Sofia acaba de divorciarse luego de un matrimonio tranquilo en el que la falta de comunicación entres ella y su exesposo Erik los llevo al divorcio. En esta etapa de su vida ella decide renacer y hacer todas esas cosas que nunca hizo por lo que primero empieza con un nuevo trabajo.
Alessandro es el nuevo jefe de Sofia, el ayuda a la mujer a mejorar cada día mientras que poco a poco se va acercando a ella con el fin de no dejarla jamás.
NovelToon tiene autorización de Paola Alejandra Paolini para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capitulo 6
—Bueno, si lo pones así creo que si —respondo y me dirijo a la planilla con la dieta programada para poner algo de distancia entre ambos.
La dieta indica para hoy pasta rellena con una salsa de verduras y pescado. Que combinación más rara, pero nada que no se pueda hacer.
—Hoy es mi día de pastas, pero me gustaría que sea con alguna salsa que no lleve pescado, no tienes idea de cómo lo odio —llama mi atención haciendo que levante la vista de la receta prescripta.
—¿Pollo entonces? —pregunto.
—Sí y te juro que seré el amor de tu vida —dice divertido y yo me sonrojo como si fuera una colegiala.
—Tampoco exageres que me lo creo —me rio, pero él no se ríe conmigo—. Bueno, pastas... veamos que hay para prepararlas.
Me muevo en la cocina buscando los ingredientes, sintiendo que debo escapar de su intensidad. Siento que si no me protejo puedo llegar a perder. Me concentro y luego cuando ya tengo todo listo, miro que me sigue atentamente por lo que coloco una tabla frente a él y le pido que corte las verduras mientras yo organizo todo lo otro.
El silencio recae mientras tarareo y ambos vamos preparando el almuerzo. Cuando ya está listo sirvo su porción y luego me sirvo una para mí, pero más pequeña. Dejo una jarra con agua en la mesa y me siento a su lado para comer.
—Al final no fue tan difícil como supuse, usas muchos condimentos que no tenía idea que había —dice mientras toma el primer bocado—. Esto esta increíble.
—Soy la loca de los condimentos —afirmo tomando un bocado y disfrutando de este almuerzo como hacia tanto que no hacía.
—Tengo que atender a dos clientes esta tarde, luego tenemos tu chequeo junto con el nutricionista y el preparador físico, si es que todavía quieres hacer un plan saludable —dice.
—Si, quiero hacer algo para verme y sentirme mejor —digo y miro mi plato—. Nunca hice nada y creo que mi cuerpo lo va a agradecer.
—Nunca es tarde para mejorar, pero no creo que estes tan mal —alienta. Al parecer ahora se invirtieron los papeles y es el que trata de animarme a mí.
—Vas a ver como cambias de opinión cuando me pongan hacer algún ejercicio, si correr dos cuadras casi me mata no quiero ni pensar que pasara cuando tenga que hacer ejercicios —siento que me saco un peso de encima cuando mi temor sale de mi boca.
—Solo es cuestión de perseverancia y animo —me sonríe y creo que algo se remueve en mi vientre.
¿Un gas? ¡No, por favor!
—Voy a poner lo mejor de mí, así como esa pila de papeles que tenías en el cuarto del infierno —digo.
—¿Cuarto del infierno? —pregunta divertido.
—Se nota que nunca pasaste más de cinco minutos en él, es como dar un paseo por el inframundo pasar una hora en él, ahora imagina más de cuatro horas —respondo igual de divertida.
—Lo hubieras dicho antes y lo arreglaba, quiero que te sientas cómoda —dice—. Mañana buscaremos una oficina más grande, necesito que organices los nuevos clientes si ya terminaste con el papeleo para mañana, también quiero saber si podrías llevar la agenda con los horarios de la gente, sus carpetas médicas y bueno básicamente necesito que seas mi mano derecha.
—Sin problemas, soy tu chica —sonrío y me mira serio.
—Mira que me puedo tomar esas palabras muy en serio —dice y luego se ríe—. Bien chica mía, mañana tendrás una nueva oficina y equipamiento adecuado para tu trabajo. También vendrá mi hermana, ella es instructora de pilates, creo que le vas a caer bien.
—Maravilloso —respondo sin estar muy segura de que decir.
—Bien, ahora termina tu almuerzo, yo tengo que prepararme que ya deben de estar por llegar mi primer cliente —dice y supongo que se refiere a un paciente.
—¿Cuándo dices cliente te refieres a un paciente? —pregunto para aclarar mi duda.
—Si, pero prefiero referirme a ellos como clientes —dice y se levanta de su silla—. No te preocupes por limpiar, deja todo en el lavavajillas —señala el aparato debajo de la mesada.
—Okis... —respondo y veo como se retira.
¡Diablos que trasero!
¿Desde cuándo yo me fijo en esas cosas? Es como si estar aquí me hubiera hecho entrar a una nueva dimensión donde los cuerpos llamativos y bien formados captaran la atención que antes no hacia mero en mí.
¿Sera eso o el hecho de que ahora no estoy con Erik y me atrevo a ver a los hombres?
Como sea, Alessandro esta para darle, como diría Paola.
Termino mi almuerzo y guardo las sobras en un táper para meterlo en el refrigerador. Luego coloco todos los utensilios en el lavavajillas y vuelvo por última vez al cuarto del infierno y terminar rápido con esos papeles.
No pasa mucho y ya puedo decir que me siento dichosa de haber vencido esa montaña de papelitos interminables. Ya todo organizado en sus respectivas carpetas las acomodo en una estantería y dejo todo bien ordenado.
Miro la hora, no falta mucho para mi chequeo. No sé cómo sentirme con respecto a ello, sé que primero tengo que pasar por el consultorio de mi gruñón jefe y luego nos uniremos a los demás profesionales para preparar un plan nutricional y físico.
Salgo del cuarto del infierno y me dirijo al consultorio de Alessandro. Golpeo y espero hasta que me da la indicación de ingresar.
—¿Lista para tu chequeo? —pregunta.
—Si —digo y me acerco a donde él está sentado.
—Bien, vamos a comenzar con tus datos —dice mientras teclea en su computadora y me hace todo tipo de preguntas, algunas más vergonzosas que otras, sobre todo cuando me pregunta por mi siclo menstrual—. ¿Tomas anticonceptivos?
—No, estoy ligada —afirmo—. Luego del nacimiento de mi segundo hijo decidí llegar hasta allí.
—Supongo que tu marido está feliz con esa decisión —su tono profesional me confunde de momento, pero decido no pensar mucho en ello.
—Ex... y la verdad no sé qué pensaba de ello, es más creo que nunca se lo dije —admito pensativa.
Que mala mujer que fui.
—¿Porque nunca se lo dijiste? —me pregunta como si fuera mi amigo y no mi médico.
—Bueno, fue una decisión mía y no quería que el interfiriera —admito.
—¿Qué hubiera pasado si tu ex quería más hijos? —pregunta.
—Bueno... creo que hubiera encontrado la forma de hacerle saber que yo ya no podía y hubiéramos buscado otra forma de lograrlo —digo—, pero de todos modos no creo que él hubiera querido más hijos. Esta muy concentrado en su trabajo como para recordar que tiene una familia.
—¿Esa fue la causa de su divorcio? —pregunta.
—No, más bien fue la falta de comunicación además de que ya no sentíamos lo mismo el uno por el otro —digo y me acerco a él como para contarle un secreto—. Creo que él está enamorado de su secretaria.
—¿Y eso como te hace sentir? —pregunta y me quedo mirándolo.
Nunca lo había pensado ni planteado, pero creo que él se merece ser feliz con quien quiera. Lo nuestro no funciono, pero lo quiero es el padre de mis hijos y le deseo lo mejor.
—De cierto modo me hace sentir bien —admito—. ¿Eso es raro? —me siento tan cómoda hablando temas con el que ni con mi amiga platico.
—No lo sé, pero es admirable —dice y se acerca a mí a través de la mesa como si quisiera contarme un secreto—. ¿Y tú... planeas enamorarte de nuevo?
—No lo sé... —balbuceo perdida en su mirada intensa, me sonríe y se aleja.
—Ahora quítate la ropa —dice y me quedo congelada—. Tengo que pesarte y medirte.
¿Habrá alguna posibilidad de que el suelo se abra, me trague y me escupa en el otro lado del planeta?
—¿T-tengo que quitarme todo? —pregunto sintiendo que se me pega la lengua al paladar y me sonrojo de tal manera que siento morir.
Me mira tan intensamente que me da la sensación de ya estar desnuda ante él, sonríe y luego niega.
—Créeme cuando te digo que el día que te quiera desnuda ante mi yo mismo me encargare de deshacerme de todas tus prendas, una a una. Ahora ve al baño que está allí y solo quédate en ropa interior —señala una puerta a un lado y cuando me levanto para ir siento que me tiemblan hasta las pestañas.
¿Realmente acaba de decir que quiere conmigo?
Guau, no lo puedo creer.
Bendito Dios regreso tu inspiración y t reseteaste después con esos días d bloqueos q tuviste felicidades