que tan bien encajamos juntos. No lo olvides y recuérdalo, pero solamente cuando estés solo- lo miro y veo su mirada liquida de deseo. –Porque no quiero que nadie más que yo pueda ver esta expresión en tu cara.
Tiemblo, estando tan cerca de correrme, pero alcanzo a decir algo antes. –Eres injusto- le reclamo, mientras que me pierdo en el placer y me corro.
-Lo sé- dice él contra mí y me besa, antes de llegar también.
Esa noche, luego de corrernos por segunda vez, Reece limpió nuestros cuerpos, luego apagó la luz y se acostó a dormir conmigo. Quería preguntar cosas, pero no dije nada, por miedo a que Reece recuerde que tiene un compromiso con otra persona y se aleje de mi lado.
Nunca pensé que yo pudiera ser tan egoísta y sin embargo, lo volvería hacer todo de la misma manera.