Valeria Intriago y Esteban Miller son una pareja que parece perfecta, pero todo se derrumba cuando ella descubre que él la engaña con su mejor amiga, Camila García. Devastada, Valeria decide vengarse y comienza un juego peligroso de seducción con el hermano de Esteban, quien también tiene sus propios secretos oscuros.
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Venganza o Algo Más
El eco de las palabras de Damián aún resonaba en la mente de Valeria.
"Cuando estés lista para algo real, búscame."
Lo había dicho con tanta seguridad, con esa voz grave y firme que lograba desarmarla.
Pero lo que más la inquietaba no era el rechazo.
No.
Lo que la perturbaba era la duda que había sembrado en ella.
Porque ahora, al quedarse sola en su departamento, sintiendo aún el calor de sus labios y recordando la intensidad con la que él la había besado antes de apartarse, Valeria empezó a preguntarse si todo esto seguía siendo una venganza… o algo más.
Se dejó caer en el sofá, cruzando las piernas y frotándose las sienes.
"Esto es por Esteban. Solo por Esteban."
Se repitió esas palabras una y otra vez, como una grabadora, como si al decirlo suficiente lograra convencerse.
Quería verlo sufrir.
Quería que sintiera celos, que se diera cuenta de lo que perdió.
Pero entonces, ¿por qué su corazón latía con tanta fuerza cada vez que Damián la miraba?
¿Por qué sentía que se quedaba sin aire cuando él la tocaba?
¿Por qué, por un instante, el mundo entero se había detenido cuando la besó?
No.
No podía permitirse estos pensamientos.
Lo que pasó esa noche no significó nada.
Damián solo era una pieza en su juego.
Eso tenía que recordarlo.
Los días pasaron, y Valeria intentó distraerse.
Salia solo a distraerse, se enfocó en su trabajo, evitó cualquier pensamiento relacionado con Damián.
Pero su mente era traicionera.
Cada vez que cerraba los ojos, recordaba el roce de sus labios, la forma en que su cuerpo se había estremecido cuando él la había tomado de la cintura.
Y esa maldita sensación de vacío cuando se apartó.
Esa noche, decidió salir a despejarse.
Necesitaba respirar, tomar algo, distraerse.
Pero el destino parecía decidido a atormentarla.
Porque en cuanto entró al bar donde solía ir, lo vio.
Damián.
Estaba en la barra, acompañado de un par de amigos, riendo con esa sonrisa despreocupada que siempre llevaba.
Pero lo que realmente hizo que su sangre hirviera fue la mujer que estaba con él.
Alta, esbelta, de cabello oscuro y labios rojos.
Ella se inclinaba hacia Damián con demasiada confianza, tocándole el brazo, riendo con descaro.
Y él… no se apartaba.
Valeria sintió una punzada en el pecho.
Una que no esperaba sentir.
Celos.
Y eso la hizo enfurecer consigo misma.
"No me importa."
Se obligó a mirar hacia otro lado, pero sus pies se movieron casi por instinto, llevándola directamente a donde estaba él.
—Vaya, qué coincidencia encontrarte aquí, dijo con una sonrisa que no llegó a sus ojos.
Damián alzó la mirada y su expresión cambió sutilmente.
Por un instante, pudo jurar que vio un destello de sorpresa… ¿o placer?
—Valeria. Pronunció su nombre con una calma que la irritó.
La mujer que estaba con él la miró con curiosidad y luego regresó la vista a Damián con una sonrisa insinuante.
—¿Nos presentas?
Damián tardó un segundo en responder.
—Valeria, ella es Lorena. Una… amiga.
"Amiga."
Claro.
Valeria sonrió, pero algo en su interior ardía.
—Encantada. dijo con fingida amabilidad.
Lorena la analizó unos segundos antes de devolverle la sonrisa.
—He oído hablar de ti.
Valeria alzó una ceja.
—¿Ah, sí?
Lorena bebió un sorbo de su copa, disfrutando la tensión.
—Damián mencionó que intentaste besarlo, pero él no juega esos juegos.
El estómago de Valeria se contrajo.
¿Se lo había contado?
Se sintió humillada.
Pero no lo demostraría.
Nunca.
Se inclinó ligeramente hacia Damián, ignorando por completo a Lorena.
—No te preocupes, cariño. No todos los hombres son lo suficientemente valientes para manejarme.
Damián sonrió de lado, como si disfrutara el desafío en su voz.
—¿Eso crees?
Ella se encogió de hombros con fingida indiferencia.
—Lo sé.
Lo sostuvo con la mirada, esperando que dijera algo más.
Pero entonces, para su sorpresa, él solo sonrió con tranquilidad y bebió de su vaso, sin romper el contacto visual con ella.
Y por alguna razón, ese gesto la desconcertó más de lo que esperaba.
Porque en sus ojos no había burla.
No había enojo.
Solo… curiosidad.
Como si estuviera esperando algo de ella.
Y eso la desconcertó más de lo que quería admitir.
—Nos vemos luego, Valeria.
No le dio oportunidad de responder.
Se giró hacia Lorena y siguió conversando con ella como si nada hubiera pasado.
Como si Valeria no significara nada.
Y eso, más que cualquier otra cosa, la hizo hervir de rabia.
Porque ahora, más que nunca, se preguntaba si esto seguía siendo venganza…
O si estaba comenzando a perder el control.