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Entre Las Páginas Del Destino

Entre Las Páginas Del Destino

Status: En proceso
Genre:Espadas y magia / Romance / Viaje a un mundo de fantasía / Yaoi / Aventura / Fantasía LGBT
Popularitas:2.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Shion Miller

Cleoh era solo un nombre perdido en una línea secundaria de una novela que creyó haber olvidado. Un personaje sin voz, adoptado por una familia noble como sustituto de una hija muerta.

Pero cuando despierta en el cuerpo de ese mismo Cleoh, dentro del mundo ficticio que alguna vez leyó, comprende que ya no es un lector… sino una pieza más en una historia que no le pertenece.

Sin embargo, todo cambia el día que conoce a Yoneil Vester: el distante y elegante tercer candidato al trono imperial, que renunció a la sucesión por razones que nadie comprende.

Yoneil no busca poder.
Cleoh no busca protagonismo.
Pero en medio de intrigas cortesanas, memorias borrosas y secretos escritos en tinta invisible, ambos se encontrarán el uno en el otro.

¿Y si el destino no estaba escrito en las páginas del libro… sino en los espacios en blanco?

NovelToon tiene autorización de Shion Miller para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 22

El sendero hacia el pueblo se abría entre árboles cubiertos de escarcha, y el aire frío de la tarde parecía revitalizar cada paso que daban. Cleoh avanzaba con una energía difícil de ocultar: la emoción le brillaba en los ojos, aunque hacía verdaderos esfuerzos por mantener un aire calmado… o al menos, lo más digno posible para alguien que llevaba puesto un vestido ajeno.

Anne caminaba a su lado con la capa bien ajustada, sin dejar de vigilar que Cleoh no tropezara con la falda. Ella hablaba con la serenidad habitual, sin notar que él observaba todo con la fascinación de un niño saliendo al mundo por primera vez.

—Hacía… mucho que no salía —comentó Cleoh, intentando sonar despreocupado—. No recuerdo bien cómo era el festival de escarcha.

La frase estaba cuidadosamente disfrazada, como si simplemente trotase entre recuerdos borrosos. En realidad, su voz cargaba un silencioso ¿qué ocurre allí?.

Pero Anne no captó nada fuera de lugar.

—Suele ser muy bonito, señor Cleoh —respondió con alegría suave—. Este año dicen que estará incluso mejor, porque los magos del pueblo ayudarán con los preparativos como siempre.

Cleoh entreabrió los labios, sorprendido.

—¿Magos…? Quiero decir… sí, sí, claro. Pero… ¿cómo participan exactamente?

Anne sonrió, complacida de poder explicarlo.

—Hacen pequeñas ilusiones para los niños, encantan las luces para que brillen como si tuvieran estrellas atrapadas dentro, y algunos crean figurillas de hielo que se mueven un poco. Nada peligroso, por supuesto.

Él escuchaba como si estuviera recibiendo una revelación.

—Suena… muy bonito.

Anne asintió, mirando hacia adelante.

—Lo es, señor. Además, tocarán los músicos de la familia Ilwen. Y este año habrá nuevos puestos. Me contaron que uno vende dulces que dejan una estela brillante al morderlos.

Los ojos de Cleoh se abrieron con una sorpresa que no logró contener.

—¿En serio?

Rápidamente carraspeó para moderar su entusiasmo— Digo… había olvidado ese detalle.

Anne soltó una risa discreta.

—No es extraño, señor Cleoh. Usted casi nunca salía durante estas fechas. Francamente, pensé que tampoco querría hacerlo este año, así que me alegra que haya tenido ganas de venir.

Cleoh bajó la mirada un instante, sintiendo un extraño calor de satisfacción.

Noah —el verdadero que respiraba dentro de ese cuerpo— estaba disfrutando de una libertad que no sabía que anhelaba tanto.

—Solo… necesitaba un poco de aire —dijo con una honestidad tranquila, observando cómo el camino descendía hacia el pueblo, donde luces mágicas comenzaban a prenderse como luciérnagas.

Anne sonrió, sincera, sin sospechar en lo más mínimo.

—Me alegra escuchar eso, señor. Será una noche preciosa.

El camino se estrechaba a medida que descendían, y las primeras luces del pueblo empezaron a asomarse entre las ramas. De lejos parecían luciérnagas atrapadas en una danza, pero a medida que se acercaban, Cleoh descubría que no eran lámparas comunes: cada una brillaba con un tono distinto, como si respiraran suavemente. Un azul tenue, un dorado cálido, un rosa que parpadeaba como si saludara.

Anne se detuvo un instante para ajustar la capa de Cleoh, asegurándose de que el broche no llamara demasiado la atención.

—No se preocupe, señor —dijo con una sonrisa tranquila—. Aquí nadie le prestará demasiada atención, todos estarán ocupados celebrando.

Cleoh observó el panorama con los ojos muy abiertos. El aire olía a azúcar tostada y a madera húmeda, mezclado con algo parecido a hierbas especiadas. Las calles estaban llenas de cintas colgantes, algunas flotando sin cuerdas gracias al toque de magia local. De vez en cuando, una chispa de luz se elevaba, dejando un rastro brillante en el aire antes de desvanecerse.

—Es… —Cleoh buscó una palabra, pero ninguna le parecía suficiente—. Mucho más de lo que recordaba.

Anne asintió con cierto orgullo, como si ella misma hubiera montado la mitad del festival.

—El pueblo se esfuerza mucho cada invierno. Todos ayudan con algo. Mire, allí están las mesas donde se reparten los panes dulces, y más adelante, los magos jóvenes suelen hacer pequeñas proyecciones para los niños.

Casi como si respondieran a su mención, unas figuras diminutas de luz se elevaron desde un grupo de chicos: animales hechos de brillo puro que corrían por el aire antes de deshacerse en destellos. Cleoh los observó con una mezcla de sorpresa y fascinación infantil.

—Siguen siendo igual de… llamativos que antes —murmuró, intentando sonar casual, aunque su voz temblaba de emoción contenida.

Anne no parecía darse cuenta.

—Sí, señor. Los magos compiten entre ellos para ver quién crea la ilusión más bonita. A veces el alcalde incluso les da una moneda de plata como premio. Oh, mire —señaló con entusiasmo contenida— ya instalaron la fuente de hielo.

La estructura, en el centro de la plaza, parecía un árbol cristalino cuyas ramas goteaban pequeños hilos de luz azulada. La gente se reunía alrededor para admirarlo, dejando escapar exclamaciones.

Cleoh sintió un nudo cálido en la garganta, era demasiado hermoso, demasiado nuevo, demasiado… real.

—Anne… —empezó a decir, sin terminar la frase.

Ella lo miró de reojo, suave.

—Sí, señor Cleoh.

—Gracias por traerme.

Anne sonrió, esta vez sin reservas.

—No tiene que agradecerme. Usted casi nunca tenía oportunidad de disfrutar de algo así. Me alegra que sea distinto hoy.

Un grupo de niños corrió cerca de ellos, dejando tras su paso una lluvia de brillitos mágicos. Cleoh alzó la mano sin pensarlo y atrapó uno. La chispa se deshizo en su palma como una pequeña risa.

Anne lo miró con cariño.

—Deberíamos probar los dulces antes de que se acaben —sugirió—. Y si quiere… podría mostrarle las linternas flotantes, las que sueltan junto al río.

—¿También hacen eso? —preguntó Cleoh sin poder ocultar su entusiasmo.

Anne soltó una risita suave.

—Sí, señor.

Cleoh solo sonrió, nervioso y emocionado a partes iguales, mientras seguían avanzando hacia el corazón brillante del festival. El mundo, por fin, parecía abrirse ante él de una forma que nunca antes había podido vivir.

La tarde avanzaba entre luces danzantes y aromas dulces. Cleoh y Anne habían probado panecillos de miel, observado ilusiones flotantes y dejado que la música del pueblo los envolviera. Cleoh no recordaba la última vez que había reído tanto sin miedo, sin reservas, sin la sensación de estar rompiendo reglas invisibles.

—Señor, mire —dijo Anne señalando un puesto lleno de pequeñas esferas brillantes—. Son frutas glaciales, solo las venden este día.

Cleoh tomó una entre los dedos, maravillado por el toque frío que dejaba en la piel. Todo parecía tan diferente… tan vivo.

Pero la magia de la tarde recibió un sobresalto cuando una voz potente rompió la calma:

—¡Anne! ¡Anneee, hermanita!

Anne se tensó de inmediato, su sonrisa se congeló.

—No… No, no, no, no… —murmuró apretando los dientes—No hoy…

Cleoh la miró, sorprendido.

—¿Quién…?

Antes de terminar la pregunta, un chico de unos veinte y tantos apareció abriéndose paso entre la gente, agitando el brazo e irradiando energía por cada poro. Alto, de sonrisa pícara, ojos vivaces… y una actitud tan descarada que casi parecía brillar por sí misma.

—¡Anne! —repitió el joven— ¡Sabía que te vería por aquí!

Anne dio un paso rápido hacia Cleoh, como una gallinita intentando esconder a un cisne detrás de su ala.

Intento adorable… pero completamente inútil: Cleoh sobresalía casi una cabeza por encima de ella.

—Señor —susurró Anne desesperada— Por favor, mantenga la cabeza baja…

Pero ya era demasiado tarde.

El hermano de Anne llegó frente a ellos… y al ver a Cleoh, se detuvo en seco.

Los ojos del chico se agrandaron. Su sonrisa se volvió peligrosa, casi encantadora.

—¿Y esta preciosidad…? —murmuró, mirando directamente a Cleoh como si acabara de descubrir un tesoro legendario— Pero mírate… ¡Princesa!

Cleoh parpadeó, completamente desconcertado.

—¿P-princesa?

—Oh, cielos… —bufó Anne, llevándose una mano al rostro.

El hermano se pasó una mano por el cabello, intentando —sin éxito— parecer más seductor de lo que ya creía ser.

—Qué ojos más hermosos… —dijo, inclinándose un poco para ver mejor el rostro de Cleoh—. Claros como el hielo de la montaña. ¿De dónde sale alguien tan bella en un día como hoy?

Cleoh abrió la boca, aturdido, sin saber si debía hablar, huir o fingir desmayarse.

Anne saltó entre ambos como un muro diminuto pero furioso.

—¡Basta ya, Erian! ¡Ella—él—ella es mi amiga! ¡Y es muy tímida, así que no la molestes!

—¿Tímida…? —Erian se inclinó para mirar por encima del hombro de Anne, como si nada— Pues yo veo a una joven encantadora tratando de esconderse. ¿Cómo puedo ignorar eso?

—¡Ignóralo perfectamente! —chilló Anne, empujando su pecho con ambas manos.

Erian ni se movió.

—Solo quiero saber su nombre —insistió él, sonriendo directamente a Cleoh— ¿Cómo se llama, princesa?

Cleoh tragó saliva, sintiendo el calor subiéndole por las mejillas.

—Yo… yo…

Noah por dentro gritaba.

¿Cómo podía alguien ser tan directo? ¿Tan… descarado?

Erian soltó una carcajada suave.

—Vamos, no tengas miedo. No muerdo… a menos que me lo pidan.

—¡¡ERIÁN!! —bramó Anne, roja de furia— ¡Déjala en paz antes de que te arranque las orejas y las use de adorno!

Erian la miró con un gesto que claramente decía ay, qué adorable cuando se enfada.

—Hermanita… no exageres.

Luego volvió su atención a Cleoh, que parecía atrapado entre la vergüenza, el pánico y la total incredulidad.

—Dígame, princesa —repitió, con un guiño descarado— ¿Puedo invitarla a dar un paseo por el festival?

El corazón de Cleoh dio un salto tan brusco que casi se le olvidó respirar.

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Arin Wang
🥰
Shian Leen
muy buena historia, estaré esperando más capítulos
Lex
Me encanta💕
Lenn
me encanta
BodySnatcher
Me encanta como escribes, me hace sentir parte de la historia. Espero poder seguir leyendo más de tus obras.
Shoot2Kill
más capítulos porfavor
Zorro Rojo
Muy buena historia🎉✨ a mi me gustó hasta ahora, y quería saber si podrías leer alguna de las mías y darme tu opinión 😅
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