Clandestino

Capítulo 7

Kerim y Oscar llegaron a Tijuana, el terreno ideal para construir estaba cerca de la colonia llamada la Joya. Tenía accesibilidad y las casas al rededor eran para clase alta, sin duda era ideal para una plaza comercial, un hotel, un casino por su gran extensión. Además se enteraron que estaba en venta el estadio y el equipo de futbol, solo que tenía que consultarlo con los socios de su empresa. Más tarde fueron a hospedarse a uno de los hoteles más prestigiosos del país.

—Bienvenidos sean.—decía el de la recepción

—Tenemos reservación a nombre de Kerim Retana Martínez.—

—Si por supuesto dos habitaciones suite master, me permite sus identificaciones y su tarjeta bancaria.—

—Si, claro.—tanto Kerim como Oscar entregaron sus pasaportes.—Disculpe usted sabe de quién es el terreno que está cerca de la joya.—

—No señor, no tengo idea. Pero acá a la vuelta hay un pequeño restaurante de mariscos, ahí conocen todo y a todos aquí en la ciudad.—

—Gracias por la información.—

Kerim y Oscar subieron a instalarse para después salir al restaurante que les habían sugerido, llegaron y pensaban que era un lugar más grande o por lo menos uno instalado. Pero no, eran unas mesas en la calle y un puesto rodante. Se sentaron en la barra para ordenar, ellos podían ver cómo preparaban todo.

—¿Que les vamos a dar güeros?—

—Quiero su especialidad, dos por favor y un par de cervezas.—respondió Kerim

—Claro que si de inmediato.—les sirvieron sus tradicionales caldos de banqueta, muy famosos en la ciudad. Kerim los probó y Oscar no se quedó atrás, algo nuevo para ellos.—¿Qué tal les gustaron?—

—Si, de lo mejor. Nos recomendaron con usted aquí en el hotel.—Kerim le hacía conversación.—¿Terminan y se van?—

—No güero aquí terminamos hasta la una de la madrugada, por eso somos famosos. Somos los únicos, la jaiba brava. Ustedes vienen de España, ¿verdad?—preguntaba don Jaibas, todos así lo conocían.

—Si, estamos aquí buscando al dueño del terreno que está junto a la joya, pero nadie sabe darme datos sobre él.—Don Jaibas dejo el cuchillo y los observo a ambos.—¿Usted sabe dónde los puedo encontrar?—

—Si, pero no son personas fáciles de tratar. Además ya no viven en esta ciudad, se habían mudado a otra ciudad de la frontera. Creo que a Juárez, después de la tragedia se fueron a Monterrey. Al único de los Santoscoy que vi antier fue a Ramón, él fue el que me dijo todo esto. Pero quiere un buen consejo, olvídese de ellos. Dudo que quieran venderle el terreno, nadie les ha logrado comprar, no pierda su tiempo.—

—Solo quiero hacerles una oferta.—

—Ellos son dueños de todo lo que ve, de casi toda la frontera. No creo que haya propuesta que los convenza.—

—Le agradezco.—Kerim pudo notar en su expresión que estaba diciendo la verdad, sin embargo él no era un hombre que se diera por vencido.

Así que al siguiente día, salieron directo a Monterrey. Al llegar al hotel tenían un mensaje de su socio en la cervecería, debían buscar a Víctor Santoscoy en San Pedro Garza. Los Santoscoy tenían un antro muy popular en la sultana del norte, llamado rosa cantina. No cualquiera era admitido, todos los jóvenes de dinero se reunían ahí para celebrar. Kerim no era la excepción, al verlo llegar en su automóvil de lujo sin duda lo dejaron accesar. sabía que Santoscoy estaría ahí, necesitaba conseguir una cita para hablar de negocios. No perdió oportunidad, le solicitó al mesero que le consiguiera hablar con Santoscoy.

—Déjeme intentarlo, de echo ellos están en la zona v.i.p, ¿si los ve? Pero si se da cuenta está lleno de su seguridad.—decía el mesero

—Si logras hacer que me dejen acercarme a ellos, te pagaré bien.—Kerim notaba a la mujer de cabello largo que estaba sentada junto a Victor el cual ya identificaba gracias al mesero, y como ignorar a semejante mujer, si era muy llamativa. Sin duda supuso que era la esposa.

El mesero fue hasta el área de sus jefes y señaló a Kerim, Víctor le dio una negativa. Kerim pudo ver que él se puso de pie y se marchó con dos de sus acompañantes. Supuso que lo había rechazado, comprobaba lo que le había advertido don Jaibas en Tijuana. Después se acercó una vez más el mesero.

—Señor que puede pasar pero solo usted, que su amigo debe esperarlo aquí, le traeré una botella de cortesía.—le informó el mesero, Kerim se sentía confundido, aún así se puso de pie y caminó hasta la área exclusiva, pero solo estaba aquella bella mujer en compañía de otra joven. Era inevitable no apreciar su figura con su atuendo entallado que no dejaba nada a la imaginación toda su perfección.

—Así que estaba buscando a los Santoscoy, ¿para que?—Kerim no le quitaba la mirada de encima

—Me gustaría hablar con su esposo.—

—Así que quiere hablar con mi esposo, ¿de que?—preguntó de nuevo

—Quiero hablar de negocios, soy Kerim Retana.—respondió Kerim y tragó saliva, aquella mujer le robaba el aliento a cualquiera.

—Bien el martes llegue a esta dirección a las diez de la mañana, ahí Santoscoy lo recibirá. Como comprenderá, este no es un lugar adecuado para hacer negocios.—respondió

—En eso tiene razón, las dejo seguir disfrutando de la noche. Gracias bella dama.—Kerim siempre era galante con las mujeres, ella le regaló una sonrisa y no le quitaba la mirada de encima.

—Leonela, ¿por qué no le dijiste que tú eres la jefa? Ahora cree que se va a reunir con tu esposo.—preguntaba su mejor amiga Sonia.

—Quiero ver su rostro cuando se entere que es conmigo con quien tiene que negociar, además notaste lo atractivo que es.—

—Creo que tú viste más que yo, aunque si logré notar que te comía con los ojos.—

—Si también lo noté, pero es casado. Traía su argolla.—

Kerim bebía unos tragos que habían sido cortesía de Leonela, Kerim no era de los hombres que andaban de bobos. Pero esa mujer desconocida tenía una fuerza, era como un imán lograba atrapar su atención.

De pronto observó que se levantó de su lugar y en compañía de la otra mujer caminaron hacia la salida, él no dudó en salir detrás de ella. Para ver si volvía a verla con Víctor Santoscoy, pero solo pudo observar que se subió a una camioneta negra que conducía un hombre que estaba armado. Pero antes de subir, la mujer le guiñó el ojo. Kerim bajo la mirada.

—Te volviste loco, va a pensar que la estás acosando. Es más si le dice a su esposo, olvídate de llegar a un acuerdo con él.—le sugería Oscar

—Tienes razón, ya deberíamos irnos. Después de todo conseguimos la cita con los Santoscoy.—

Durante esos días antes de que llegara su cita, no podía dejar de pensar en ella. Ni si quiera tuvo la atención de preguntar su nombre. Aunque era mejor así, quería evitar que cualquier malentendido arruinara su oportunidad de negociar. Puntualmente Kerim y Oscar llegaron a la dirección que le habían dado, sin duda eran empresarios importantes ya que tenían su propio edificio.

—Buenos días, ¿Con quién tiene la cita?—pregunto Andrea la asistente principal

—Buenos días, con Víctor Santoscoy.—respondió Kerim.

—Lo siento debe estar en un error, el licenciado Víctor Santoscoy está de viaje por Colombia. Y no regresará en dos semanas.—respondió Andrea, Kerim se molestó. En ese momento llegó Leonela con su traje sastre blanco, totalmente distinta a ese día.

—Está burlándose de mí acaso.—le reclamó Kerim

—No, usted tiene una cita con Santoscoy. Andrea llévanos café a mi oficina a los tres, acompáñenme por favor.—Leonela les mostró el camino hacia su oficina.—Pero por favor tomen asiento.—

—Usted me citó pero su esposo está en Colombia.—Leonela se reía de Kerim.—¿Que es gracioso?—preguntó molesto.

—Que siga diciendo que Víctor Santoscoy es mi esposo, él es mi hermano y apoderado legal de algunas empresas de nuestra familia. Pero si quiere hacer negocios, es directamente conmigo. Permítame presentarme soy Leonela Santoscoy Bernache, la presidenta, la jefa y la líder de empresas Santoscoy. Sé que esperaban un hombre al frente, pero no me subestimen por ser mujer. Bien ahora los escucho.—Leonela había dejado sin palabras a Kerim.

Después de decirle que era lo que querían de ella, y le mostraron la cifra que estaban dispuestos a pagar. Leonela lo observaba, sin duda Kerim era un hombre muy interesante y decidido.

—Lo siento, pero mis terrenos en el país no están en venta.—

—Pero acaba de venderles terrenos a un empresario Italiano, para los mismo fines.—insistía Kerim

—¿Quién le dio esa información?—preguntó Leonela

—En la cámara de comercio.—respondió Oscar

—Eso es mentira, es una inversión de mi empresa. El empresario italiano solo estuvo aquí para hacer una propuesta, pero al igual que a ustedes rechacé su ofrecimiento. Lamento no poderles ayudar, pero estoy segura que hay más terrenos que pueden comprar en este país. Ahora si me permiten tengo otra reunión.—

—Piénselo, estamos dispuestos a pagar una buena cantidad. Le dejo mis datos de donde puede localizarme.—insistió Kerim

Leonela tomó la tarjeta donde le dejaba sus datos, salieron Kerim y Óscar de su oficina. Enseguida Leonela rompió en pedazos la tarjeta que le había dado Kerim, después la tiró en la basura, era claro que ella no tenía nada que pensar sobre aquel ofrecimiento. Además llamó a Báez para reclamarle por haber sido descuidado con los datos de su socio.