Emma lo tenía todo: un buen trabajo, amigas incondicionales y al hombre que creía perfecto. Durante tres años soñó con el día en que Stefan le pediría matrimonio, convencida de que juntos estaban destinados a construir una vida. Pero la noche en que esperaba conocer a su futuro suegro, el mundo de Emma se derrumba con una sola frase: “Ya no quiero estar contigo.”
Desolada, rota y humillada, intenta recomponer los pedazos de su corazón… hasta que una publicación en redes sociales revela la verdad: Stefan no solo la abandonó, también le ha sido infiel, y ahora celebra un compromiso con otra mujer.
La tristeza pronto se convierte en rabia. Y en medio del dolor, Emma descubre la pieza clave para su venganza: el padre de Stefan.
Si logra conquistarlo, no solo destrozará al hombre que le rompió el corazón, también se convertirá en la mujer que jamás pensó ser: su madrastra.
Un juego peligroso comienza. Entre el deseo, la traición y la sed de venganza, Emma aprenderá que el amor y el odio
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Capítulo 6
Robert
La voz de Martín, uno de los gerentes de área, resuena en mi despacho mientras repasa las cifras con un entusiasmo que yo no comparto. Frente a nosotros, la pantalla proyecta las gráficas de ventas del último trimestre: estables, pero no lo suficiente.
—Los números son buenos, señor, pero las encuestas muestran algo preocupante— Dice mientras pasa a la siguiente diapositiva. —Los jóvenes no están tan interesados en consumir la línea de suplementos. Si no cambiamos la estrategia de marketing, perderemos ese sector.
Cruzo los brazos y enarco una ceja. No es que no lo supiera; llevo semanas intuyendo la caída en ese rango de edad. Antes de que pueda dar mi opinión, la voz grave de mi padre, sentado en el sillón junto a la ventana, me interrumpe.
—Déjale los informes a mi secretaria, Martín. Los revisaré en detalle.
Martín parece aliviado. Supongo que esperaba algún tipo de regaño por mi parte, pero me niego a perder el buen humor. Entrega la carpeta con los documentos y se retira con una sonrisa nerviosa.
En cuanto la puerta se cierra, veo de reojo a Stefan entrando al despacho. Reconozco esa expresión en su rostro antes de que abra la boca. Sé lo que viene.
—Papá…— Empieza, inseguro, y yo me levanto de inmediato, dándole la espalda. No pienso escuchar la súplica aquí. Camino directo al ascensor, con pasos firmes, como si al moverme más rápido pudiera escapar de la conversación.
Lo escucho apresurarse detrás de mí, siguiéndome, como cuando era niño y corría tras mis pasos para no quedarse atrás. Las puertas del ascensor se abren y entra conmigo. El silencio se vuelve pesado cuando se cierran y quedamos frente a frente, atrapados en ese pequeño espacio.
—Por favor, papá— Me ruega. —Hazlo por mí.
Respiro hondo y fijo la mirada en los números que marcan los pisos. No respondo.
—Termina con esto de una vez. Con la enemistad con mamá— Continúa, con la voz cargada de una mezcla de desesperación y reproche. —Tarde o temprano se van a cruzar en la boda.
No digo nada. Me niego. Hasta que se interpone frente a mí, obligándome a verlo a los ojos.
—¿Acaso planeas no ir a mi boda?
Ahí está. La pregunta que lleva días conteniéndose. Lo encaro con calma, pero con una dureza que no intento disimular.
—Deja de insistir, Stefan. El asunto con tu madre está muerto. Sabes perfectamente lo que hizo y por qué me niego a tan siquiera verla.
Él aprieta los labios, los ojos le brillan de rabia y frustración.
—No te estoy pidiendo que la perdones— Dice, casi escupiendo las palabras. —Solo que hagan las paces. Por mí.
La furia contenida se me clava en la mandíbula, que aprieto con fuerza. Niego lentamente con la cabeza.
—Confiar en tu madre es algo que no volveré a hacer jamás— Respondo con firmeza. Y antes de que insista otra vez, levanto una mano para detenerlo. —Deja el tema, Stefan. Tengo algo importante esta noche y no quiero llegar con mal genio.
El ascensor se detiene. Las puertas se abren. Salgo sin mirar atrás, dejando que mis pasos apaguen el eco de sus súplicas.