LOS DOS MARIDOS DE ACARA

Lilit, la hermana menor de Logan, fue la primera en notarlo. Ya no saltaba cuando alguien cerraba una puerta fuerte. Los espejos en su oficina ya no estaban cubiertos. Y una vez, en una junta, Cristóbal Lombardi le gritó… y Logan sonrió.

Lilit se acercó a Acara una noche, mientras tomaban vino en la terraza.

—"¿Qué le hiciste a mi hermano?" —preguntó, medio en broma.

Acara miró hacia adentro, donde Logan jugaba con su Play Station 5. Era tan fácil para él como tomar un vaso de agua.

—"Nada. Solo le recordé que él es el depredador, no la presa." —Acara susurró como si nada, pero sus ojos brillaban, Logan, tan suave, tímido, parecía necesitarla más que nadie en este mundo, se robaba su corazón de a pedacitos, cada vez que la recibía con su café con leche favoritos, le preparaba su comida favorita, su suave voz la apaciguaba y calmaba su mal humor.

Al finalizar el primer año, Acara sintió el peso de una presencia invisible.

Los Lombardi estaban histéricos, los primos de Lombardi estaban histéricos, las ganancias eran de lo mejor, pero con Acara ahí no podían tocar ni un centavo, todo se iba al bolsillo de Logan y sin Acara, Logan, no es nadie, eso había quedado claro. Misael, el hermanastro de Logan, había enviado matones para amedrentarla. Micaela, su hermanastra, infiltró espías en la empresa, algo—alguien—intervino.

Tres sicarios aparecieron muertos en un callejón cercano a la empresa, gargantas cortadas con precisión quirúrgica.

Dos espías amordazados y atados en las bodegas de Lombardi Company, con un único mensaje escrito en sus frentes con sangre: "No toquen lo que no es suyo."

Las cámaras de seguridad, inexplicablemente, fallaron en cada ataque.

Acara lo notó todo. Una noche, mientras revisaba informes en su oficina, encontró una nota en su escritorio.

—"No deberías trabajar tan tarde."

Tamara levantó la cabeza mirando para todo lado, pero no podía ver a nadie.

Bam

La puerta se abrió y entro la asistente de Acara haciéndola dar un respigo.

—Isa, no hagas eso, casi me matas de un susto —Acara se dio golpecitos en el pecho, realmente se siente observada en noches oscuras o de tormenta.

—Jefa, lo siento, perdón, solo venía a decirle que los guardias detectaron movimientos en el piso 12 y 13, fueron a ver y había gente ahí qué parecía estar robando información, ya se llamó a la policía y al abogado, me dicen que es mejor que se retire, podría ser peligroso —Isabel le dice con preocupación, aunque tengan la misma edad, puede ver que Acara es mucho más madura en todos los sentidos, además lo centrada que puede llegar a ser es escalofriante.

Acara recogió sus cosas, pero tomó el papel que estaba en su escritorio y respondió. (¿quién eres?)

Dejó la nota donde la había encontrado mirando para todo lado, realmente se sentía muy contrariada y asustada.

*_*

Acara llegó a casa y el ama de llaves le dijo que, Logan estaba en su habitación. Acara fue a verlo, cada quien tenía su propio dormitorio, cuando entró, Logan estaba en la cama y estaba afiebrado, sonrió a Acara y se quejó un poco.

—E… Esposa, lo siento, creo que tengo fiebre, no preparé tu café con leche —dijo mientras se toca la frente.

Acara negó con la cabeza. Su esposo era tan diligente, pero no se enfermaba seguido, así que no insistió, solo lo arropó y le pidió que descanse. Le dio un beso en la frente mientras Logan se hundió en la cama y se puso rojo como un camarón.

Acara quería reír a carcajadas, Logan siempre se pone nervioso cuando se acerca demasiado.

Lilit llegó esa noche y Acara le comentó lo que estaba pasando en la empresa. Lilit se puso verde, roja y después dio un resoplido.

—Debemos poner más seguridad a tu alrededor, solo no te expongas a situaciones complicadas —dijo Lilit mientras Acara asiente.

Al día siguiente, Lilit viajó por negocios, había un trato que debía cerrar y Acara esperaba ese resultado con ansias. Tenían información privilegiada, los documentos que habían conseguido pondría a las empresas de sus oponentes con los pelos de punta, al final solo Lombardi cerrará el trato.

Pero no todo era paz.

Algo acechaba en los pasillos de Lombardi Company:

Guardias de seguridad reportaban ruidos en el piso ejecutivo… pero las cámaras no grababan nada. Cristóbal Lombardi apareció una mañana con el coche vandalizado. Pintado en el capó: "Los ratones no juegan con leones.", el hombre estaba espantado.

Y Lorgio, después de amenazar a Acara en el estacionamiento, desapareció por tres días. Cuando volvió, tenía un ojo morado y hablaba en susurros. Se atragantaba con sus palabras, pero no podía identificar a su atacante.

Acara no preguntó. Pero encontró una respuesta a su pregunta en esa nota.

—”Soy quien te cuida”

Acara contuvo la respiración, no entendía nada, y más ahora que las amenazas, pero decidió seguir con las preguntas.

Las preguntas y respuestas duraron días, sin embargo, Acara sentía que no era peligroso, no hasta el momento.

—¿Por qué me cuidas?

—”Porque eres mía”

—¿Cómo te llamas?

—”Mi nombre en Árabe significa Rey -Dueño”

Acara al ver esa nota entro en la red para buscar un significado igual en Árabe y lo vio, claro, como el agua “MALICK”

Acara había creído que su matrimonio era solo una estrategia. Una alianza fría para vengarse de quienes la habían subestimado.

Pero esa noche, todo cambió.

El sonido llegó como un trueno a media noche. Cristales rotos, muebles destrozados, y algo quejumbroso—como un animal herido.

Acara bajó las escaleras con su celular en la mano y la linterna encendida, la luz se había ido dejando el lugar en penumbras. Los sirvientes más antiguos de la mansión estaban agrupados al pie de la escalera, inmóviles, como si supieran que interferir era inútil.

—"¿Qué pasa aquí?" —exigió, pero ninguno respondió.

Entonces lo vio.

En el centro, una figura alta y encorvada dominaba el espacio. Era Logan… pero no.

Su postura era distinta: hombros anchos, columna recta como un cuchillo.

Sus manos, siempre temblorosas, ahora estrangulaban a un hombre con facilidad aterradora.

Su respiración era pausada, como si matar fuera tan natural como respirar.

A sus pies, otro cuerpo yacía inmóvil, la garganta abierta en una sonrisa grotesca.

Acara reconoció el rostro del hombre agonizante: Era un nuevo ayudante de oficina, el mismo que horas antes le había robado información en la oficina, parece que también era un sicario y querían eliminar a Acara en su propia casa.