Juzgar a los personajes de una novela barata fue tan fácil, esto es Karma. Ahora soy la chica ridícula que se aferra al protagonista sólo para ser despreciada, ni en broma, afortunadamente la trama no empieza. Me salgo del guión, palabra de honor.
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Confrontación
Saulo había notado extraño a Gabriel desde que llegaron a Haro. No le había preguntado nada. Su amigo ya le diría si era importante, eso fue lo que se dijo ayer, pero hoy, ya no pensaba así y estaba realmente preocupado. Cuando designaron las habitaciones de la posada estaba furioso por la presencia de Rafael en la misma, por poco y casi se van de nuevo a las manos, pero fue Gabriel con su habitual delicadeza quien intervino y suavizó la situación y aunque Saulo agradeció la intervención no le prestó atención a otra cosa que no fuera su inconformidad.
Saulo había conocido a Gabriel en la Academia Delta Adhara, a raíz de la competencia, para obtener el derecho a participar en la excursión, ofrecida a las clases de mejores resultados. Esa situación en concreto hizo que Gabriel entrara a su círculo. Inicialmente, se preocupó porque el chico era realmente deslumbrante y temía que Amarilis se prendara de él, pero eso nunca sucedió.
Después fue notando ciertas cosas, pero la que le abrió los ojos fue Amarilis. Recuerda que ese día en particular estaba en la biblioteca buscando unos libros que Sol necesitaba y Amarilis llegó preguntando, dónde podía encontrar a Gabriel. Él inmediatamente celoso le había dicho para herirla.
- Qué, te ha dejado plantada, tu cita?
- Gabriel?, mi cita?, pero si serás tonto, como no me convierta en hombre, no sé cómo voy a interesarle; en fin si lo ves dile que lo estoy buscando.
Amarilis se había ido dejando semejante bomba sin aclarar nada. De camino a la habitación de Sol, vio a Gabriel, saliendo de secretaría con una carta en las manos. Se acordó que Amarilis lo estaba buscando y mientras se acercaba al chico se fijó por primera vez en él. Era realmente hermoso, no el hermoso de bonito sino, el hermoso de deslumbrante y delicado. Había un innegable aire de nobleza en sus gestos y ese algo misterioso que da curiosidad por saber más.
A Saulo nunca le habían gustado los hombres, pero debía reconocer que de gustarles, Gabriel sería su tipo. Se reprendió a sí mismo, qué cosas se le ocurrían, esa Amarilis siempre haciendo que pensara cosas raras. Al fin llegó a donde Gabriel leía la carta y le dijo con más brusquedad de la que pretendía que la Chica lo buscaba y así sin decir nada más, dio media vuelta sin esperar respuesta. No sin antes notar, que Gabriel había doblado la carta que leía y la había deslizado debajo de un libro. Era evidente que no quería que él la viera, pero no fue lo suficientemente rápido y alcanzó a ver el sello del Reino Abner. Se fue haciéndose mil preguntas. ¿Qué relación podría tener ese chico con el poderoso Reino?
Desde el día que Amarilis le había insinuado la condición de Gabriel, se encontró observando sus movimientos. Fue así que notó, que a pesar de la impactante belleza del joven, este siempre se mantenía solitario, con una profunda tristeza en la mirada. No le gustaban las chicas de la escuela, eso era seguro, las rechazaba con cortesía, pero con firmeza. A veces cuando creía que nadie lo observaba, se mostraba una fragilidad que hacía pensar que desaparecería en cualquier momento. Fue por esta época que Saulo casi lo arrastró a su pequeño círculo, pues le asustaba la mirada vacía que en ocasiones mostraba el chico. Era la mirada de quien está listo para partir de esta vida.
Y precisamente ahora, era esa mirada la que volvía a ver en su amigo. Decidió confrontarlo sin demora. Esa mañana Gabriel estaba más nervioso que nunca y Saulo le dijo que necesitaba que lo acompañara a comprar algunas cosas. Era el segundo día que estaban en Haro esperando que llegara el guía y los delegados del Reino Abner.
Ya en la calle trató de sonsacarle información de forma sutil, sin resultado ninguno. Encontró un lugar acogedor, en una terraza con vistas al mar, en una pastelería y alegando que estaba agotado 😩 por el intenso Sol, convenció a Gabriel para que entraran al lugar. Pidieron té de menta con pastel de manzana para Saulo y té de manzanilla con pastel de fresas para Gabriel.
Estaban por terminar las raciones, el silencio era opresivo, Saulo no soportó más y a boca de jarro preguntó.
- Gabriel, ¿cuál es tu relación con la realeza de Abner?
Gabriel se atragantó con un pedazo de pastel, Saulo lo ayudó palmeándole la espalda, pero sin compasión una vez recuperado le dijo:
- Y bien? Te escucho.
- Soy el príncipe de Abner.
Saulo que estaba solviendo su té, lo escupió de golpe.
- Qué eres qué?
- Más bajo, estás llamando la atención.- dilo Gabriel como si hablara del clima.
Saulo se quedó callado 😶, asimilando la revelación. Mientras Gabriel como si no hubiese dicho nada continuó comiendo su pedazo de pastel.
- Tendré que llamarte su alteza de ahora en adelante, supongo.
- Ni se te ocurra, soy Gabriel para ti siempre. Lo haz entendido.
- Gabriel, sabes que puedes contarme cualquier cosa, quiero que sepas eso. Me preocupas. Eres mi amigo.
- Estás seguro? Creo que soy yo quien no está preparado?
- Preparado para qué?
- Para contarte mi historia, tengo miedo de decepcionarte a ti y a las chicas.
- No veo cómo puedas decepcionarme, sorprenderme en cambio, eso sí que lo has logrado.
- No entenderías, no ... Es algo que... No, olvídalo, quieres.
- No puedo hacer eso , me preocupas, quiero ayudarte.
- Ayudarme dices? Gracias sinceramente, pero no puedes ayudarme con eso, la verdad soy un maldito egoísta.
- Gabriel, sé que te gustan los hombres, en realidad las chicas también lo saben, si eso es lo que te preocupa...
- Y no te importa, no les importa, no creen que soy una persona sucia?
- No Gabriel, eso no nos importa, no eres una persona sucia, eres una persona increíble, eres nuestro amigo y no vamos a renunciar a ti, así que no te alejes
El chico se puso interesante rojo, sin previo aviso las lágrimas empezaron a salir, había estado preocupado hasta ahora, pensando que lo repudiarían por sus gustos. Agradecía está bondad del destino. Terminó desahogándose con Saulo, vació su alma. Contó cómo por espacio de aproximadamente medio año había mantenido una relación secreta con su escolta designada, pero todo acabó por los celos de este. Claudio pasó de ser amable y considerado a un tirano obsesionado.
Al inicio Gabriel creyó que lo amaba, pero después se dio cuenta que no era así, el chico le gustaba físicamente, pero hasta ahí. Claudio era grosero con cualquier hombre o mujer que se acercara a él, en más de una ocasión encontró entre las brazas pedazos de papel que estaba seguro eran cartas dirigidas a él, pero la gota que colmó el desencanto final, fue el incidente con la señorita Patricia. Esa joven se decía era posiblemente la futura princesa heredera. Ya la casa ducal y el Rey habían concertado el compromiso, por lo que pronto la joven, vendría al palacio a comenzar su entrenamiento, dos días antes de su ingreso al palacio fue hallada muerta en su habitación.
Una semana antes de este trágico suceso Gabriel había tenido una fuerte discusión con Claudio por tal motivo. Este le dijo que se iba a arrepentir. Ese mismo día se marchó del palacio alegando que iría a tratar con una banda de salteadores que acechaban por las cercanías de la capital. De los hombres que fueron con él ninguno viró con vida y los bandidos tampoco, los trajo a todos en la carreta que compró a un campesino.
Para cuando Claudio regresó, ya la futura princesa heredera había sido hallada muerta y aunque para los implicados las sospechas recaían en él, no había forma de probarlo. Su padre el Rey había tenido que intervenir en el asunto. Aprovechando la hazaña realizada con los bandidos, le otorgó el título de marqués a Claudio, enviándolo al lugar más remoto y peligroso del Reino. En cuanto a él lo había enviado a la Academia Delta Adhara.