Luca y Dimitri han estado colaborando durante años, formando un lazo inquebrantable entre las dos mafias. Pero cuando una nueva amenaza surge de una facción rival que podría destruirlos a ambos, se ven obligados a tomar medidas extremas para fortalecer su alianza: un matrimonio entre Luca y Anya. Luca no está interesado en casarse con la "niña malcriada" que siempre le ha causado molestias, pero Dimitri insiste en que es la única manera de unir las familias y evitar el desastre.
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Capítulo 6: Atrapados en el Juego
Los días siguientes se movieron a un ritmo frenético. El puerto se reforzaba con más hombres de confianza de Luca y Dimitri, mientras las reuniones con los contactos en los Balcanes avanzaban a paso firme. Luca seguía manteniendo un control férreo sobre cada detalle, pero algo había cambiado en la dinámica. Anya estaba presente en más reuniones, su voz más escuchada de lo que Luca habría imaginado semanas atrás.
Una tarde, mientras discutían la propuesta de alianza en el despacho, Luca recibió una llamada urgente. Era uno de sus hombres en Francia.
"Capo, tenemos problemas. Los franceses se están moviendo antes de lo previsto. Están reclutando a los sicilianos para un ataque simultáneo en el puerto y algunas de tus propiedades en el norte."
Luca se tensó. "¿Cuándo?"
"En menos de una semana."
Colgó el teléfono, su mente girando a toda velocidad. Si los franceses lograban sumar a los sicilianos, la guerra estaba prácticamente garantizada. No habría tregua. Sería un caos. Se giró hacia Anya, quien había estado escuchando en silencio desde el otro lado del escritorio.
"Tenemos que actuar rápido. Si no detenemos a los sicilianos antes de que se unan a los franceses, perderemos terreno."
Anya asintió, sin perder la compostura. "Podemos adelantarnos. Sé cómo contactar a los líderes sicilianos. Si jugamos nuestras cartas bien, podríamos persuadirlos de que no se alíen con los franceses."
Luca la miró, sorprendido por su conocimiento. "¿Cómo lo sabes?"
Anya sonrió, pero había dureza en sus ojos. "Mi familia siempre ha tenido relaciones con Sicilia. Dimitri no habla mucho de eso, pero nuestra madre era siciliana. Tengo una conexión directa."
Luca se quedó en silencio por un momento, sorprendido por lo mucho que desconocía sobre su propia esposa. Pensó en las consecuencias de lo que ella estaba sugiriendo: si podían neutralizar a los sicilianos, los franceses perderían una baza importante, pero eso significaba confiar en Anya.
Finalmente, tomó una decisión. "Está bien. Hazlo. Pero no falles."
Anya asintió y salió del despacho, con la determinación escrita en su rostro. Luca la observó irse, todavía incapaz de deshacerse de la sensación de que estaba perdiendo el control sobre algo más que solo la situación con los franceses.
Dos días después, Anya estaba en un avión privado rumbo a Sicilia, acompañada por algunos de los hombres de confianza de Luca. El plan era simple: convencer a los líderes sicilianos de que era más rentable mantener su neutralidad, o incluso inclinarse hacia los De Santis y los Ivanov, en lugar de apoyar a los franceses.
En el aeropuerto de Palermo, fue recibida por Marco Santini, uno de los capos más antiguos y respetados de la región. Su cabello gris y su semblante sereno ocultaban una mente afilada y despiadada, algo que Anya respetaba profundamente.
"Señora De Santis," dijo él, con una sonrisa que no llegó a sus ojos. "Un honor recibirla aquí."
Anya sonrió educadamente, aunque sabía que este encuentro sería cualquier cosa menos cortés. "Gracias, Signor Santini. Tenemos mucho que discutir."
En el coche que los llevaba hacia la villa de Santini, Anya estudió al viejo capo. Sabía que Luca confiaba en su capacidad, pero lo que no sabía era que tenía un as bajo la manga. Desde joven, Anya había sido educada en el arte de la negociación. Su madre le había enseñado que el poder no estaba solo en la fuerza, sino en la mente, y esta era la prueba definitiva de esas enseñanzas.
Cuando llegaron a la villa, Santini la condujo a una sala con vista al mar. El sonido de las olas era el único ruido en el ambiente mientras servían café y se sentaban frente a frente.
"Mi esposo me ha enviado para hablar sobre la situación con los franceses," comenzó Anya, manteniendo un tono tranquilo pero firme. "Están presionando para que se unan a ellos. Pero todos sabemos que los franceses solo buscan su propio beneficio."
Santini la miró con curiosidad. "Y, ¿qué ofreces a cambio de nuestra neutralidad?"
Anya sonrió, pero en su sonrisa había un toque de peligro. "No solo neutralidad, Signor Santini. Te ofrezco una alianza con los De Santis y los Ivanov. Si te unes a nosotros, controlarás más que Sicilia. Tendrás acceso a nuestras rutas en el norte de Italia y en Europa del Este. Más poder. Más territorio."
Santini tomó un sorbo de su café, sin dejar de observarla. "¿Y por qué debería confiar en una alianza entre italianos y rusos? No siempre ha funcionado bien en el pasado."
Anya inclinó la cabeza levemente. "Porque esta vez, no somos solo italianos y rusos. Somos familia. Y cuando una familia se une, no hay nada que pueda detenerla."
Santini se quedó en silencio por un momento, evaluando sus palabras. Finalmente, una sonrisa apareció en sus labios. "Tienes agallas, niña. Lo admito. Hablaré con los otros capos. Veremos qué decidimos."
Anya asintió, satisfecha. Sabía que había plantado la semilla correcta, y ahora solo era cuestión de tiempo antes de que germinara.
Mientras Anya negociaba en Sicilia, Luca seguía gestionando el puerto en Nápoles, pero había una inquietud que no podía sacudirse. Cada vez que pensaba en ella, en su habilidad para moverse en ese mundo que él creía conocer a la perfección, sentía una mezcla de admiración y desconfianza. Era como si Anya estuviera jugando un juego que él apenas comenzaba a entender.
Unos días después, Anya regresó a Nápoles con una noticia que cambiaría el rumbo de todo.
"Los sicilianos se mantendrán neutrales," dijo ella al entrar al despacho de Luca, su tono calmado pero triunfal. "Y algunos capos incluso han mostrado interés en una alianza futura con nosotros."
Luca la miró, incrédulo por un momento, pero luego asintió. "Lo lograste."
Anya sonrió con satisfacción. "Lo hicimos. Ahora tenemos que prepararnos para el siguiente movimiento. Los franceses no se rendirán tan fácilmente."
Luca se levantó de su asiento y se acercó a ella, la miró directamente a los ojos. Por primera vez, vio a Anya como su igual. No solo una mujer que estaba allí por circunstancias, sino como alguien que estaba lista para caminar a su lado en el fuego.
"Juntos, entonces," murmuró Luca, con una nueva resolución en su voz.
Anya asintió, su mirada firme y decidida. "Juntos."
Pero ambos sabían que, aunque los lazos entre ellos se estaban fortaleciendo, el peligro aún acechaba. Y el juego de poder solo acababa de empezar.
Amor de Madre y fiereza de una Reina. Es una barbaridad./Rose//Rose//Rose/
Guauuuu. Palabras llenas de amor y una pasión a punto de estallar.