No, esto no puede ser cierto. Esa mujer no pudo destruir mi vida aún más de lo que ya lo ha hecho. ¿Qué más quiere de mí?, ¿acaso planea mi muerte?. No, si me quisiera muerto lo estaría. Quiere que pase mi vida postrado, arrastrándome como un gusano.
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Isabella
Octavio: ¿ahora que haremos con esa mocosa?, al fin tendremos una hija de nuestra propia sangre.
Aurora: si hubiera sabido que esto sucedería no la habríamos adoptado. Pero ya es tarde para dar marcha atrás, no podemos devolverla.
Octavio: si es cierto, tal vez nos sirva de algo una vez que crezca.
Ese día su mundo se vino abajo, al escuchar con el desprecio que hablaban esas personas que tanto cariño le habían dado hasta ahora. Su pequeña mente no entendía porque todo había terminado así. Y las cosas solo empeoraron cuándo en un mal negocio la familia perdió todas esas comodidades a las que estaban acostumbrados. Así que Isabella se vio despojada de lo que hasta ahora era suyo, para que su pequeña hermana lo tuviera. Primero fueron sus mejores prendas, juguetes y todos esos objetos que cualquier niño consideraría sus mayores tesoros. Así fue su infancia se sintió desprotegida, ignorada, y como resultado a menudo creía en las palabras de esas personas que la desvalorizaban. Con el paso de los años se convirtió en parte de la poca servidumbre que podían mantener. Los estudios también fueron reservados para su hermana, aunque no era tan sobresaliente como ella. Aún así, no se rindió. Si quería salir de ese lugar, debía esforzarse. Isabella logró graduarse al obtener una beca. Se pagó una carrera en enfermería trabajando en todo cuánto podía y le generara algún ingreso. Llegó a trabajar como enfermera en un hospital. Hasta que por insistencia de sus padres tuvo que dejarlo. Pues así había crecido con ese carácter sumiso, aferrándose desesperadamente a aquello que le hacía daño. La poca servidumbre que había en la casa no daba abasto, tendrían que contratar a alguien más o subir sus salarios y eso no podían permitírselo. Así que decidieron que dejara su trabajo y ayudara en la casa, era mano de obra gratis. Hasta que una noticia llegó a la familia algo que cambiaría la vida de todos, en particular la de ella.
Isabella: ¿a qué se debe tanta felicidad?.
Octavio: una buena noticia, por fin la suerte nos sonríe.
Aurora: sí, por fin tendremos otra vez una vida llena de comodidades.
Astrid: y tu hermanita nos ayudarás a lograrlo.
Isabella: ¿yo?, no sé qué planean, generalmente soy ignorada y si me tienen en cuenta no será para nada bueno.
Octavio: vas a casarte.
Isabella: ¿casarme?.
Aurora: sí, gracias a ti viviremos bien.
Isabella: pero ¿cómo que casarme?, ¿con quién?. Soy muy joven, ¿cómo puedo casarme con alguien que no conozco?.
Octavio: harás lo que se te diga. Te casarás con Alberto Lombardi, pagarás el esfuerzo que hemos hecho todos estos años por criarte.
Aurora: así es, Alberto es un hombre rico, no te faltará nada. Es un buen negocio, ¿cuándo podrías encontrar por ti misma un partido así?.
Isabella: si es tan bueno porque no se lo dan a Astrid, !!! plaf... sostengo mi mejilla.
Octavio: como te atreves a contradecirme, te casarás y es mi última palabra.
Isabella: los veo partir, se nota los felices que están. Por fin se desharán de mí y encima les pagarán por eso.
Astrid: deberías estar contenta hermanita. El señor Lombardi tiene casi 60 años, te casarás con un anciano. No creo que encuentres nada mejor y sabes lo que no te dijeron, serás la amante oficial de ese señor porque ya está casado. Ay hermanita te han vendido a un muy buen precio, el que no te mereces jajaja.
Isabella: me marcho, no puedo seguir escuchando sus burlas. Esa noche no logré dormir. ¿Cómo sería mi vida a partir de ahora?. Me levanto temprano, he logrado que me acepten en otro hospital, tengo turno en la mañana. Me pregunto ¿cómo seguirá aquel paciente?. Sacudo mi cabeza, como puedo pensar en otros con la vida de mierda que llevo. Es hora de empezar el día, mis pacientes no se merecen un mal trato, así que pongo mi mejor sonrisa para afrontar otra jornada. Pero no puedo rendirme, necesito el dinero si quiero escapar de este destino tan injusto, porque no seré la amante de nadie. Ya casi llego a la puerta cuando soy detenida de manera brusca.
Octavio: ¿a dónde vas?.
Isabella: a trabajar.
Octavio: sabes que tienes que ayudar en las tareas de la casa.
Isabella: lo haré cuando vuelva.
Octavio: no irás.
Isabella: ¿por qué?, siempre he trabajado. No me darás nada para costear mis gastos, si no trabajo ¿de qué viviré?.
Octavio: eso ya no es necesario. Ni creas que te daré la oportunidad de escapar.
Isabella: me hala, llevándome a rastras a mi habitación. ¡suéltame!, ¡me haces daño!.
Octavio: calla, no quieras que te vuelva a golpear. Te quedarás en tu habitación hasta la noche. Prepárate, por que hoy viajaremos. El señor Lombardi está en el extranjero, ya envió nuestros pasajes para ir a su encuentro. Mañana serás una mujer casada.
Isabella: ¡no!, ¡por favor!, haré lo que sea, pero no quiero casarme. No conozco a ese señor, además es muy mayor.
Octavio: eso no importa, harás lo que yo te diga.
Isabella: me empuja dentro y cierra la puerta con llave. Golpeo la madera con mis manos, ¡abre la puerta!, ¡déjame salir!, por... favor no tienen derecho de usarme de esta manera.
Octavio: eres mi hija en ley. Tienes que retribuir todo lo que he invertido en tí.
Aunque era sumisa y obedecía sin objetar nada. Ya que siempre le habían reprochado que debía agradecer que la hubieran acogido. Y lo aceptaba, sabía de sobra que el mundo puede ser muy cruel con los desfavorecidos. Si no hubiese sido por ellos talvez viviría un infierno peor que este. Pero sabía que si las intenciones de ese señor que querían convertir en su esposo, no eran buenas, su vida estaría completamente arruinada y no podía hacer ese sacrificio. Esas personas no lo merecían. La habían tirado a un lado y solo la buscaban cuando era de utilidad o necesitaban algo de ella, siempre había sido así.
Isabella: estoy sobre la cama, no he dejado de llorar. Ni siquiera tuve la oportunidad de escapar. Antes de darme cuenta ya está anocheciendo. siento que la puerta se abre.