Grei Villalobos, una atractiva colombiana de 19 años, destaca por su inteligencia y un espíritu rebelde que la impulsa a actuar según sus deseos, sin considerar las consecuencias. Decidida a mudarse a Italia para vivir de forma independiente, busca mantener un estilo de vida lleno de lujos y excesos. Para lograrlo, recurre a robar a hombres adinerados en las discotecas, cautivándolos con su belleza y sus sensual baile. Sin embargo, ignora que uno de estos hombres la guiará hacia un mundo de perdición y sumisión.
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Capítulo 6 El Empleó ideal para mi 2/2
Grei Villalobos
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Lo observo llegar hasta donde me encuentro, aunque se halla a cierta distancia. Pide una bebida mientras yo saboreo mi margarita. Su voz me resulta familiar. Él comienza a beber y noto cómo saca su billetera, revelando una considerable cantidad de dinero; sonrío en silencio. Al pagar su cuenta, solicita una botella y, al volver a mirarlo, nuestras miradas se encuentran. Él me mira de arriba a abajo y sonríe, yo también le devuelvo la sonrisa mientras toma un sorbo de su trago. Me acerco un poco más.
— Buenas noches, señorita.
— Buenas noches, ¿hablas español?
— Español… No, señorita. ¿De dónde eres? — me pregunta con curiosidad.
— Soy colombiana — respondo en italiano, y en español añado —. Eres muy guapo, Estás como quieres, pero todo lo que tienes será mío, muñeco.
Él sonríe, mostrando sus hoyuelos.
— Permíteme presentarme, mi nombre es Matteo Vannecelli. ¿Y usted, bella dama?
— Mi nombre es Victoria Palacios — miento.
Él sonríe, extendiendo su mano.
— ¿Qué te gustaría tomar? — me pregunta.
— Champagne rosado, sería perfecto — le digo con una sonrisa.
Lo veo pedir la botella y comienza a poner música sensual. Se acerca a mí y pregunta:
— ¿Quieres bailar conmigo?
Asiento y me dirijo hacia la pista de baile. Comienzo a moverme, colocándome de espaldas y moviendo mis caderas de un lado a otro de manera sugestiva. Gradualmente, él me acerca más a su cuerpo, sintiendo su roce. Toma mis caderas, me voltea y me observa mientras bailamos. Su mirada es penetrante, dejándome hipnotizada. Tiene un porte fuerte y unos labios carnosos. Realmente es atractivo. Al finalizar la canción, me dice:
— Te mueves muy bien. Dicen que las latinas bailan increíble y tú lo confirmaste. Quiero que te quedes conmigo y nos divirtamos esta noche en una sala VIP.
— Encantada — sonrío. Él cayó en mi trampa; esa cadena será mía.
Recogemos las bebidas y subimos a la sala VIP, donde ambos comenzamos a beber. Aunque aparento beber, en realidad estoy desechando el licor. La música y nuestro baile se vuelven cada vez más intensos. Con el paso del tiempo, parece que el alcohol no le afecta; me haría falta un poco de ayuda. Al concluir el baile, él me sostiene contra la pared, y yo sonrío, pero él solo me observa, apoyando sus manos en la pared y atrapándome.
— Matteo, la canción ya terminó — le digo algo nerviosa.
— Lo sé, solo estoy admirando tu belleza — me responde, mirándome fijamente. Toma mi barbilla y cuando se acerca para besarme, trago en seco, pero al acercarse a mis labios, giro mi rostro, aprovechando que un mesero se acerca. Matteo lo mira y yo aprovecho el momento para dirigirme al baño.
Saco la pastilla y la trituro, esperando la oportunidad para colocarla en su trago y asegurarme de que se duerma; este hombre es muy insistente. Salgo del baño y lo encuentro en una esquina, hablando por teléfono, así que aprovecho para echar el polvo en su vaso de licor, llenándolo un poco más y removiéndolo. Tomo un sorbo de mi copa de champagne y me acerco a él, entregándole el vaso mientras tomo de mi bebida. Lo veo dirigirse al baño con el vaso en la mano. Sonrío; en unos minutos estará completamente dormido.
Un momento después, vuelve, se sienta y deja su bebida en la mesa. Me observa y noto cómo se pasa la mano por la frente, pareciendo mareado. A los pocos segundos, se queda dormido. Creo que me pasé con las pastillas. Con cuidado, lo acomodo, retirándole la cadena, que al mirarla, me hace sonreír ampliamente: es de oro y está adornada con diamantes. Este hombre es rico.
Reviso su billetera y saco todo su dinero; robando como si lo hiciera a cuatro hombres. Esta noche fue un éxito. Miro hacia ese atractivo hombre y me acerco a su rostro.
— Gracias, muñeco, me divertí mucho esta noche. Lo de robarte no fue nada personal, solo es parte de mi trabajo. Aunque nunca lo había hecho antes, haré una excepción contigo. Me encantas y espero no volver a verte.
Le doy un pequeño beso en los labios, que me habían tentado toda la noche, como una despedida por la excelente velada y por el hecho de que este italiano sabe bailar. Tomo la botella de champagne y me dirijo a mi auto, manejando hacia casa con felicidad. Esta noche fue estupenda. Me doy una ducha, me cambio a ropa interior y subo a la cama, esperando no volver a encontrarme con ese “muñeco”, aunque esos labios son irresistibles. Sus movimientos… ¿cómo sería tener relaciones con él? Sonrío al pensar en lo que estoy diciendo; ya estoy divagando, así que es hora de dormir. En cuestión de segundos, caigo en un profundo sueño.