— Mami, estás viva. — Sus ojos verdes igual a los míos me hacen sobre saltarme, imposible. No puede ser, esté niño es...
— Byron. — Podría reconocer esa voz en cualquier lugar. La tengo gravaba en mi memoria cómo si fuera mi maldita canción favorita.
— Papi, encontré a mamá. — Estaba a unos metros del hombre que ame por más de una década, el hombre de 1.87, cabello negro, ojos grises azulados, hombros anchos, labios sexis y rostro apuesto. El era la definición de perfección.
¿Alguna vez le han regalado flores a un hombre? Yo si. Es el que está frente a mí en éste momento.
Lo recuerdo de niño, ¿cómo no me dí cuenta antes? Quizás por qué has estado luchando por olvidar todo de el. Así que no notaste que el pequeño aquí es su viva imagen. Contestó mi voz interior.
— Aléjate de mi. — Ordene a al mocoso. Mi voz antes normal se volvió fría.
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Pues te reto.
... Luke.
No sé que hacer con Byron, lleva días llorando, desde que Lidia lo rechazó no ha hecho otra cosa que sufrir por ella.
— ¿Por qué mamá no me quiere? — Verlo en ese estado me mataba. Tengo todo el dinero del mundo, pero no puedo hacer que mi hijo sea feliz. ¿De que me sirve entonces? Tenía que hacer algo. No me importa si debo obligar a esa mujer, ella tiene que ser la madre de mi hijo.
— Mamá te ama.
— No es cierto. Ella dice que no es mi mami. Ella no me ve con amor.
— No llores. Mamá está estresada. Verás que muy pronto te amara igual que siempre.
— ¿Me lo prometes?
— Te lo juro.
Lydia.
Fui a la fiesta de facultad. No tenía ganas, Sierra insistió y terminé por convencerme. No era la fiesta llena de alcohol y música a todo volumen, esté era un evento tranquilo, habían tragos, pero de forma responsable, los profesores también estaban aquí. Esa era la razón principal de la contención.
— Te ves preocupada. ¿Qué está pasando? — Me encontraba debatiendo entre lo correcto y mi rencor. Hacer lo correcto era decirle de manera gentil al pequeño que yo no era su mamá, pero si lo deseaba podía ser esa tía que te cuida cómo a un verdadero hijo. La otra opción era mantenerlo tan alejado cómo fuera posible. Huir de la ciudad de ser necesario.
— Yo... — Sierra estaba en bobada, supuse que Joseph había llegado, siempre se pone loca con el, igual que todas las chicas, yo no sería inmune a sus encantos si mi corazón no estuviera tan roto. Sería una más de las que lo admira y desea, mis piernas se debilitarían al verlo pasar, mi razón dejaría de funcionar, por desgracia, no puedo sentir nada, ¿Cómo puedes sentir algo cuándo estás destruida?
— Lydia. — Esa voz de nuevo.
— ¿Lo conoces? — Sierra pregunto. Negué con la cabeza.
— No lo conozco.
— Necesito hablar contigo. — Bebi un poco del agua en mi vaso, me arrepentí de no elegir una cerveza, necesitaba alcohol en mis venas.
— Resulta que no tengo nada para hablar con un extraño. Esté es un evento de la universidad. Usted no debería estar aquí.
— ¿De verdad me harás las cosas difíciles? — El tono de amenaza no me gustó.
— Yo sólo quiero que salga. Y si se queda no me moleste. — Todas, en serio, todas las miradas estaban en Luke, ¿por qué me sorprende? Sigue siendo el modelo hermoso de siempre.
— No saldré a menos que salgas conmigo.
— Sus amenazas me tienen sin cuidado. — El me jaló.
— ¿Qué diablos? — Quise apartar mi mano de la suya.
— Escucha, tengo tanto poder que podria arruinar tu vida con el chasquido de mis dedos. ¿Quieres eso? — Me reí de su amenaza. Tendría miedo si mi vida no estuviera arruinada ya. — Conmigo no se juega Lydia. O sales por esa puerta. O hago que todos salgan.
— Suéltame. ¡Qué me sueltes!
— Déjala. — Joseph lo empujó. Ahora todos van a tener una idea equivocada, es el espectáculo perfectos para imaginar que dos hombres se están peleando por mi. — Ella no quiere ir contigo. No la molestes.
— ¿Quién eres?
— Alguien que detesta a los tipos cómo tú. Termina de salir, esté es un evento privado de la universidad, y tú no eres universitario.
— Soy Luke Collins. — Todos parecieron temblar al oír su nombre. — Si valoran sus trabajos y futuros salgan de aquí. — El salón quedo vacío en cuestión de segundos. Hasta mi amiga Sierra me abandono. ¿Por qué Joseph no hizo lo mismo? — ¿No valoras tu futuro?
— No la dejaré sola con un sicópata. — No entiendo por qué está actuando así. ¿Desde cuándo somos cercanos?
— Vete. — Le pedí. El no tiene por qué arruinar su vida. — Yo puedo lidiar con el.
— Pero...
— No somos amigos. — Casi grite. — Vete ahora. — Ignore su mirada. El salió sin decir nada. — ¿Qué? — Mis ojos llenos de odio apuntaron a Luke. El acomodó su traje, respiró profundamente y se calmo.
— Byron piensa que eres su madre. Él lleva días sin comer bien, está muy triste y me preocupa su salud.
— Llévalo al médico. — Respondí fríamente.
— Una visita al médico no serviría de nada. El te necesita. Se que entre tú y yo las cosas no terminaron bien. Pero el tu sobrino.
— Estás equivocado. La familia de tu esposa me desconoció. Ellos dejaron de ser mi familia hace cuatro años. Byron y esa gente no son nada mío.
— Sabes que las súplicas no son lo mío. Haré que seas su madre por las malas si es necesario. — ¿Cómo puede amar a éste hombre por tantos años? Sólo una idiota amaría a un hombre tan despreciable.
— No veo la forma en que puedas obligarme.
— Por mi hijo soy capaz de todo. No me retes. — Sus ojos clavados en los míos me hicieron darme cuenta de dos cosas. Siente dolor, la muerte de Layla lo destruyó, y dos, a pesar de eso, todavía sigue siendo determinado e inhumano.
— Pues te reto. — El me vió vacilante. — No me importa lo que hagas. No seré la madre de un niño que no es mío. — Tomé mi bolso y me fuí. El tenía determinación, pues yo tenía más. Desde hace mucho deje de ser la débil que de derretia con sólo escuchar su voz.