- ¿Victoria, que piensas hacer?
Una pregunta que le hacen últimamente, y la respuesta no la sabe, ya que tiene un deber como asistente del fiscal y llevar al hombre que ama ante la justicia o decide salvar el amor de su vida y padre de su hermoso hijo.
Su deber será más fuerte que su amor, o dejará todo por amor y se volverá al lado oscuro.
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Capítulo 10
No me extraña que estuviera tan calmada.
Antón no sabía a lo que se referia el médico, no hasta que le comenzó a señalar la cantidad de cicatrices que tenía en su hermoso cuerpo.
- Todas son heridas de bala.
- No todas, pero la que más me llama la atención es está. - el señala la del pecho. - Es un milagro que esté viva.
Que había hecho Victoria para tener su cuerpo de esa manera, como era posible que una simple abogada llegará al punto de convertirse en un blanco tan fácil para las bandas criminales.
En su mente se imaginaba diferentes escenarios, escondiéndose como una rata para evitar que la mataran, o simplemente la cogían desprevenida en la calle y...
- Señor, ya esta hecho.
Anton salio de su aturdimiento y verifico con sus propios ojos lo que el medico le había dicho, la herida estaba suturada y le había colocado suero.
- Que tiene que tomar.
El medico le entrego un recetario con las indicaciones correspondientes, y Antón le dio el pago por sus servicios.
De nuevo se fijó en Victoria blanca como una hoja de papel, se veía frágil, si no fuera porque él notaba el subir y bajar de su pecho, pensarían que estaba muerta.
- Señor, tenemos un problema.
- Amanda porque no puedes tocar, está no es tu casa y definitivamente no es la mía.
- Lo lamento señor.
- Dime de que se trata el problema.
- El cargamento de cristal tubo un percance, al parecer Orlov nos robó.
- Maldito bastardo, haste cargo de la situación.
- Pero...
- Pero nada Amanda ya te di una orden. -el no quería gritar, pero no estaba de buen humor en ese momento, no había pasado ni un día y ella ya era un maldito problema para él.
Amanda conocía el temperamento de su jefe, eran muy pocas las veces que ella lograba domar a la bestia, pero no siempre era así. Ella lo había notado raro desde que le dio la misión de que la investigará, pero el porqué la quería, no solamente era para infiltrar la había otra razón de peso.
- Siempre gritas delante de un paciente.
- Si, algún problema con eso.
- Para nada.
Cómo era posible que ella ya estuviera despierta si no había pasado mucho tiempo desde que se desmayó hasta que el médico se fue.
- Tenga cuidado, le colocaron suero.
- No sirve de mucho, cuando ya sabes cuidarte.
Si meditar la cosas Victoria se arrancó el yelco y votándola a un lado, en ese movimiento se dio cuenta de que no tenía nada puesto en la parte de arriba, bueno solo el sostén.
- Como te las hiciste.
- Pensé que había hecho bien su trabajo, eso debe de estar en mis informes médicos a no ser que no se los dieran.
- Puede que tenga la información, pero necesito su versión. - con un suspiro pesado se volvió a sentar en la cama.
- Cada una de estas marcas o cicatrices me recuerdan que un pandillero, asesino, violador a salido de la calle, meterlos a la cárcel ha tenido sus repercusiones, y yo soy testigo de eso.
- Porque no se retira, y termina con todo eso, sería bueno para su familia, ya ve a dónde la está llevando este último caso.
- Lo sé, pero no puedo parar, así que es lo que quiere exactamente para poder salir de acá.
Su conversación se extendió por más de dos horas, los detalles y las cosas que él le pedían no eran nada fáciles de hacer, y una de ellas era que Victoria tenía que entrar a uno de sus restaurantes y trabajar allí, el punto era que a ella la conocían a la perfección y tenía que maquillarse.
Después de aquella visita, Victoria tenía que comenzar a organizarse, no le había entregado todavía la información de la USB, era su seguro de vida, por el momento.
No sabía hasta cuándo las cosas iban a seguir de ese modo, la comunicación con Paxton se volvió muy esporádica, él no le respondía las llamadas y cuando lo hacía le respondía con evasivas.
Había una cosa que tenía que hacer, algo que le iba a doler más que un disparo, pero tenia que hacerlo, tomo su teléfono y llamo a Patrick al hombre que la entregó en bandeja de plata a la familia Orlov.
- Si diga.
- Soy yo. - al otro lado de la línea se escuchó un suspiro pesado.
- Estás bien cariño. - que podría doler más, las palabras o la traición.
- Muy bien, pero no gracias a ti.
- Lo siento mucho, pero no tenía opción.
- Todos tenemos opciones, y más si la persona a la que amas es a la que vas a traicionar. - la voz de Victoria comenzó a temblar.
- Me escuchaste y por eso escapaste de mi apartamento.
- Quería que me quedarás para que me atraparan más fácil.
- Se que no tengo el derecho pero dime ¿dónde estás?.
- Se acabó el tiempo espero que puedas dormir en las noches.
Victoria quería entender los motivos del comportamiento de Patrick, pero sabía que por teléfono no lo iba a conseguir y tampoco estaban en un buen momento, no por ahora.
Los días pasaron y había llegado el momento en el que ella tenía que entrar a trabajar en un restaurante de la familia Orlov.
Cómo podría actuar en un campo el cual no conocía, según el currículum de Victoria ella había trabajado durante años en un restaurante. Aunque había estado practicando no era suficiente.
- Lista.
- No.
- Dios, baja y deslúmbralos.
- No voy a conseguir un papel en ninguna película.
- Pero tienes que actuar de la mejor manera, no es lo mismo.
- Es un caso perdido hablar con usted, si me llega a pasar algo, vendré a jalarle las patas.
- Te estaré esperando.
Antón había estado distante de su esposa, por estar pendiente del entrenamiento de Victoria, olvidándose por un instante de que ella iba a tener un hijo.
El salir de esa zona de confort en la que se encontraba le agradaba mucho, aunque siempre tenía un plan para todo y siempre lo seguía. Pero con ella todo era diferente, los planes no eran una opción, todo se regia al momento y nada más.