Ivis vivía con du madre, se tenían una a la otra y vivían de la venta de fritos; cuando Ivis cumplió los 18 comenzó a buscar trabajo para ayudar a su madre y pagar sus estudios, pero nada le salía como quería.
Por otro lado había otro joven de 20 años casi en la misma situación, con la diferencia que ella tenía casa propia, el también por medio de su abuela, pero por alguna razón la pierden.
Descubre que pasa desde el inicio hasta el final.
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MUDANZA
El carro de la mudanza llegó a casa de Antonia y su hija Ivis, era un carro pequeño porque Abel y su abuela solo llevaban las camas, colchon, un televisor, clóset, ollas, cosas de cocina y sus ropa. Antonia los recibió amablemente y vio la tristeza de la señora, pero estaba dispuesta a hacerla sentir cómoda y dijo.
ANTONIA: Bienvenidos, mi nombre es Antonia.
NORIDA: Yo soy Nirida, encantada de conocerla y disculpe la molestia.
ANTONIA: No es ninguna molestia, adelante.
Ivis estaba en su habitación viendo televisión desde la comodidad de su cama, no quería ver quienes eran las dos personas que compartirían casa con ella, se sentía incomoda porque nunca había convivido con otras personas en su casa, solo eran ella y su madre, sabía que tenía que acostumbrarse, pero solo con el paso de los días. Abel pagó los tres meses acordado, tenía dos meses para conseguir trabajo.
A las doce Antonia ya tenía el almuerzo listo, le sirvió a su hija y comio ella también, Abel y su abuela habían terminado de organizar su habitación y salieron encontrándose con Antonia, la abuela con mucha vergüenza preguntó.
NIRIDA: ¿Será que puedo utilizar su cocina un momento?
ANTONIA: Claro que puede, ¿ Qué va a hacer? lo pregunto porque si va a hacer almuerzo yo eche para ustedes también.
NIRIDA: No se ubiera molestado, que pena con usted, y..... si... iba a hacer algo de comida.
ABEL: Qué pena señora Antonia.
ANTONIA: No... ninguna pena, aquí pueden contar conmigo siempre y cuando pueda.
NORIDA: Gracias, que Dios le multiplique.
Antonia les sonrió y los llevó a la cocina, allí les mostró la comida y les dijo.
ANTONIA: solo están ustedes, en la nevera hay jugo, los dejo que voy a hacer unas compras.
Abel agradeció a Antonia, sintió conexión con ella, se dio cuenta que habían encontrado a una persona que los apoyaba y entendía, para él eso era fortalecedor, la abuela le puso la mano en el hombro al verlo que se había quedado pensativo y dijo.
NIRIDA: Hijo, no tenemos de otra que aceptar lo que somos, donde estamos, con nuestros miedos y fortalezas, es mejor que fingir lo que no somos o tenemos. Tu me me has enseñado mucho.
ABEL: Si abuela, no pienso lo contrario, solo pensaba en lo buena que es la señora Antonia. y tienes razón abuela, ya hemos aceptado nuestra situación, pero... si miramos todo con tristeza siempre vamos a estar triste, pero si lo miramos con alegría siempre vamos a estar felices y no nos faltara motivos para sonreír y atraer todo lo bueno a nuestras vidas.
NIRIDA: Si hijo, así es, y también es importante saber apreciar lo bueno que llega a nuestras vidas como la señora Antonia, aunque nosotros también llegamos a su vida, desde hoy vamos a tener nuestra mirada puesta en dos punto. 1: En nosotros mismos, nuestra vida.
2: Las personas que nos rodean que es la señora Antonia y su hija.
Ellos se fueron a comer a su habitación como tenían de costumbre, al terminar Abel lavo los platos y dejó la cocina limpia. Después de dos horas Antonia llegó a su casa, Ivis salió de su habitación para ayudar a su madre, organizaron todo para preparar la cena y los guisos de relleno para los fritos del día lunes, los domingos no vendían porque era para descansar.
Nirida tenía sed, escuchó conversaciones y salió de su habitación con un poco de vergüenza para pedir agua, al entrar a la cocina Antonia le sonrió y le presentó a su hija, Ivis saludo amablemente y la señora dijo.
NORIDA: ¿Será que me pueden regalar un poquito de agua?
IVIS: Claro que si.
ANTONIA: Puede tomar toda el agua que quiera, no tiene que pedir permiso.
Antonia y su hija continuaron en lo que estaban, eran las tres de la tarde hora que comenzar con el trabajo diario, Antonia dijo que iba a hacer la cena y su hija hacia los guisos para los fritos, Nirida ella se acercó y les dijo.
NIRIDA: ¿En qué les puedo ayudar? Entre más manos es más rápido.
IVIS: Eh....
ANTONIA: Bueno, la verdad es que si necesitamos ayuda, voy a hacer la cena, pastas con pechuga asada, ayude a mi hija.
Ivis le explicó lo que iba a hacer, la señora Nirida fue picando las verduras mientras ella limpiaba y lavababa la carne y el pollo para cocinarlo. Antonia le preguntó si le gustaba la pasta a su nieto y a ella, la señora asintió con pena y Antonia le dijo.
ANTONIA: No tenga pena, mire de que nos está ayudando.
NIRIDA: Gracias, pero no quiero abusar.
IVIS: No es ningún abuso, usted nos está ayudando.
La señora le sonrió y agradeció, era un buen gesto de madre e hija
Antonia se dio cuenta que con la ayuda de la señora Nirida avanzaron más rápido, después que ya estuvo la carne y el pollo, la señora con dos tenedores comenzó a desmechar la carne mientras Ivis lo hacía con el pollo.
La señora después de terminar puso a sofreír la verdura y se encargó de terminar con la aprobación de Antonia en el sabor, a Antonia le gusto porque el guiso había quedado en el punto perfecto, terminaron temprano de hacer todo y dejaron repodar el aderezo de los fritos, la cena aún era temprano para servir.
Antonia invitó a la señora a sentarse en la sala para charlar y conocerse, Nirida le contó con mucha tristeza lo que le sucedió con su hijo, la forma en que su hija e hijo la trataban a ella y a Abel, Antonia le sonrió y en señal de apoyo le dijo.
ANTONIA: Sabe el dicho que dice, ¿No hay mal que por bien no venga? Algo bueno les espera.
NIRIDA: Qué así sea, Dios te oiga.
Ivis también estaba sentada en completo silencio, solo escuchaba lo que hablaban las dos mujeres y pensaba en como habían hijo tan malos y sin sentimientos.
Después llego el momento de Antonia también contar algo, hablo de su hija, del trabajo que había conseguido y la ayuda que le brindaba antes de irse a su trabajo