Christian Moltanba es el principal sospechoso de cometer tres asesinatos, por esta causa, es llevado a la pena de muerte. El muere sin conocer a su hijo, Mathias, el cuál también es hijo de Ana Lucia, una joven abogada que luchó hasta el último momento junto a Christian, pero la muerte del joven la deja a ella en peligro, y se ve obligada a casarse con el más longevo de la familia Montalbán. El señor William. quién después de la muerte de Christian, reaparece luciendo mucho más joven.
lo cierto es que el deceso de Christian no quedará impune, pues Moltanba regresará del mismo infierno para hacer pagar a todos sus enemigos y así poder demostrar que es inocente.
NovelToon tiene autorización de yeimy mora para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Un secreto.
La joven señaló el ascensor de cristal. La aparición del señor, dejó a todos deslumbrados, ¿podría un viejo a su edad captar y acaparar tantas miradas? Su postura era dominante, pero su mirada ha cambiado. Hace unos meses su mirada era pura, ahora parece que quiere devorar el mundo antes de su final.
El señor William bajó mostrando una leve sonrisa, sonrisa que evidentemente es fingida. Todos estaban boquiabiertos. ¿Habrá pasado por una cirugía? Pensó la secretaria del empresario.
—¡Trae los pendientes! Creo que hay muchas cosas por firmar. Dijo al pasar junto a la jovencita.
—¡Como usted ordene! Ambas mujeres se miraron entre sí. Y una de ellas se apresuró a llevarle los documentos. Durante ese tiempo, el consorcio quedó a merced del sobrino de William. Era quien lo mantuvo enterado de todo lo que sucedía, y quien no permitió que Samir llegase a tomar el control.
Ese mismo día, Ana Lucía se sentó frente a la ventana y en sus piernas sostenía un cuaderno con la mayoría de sus hojas en blanco; aun así, ella volvió a repasar lo que había escrito.
Un asesino inocente. Es el título que lleva su escrito. Hace unos días decidió escribir su primer libro. La historia del padre de su hijo. —¡Limpiaremos su nombre! Mi hijo no se avergonzará de su padre. Al cerrar los ojos, dejó caer una lágrima, la cual, lentamente, llegó hasta el filo de su mentón. Recordó el día que se sentó frente a Mathias, para decirle que había encontrado a su padre, pero que estaba muerto.
Como era de esperarse, el niño lloró de dolor, añoraba conocerlo y el destino no se lo permitió.
Sin embargo, Ana Lucia no le dio el nombre, no tuvo el valor de decirle la verdad. Mathias es un niño muy inteligente, tanto que sería capaz de llegar solo hasta la oficina de su bisabuelo. Ella movió cielo y tierra para detener la ejecución del hombre, pero nada de lo que hizo le dio resultado, nada demostraba que Christian era inocente.
—Debo seguir buscando pruebas, sé que Christian era inocente, no merecía morir así.
Hace tan solo unos meses, una tragedia marcó la vida de muchas personas, tres asesinatos y un solo responsable. Un inocente que pagó con su vida.
Ana Lucía llevaba una vida ordinaria y pacífica, ahora va tras la verdad, busca limpiar la memoria del padre de su hijo.
Ese mismo día, escuchó la noticia de que el señor William ha vuelto a la ciudad; esto la llevó al edificio donde estuvo una vez. Al llegar, las secretarías se negaron a dejarla pasar; por suerte, el señor William salió justo a tiempo.
—¡Señor William! Ella gritó el nombre del hombre longevo, lo hizo fuerte, esto por si acaso el oído del viejo fallaba.
—¡No grite, señorita, aquí no hay nadie sordo! El hombre mayor clavó la mirada en los brazos del personal de seguridad, pues sostenían con fuerza a la chica.
—No la toquen, ella es bienvenida a este lugar, ella puede entrar y salir cuando así lo desee. La mirada del viejo se oscureció tanto, que dejaba ver su malestar.
—Muchas gracias, señor William. La chica se sacudió la ropa y, al voltear, dibujó una sonrisa un tanto burlesca, se mofó de todo el personal. Acto que no pudo ver aquel viejo. Por lo visto, Ana se había ofendido por el trato que recibió.
—Ustedes, vuelvan al trabajo si no quieren que mañana llegue personal nuevo a este edificio. La amenaza fue clara y concreta. El hombre se deshizo del personal de seguridad, y luego volvió a poner la atención en la chica.
—Pasa a mi oficina, ahí podemos hablar con más tranquilidad. El hombre señaló el camino, y cuando la chica se adelantó, él inclinó la cabeza y su mirada se clavó en el trasero de la jovencita.
¡Está muy buena…!, pensó con morbosidad. Por suerte, nadie se percató de la desfachatez del anciano.
Una vez que ambos estuvieron solos, Ana Lucia se giró y dijo.
—Primero que nada, quiero asegurarme de que usted no le ha contado a nadie nuestro secreto.
—¿Secreto? El viejo William se rascó la barba blanca y se mostró algo pensativo.
—¡Señorita, no sé si lo sepas, pero desde la muerte de nieto, he sufrido de cuadros de amnesia, he olvidado algunas cosas, pequeños detalles! El hombre agitó la mano, dando a entender su despreocupación. —Es por eso que me he ausentado estos meses. Pero no se preocupe, esta enfermedad asegura ese secreto. Una vez más la mirada del viejo cambió, ahora es un tanto curiosa.
—¡Como sea, ¿qué te trae por aquí?! Preguntó al encender un cigarrillo.
—Cof, cof, el humo del cigarrillo, provocó que la chica tosiera. No estará muy viejo para que ande fumando, allá él, así conocerás pronto a Dios. Pensó antes de contestar. —Es por su nieto, Christian, estoy escribiendo un libro y necesito recaudar algo más acerca de su vida. Tiene que ver con lo que hablamos la otra vez. Pero juramos no mencionar nada, es para no poner otra vida en riesgo, mucho menos la de esa persona.
—¿Escribes un libro? Pensé que eras abogada… Aquel tono sarcástico le recordó al de Christian y, por unos segundos, creo haberlo escuchado.
Este viejo se parece mucho a Christian, ¿será que mi hijo también se parecerá a su bisabuelo? Pensó, mirando detalladamente a aquel viejo.
Mientras que él, esperó pacientemente la respuesta.
—Es mi primer escrito, es que siento que ese joven era inocente, no tenía aires de ser un asesino, ni siquiera lo reflejaba en su mirada. Ella habló con tanta inspiración, que el viejo, relajó el rostro, pudo sentir que ella era sincera.