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Oh ¡Doctor! Arregla Mi Corazón

Oh ¡Doctor! Arregla Mi Corazón

Status: Terminada
Genre:Completas / Doctor / Amor a primera vista / Amor-odio / Atracción entre enemigos / Polos opuestos enfrentados / Mujeriego enamorado
Popularitas:9.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

Soy Bárbara Pantoja, cirujana ortopédica y amante de la tranquilidad. Todo iba bien hasta que Dominic Sanz, el cirujano cardiovascular más egocéntrico y ruidoso, llegó a mi vida. No solo tengo que soportarlo en el hospital, donde chocamos constantemente, sino también en mi edificio, porque decidió mudarse al apartamento de al lado.

Entre sus fiestas ruidosas, su adicción al café y su descarado coqueteo, me vuelve loca... y no de la forma que quisiera admitir. Pero cuando el destino nos obliga a colaborar en casos médicos, la línea entre el odio y el deseo comienza a desdibujarse.

¿Puedo seguir odiándolo cuando Dominic empieza a reparar las grietas que ni siquiera sabía que tenía? ¿O será él quien termine destrozando mi corazón?

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Pequeño desliz.

En el hospital, el día transcurría como cualquier otro, aunque para Bárbara, todo parecía un poco más extraño de lo habitual.

Tal vez era la resaca, o tal vez era Dominic. Cada vez que pasaba cerca de ella en el pasillo o cruzaban miradas en la sala de descanso, sentía un cosquilleo que no podía ignorar. Y luego estaba Elena, que no dejaba de lanzar miradas cómplices y sonrisas burlonas cada vez que los veía juntos.

—Vaya, qué día tan interesante el de hoy —murmuró su amiga al pasar junto a Bárbara en la cafetería—. Entre pacientes y... otros asuntos, no sé cómo logras concentrarte.

Bárbara suspiró y trató de ignorarla, aunque sabía que su amiga no se detendría tan fácilmente.

—Basta Elena, ya basta, por favor.

—¿Qué? Solo digo que tienes un brillo diferente hoy. Aunque, si quieres, puedo decírselo a Dominic para que lo note también.

Bárbara se llevó una mano a la frente, intentando contener la vergüenza.

—Elena, te juro que...

—¡Doctora Bárbara! —interrumpió una enfermera, acercándose rápidamente con una carpeta en la mano—. Necesitamos su aprobación para este caso.

Bárbara aprovechó la interrupción para alejarse de su amiga, pero sabía que Elena no la dejaría escapar tan fácilmente más tarde.

El día continuó, y Bárbara finalmente tuvo un momento de respiro cuando terminó de revisar un caso complicado en la sala de emergencias. Decidió tomar el ascensor para llegar a la sala de descanso en el quinto piso, esperando tener unos minutos de tranquilidad. Sin embargo, cuando las puertas se abrieron, Dominic apareció frente a ella.

—¿Subes? —preguntó con una sonrisa que parecía contener un secreto.

Bárbara asintió, entrando al ascensor y quedándose de pie junto a él. El ambiente entre ellos era evidente, lleno de una tensión que parecía crecer con cada segundo.

Las puertas se cerraron, y el silencio en el pequeño espacio se volvió ensordecedor. Dominic se acercó ligeramente, su proximidad hacía que el corazón de Bárbara latiera más rápido.

—¿Dormiste bien después de esta mañana? —preguntó en un tono casual, pero sus ojos decían otra cosa.

—Lo suficiente —respondió Bárbara, tratando de mantener la compostura.

Entonces, Dominic se inclinó hacia ella, apenas dejando que sus labios rozaran su cuello.

—Me alegra saberlo —murmuró, su voz baja y profunda.

El contacto fue mínimo, pero suficiente para hacer que Bárbara cerrara los ojos un momento. Su piel se erizó, y la calidez de su aliento la dejó completamente inmóvil.

—Dominic… —susurró, aunque no sabía si era un reproche o una invitación.

Él sonrió contra su piel antes de besarla suavemente en el cuello, una caricia que la dejó sin aliento.

—¿Esto está mal? —preguntó, aunque no parecía dispuesto a detenerse.

Bárbara giró hacia él, y sus miradas se encontraron. Sin pensarlo, tomó su rostro entre las manos y lo besó, un gesto lleno de pasión contenida. Dominic respondió de inmediato, apoyándola contra la pared del ascensor mientras sus labios exploraban los de ella con intensidad.

El tiempo pareció detenerse mientras el ascensor seguía subiendo, pero ninguno de los dos prestó atención. Solo cuando el sonido de la campanilla indicó que habían pasado cinco pisos sin que nadie entrara, Bárbara se separó de él, respirando con dificultad.

—Esto es… —empezó a decir, pero las palabras se le escaparon.

Dominic sonrió, aún cerca de ella.

—Intenso.

Ella asintió, tratando de calmar los latidos de su corazón. Cuando las puertas del ascensor se abrieron nuevamente, se apartó rápidamente, ajustando su bata de trabajo.

—Tengo que irme —dijo, saliendo apresuradamente.

Dominic la dejó ir, aunque no pudo evitar sonreír al verla desaparecer por el pasillo. Sabía que esto era solo el principio, y por cómo lo había besado

Mientras Bárbara intentaba concentrarse en su trabajo, su mente seguía regresando al momento en el ascensor. Cada vez que pensaba en cómo Dominic la había besado, sentía un calor inexplicable subiendo por su pecho y un leve rubor que le encendía las mejillas.

—¡Bárbara! —llamó Elena, interrumpiendo su ensoñación mientras revisaba un expediente—. Estás en otro mundo. ¿Te pasa algo?

—No, nada —respondió rápidamente, pero Elena no parecía convencida.

—Déjame adivinar… tiene algo que ver con cierto cardiólogo, ¿verdad? —dijo con una sonrisa traviesa.

Bárbara la fulminó con la mirada, aunque no tenía argumentos para negarlo.

—Elena, no empieces.

—Oh, no estoy empezando, amiga. Solo digo que es muy obvio. Además, ¿sabes cuántas enfermeras lo han estado viendo más de la cuenta hoy? —agregó con una pizca de humor—. Pero parece que él solo tiene ojos para ti.

Bárbara trató de ignorarla, pero las palabras de Elena hicieron que una pequeña sonrisa apareciera en su rostro.

Horas después, Bárbara se encontraba en la sala de descanso, en su segundo tiempo fuera, intentando comer algo antes de regresar a su segundo turno. Mientras tomaba un sorbo de café, las puertas se abrieron y, como si fuera obra del destino, Dominic apareció.

—¿Molesto? —preguntó con su sonrisa encantadora.

—No… pero siempre parece que estás donde estoy yo —dijo Bárbara, tratando de sonar casual.

—Quizá porque quiero estarlo —respondió él, acercándose.

Bárbara desvió la mirada, sintiendo cómo su corazón volvía a acelerarse.

—Deberíamos hablar de lo que pasó en el ascensor.

—¿Qué hay que hablar? —preguntó Dominic, sentándose frente a ella. Sus ojos estaban fijos en los de ella, y su tono era serio—. Fue algo que ambos quisimos.

—Dominic, no quiero que esto… complique las cosas. Trabajamos juntos, y además, tú tienes una amiga en tu apartamento que…

Él levantó una mano, interrumpiéndola.

—Salma no tiene nada que ver con esto. Es mi amiga de la infancia y nada más. Te lo dije esta mañana, Bárbara. Si hay algo que me importa ahora, eres tú.

Bárbara lo miró fijamente, tratando de procesar sus palabras. Había una sinceridad en su tono que la desarmaba por completo.

—No sé si estoy lista para esto —admitió en voz baja.

Dominic asintió, pero no parecía desanimado.

—No te estoy pidiendo que lo estés. Solo quiero que sepas cómo me siento.

Antes de que Bárbara pudiera responder, una enfermera entró para buscar algo, interrumpiendo el momento. Ambos se miraron, y Dominic sonrió antes de levantarse.

—Nos vemos luego, doctora Dormilona.

Mientras lo veía salir, Bárbara no pudo evitar pensar en lo complicado que se estaba volviendo todo… y en lo mucho que deseaba que no fuera así.

Después de un largo turno, Bárbara llegó a su apartamento agotada. Cleo y Max la recibieron con maullidos, y ella les sirvió comida mientras intentaba no pensar en Dominic. Sin embargo, era imposible.

Justo cuando estaba a punto de irse a la cama, escuchó un leve golpe en la puerta. Al abrir, lo encontró allí, con una sonrisa y dos tazas de café en la mano.

—Pensé que necesitarías un poco de energía para relajarte después del trabajo.

Bárbara lo dejó entrar, y ambos se sentaron en el sofá. La conversación fluía con naturalidad, como siempre, pero había algo diferente en el aire, una tensión que no desaparecía.

Finalmente, Dominic se inclinó hacia ella, dejando la taza en la mesa.

—Bárbara, no quiero presionarte, pero no puedo ignorar lo que siento por ti.

Ella lo miró, sorprendida por su franqueza.

—Dominic, yo…

Él tomó su mano, mirándola a los ojos.

—Solo dime si hay una posibilidad. No quiero convertirme en una molestia y que me odies luego.

Bárbara respiró profundamente, sintiendo que todas las dudas y miedos que había acumulado comenzaban a desvanecerse.

—Quizá… sí la hay.

La sonrisa de Dominic se amplió, y antes de que ella pudiera decir algo más, él se inclinó y la besó. Fue un beso suave, pero lleno de promesas, el comienzo de algo que ninguno de los dos podía prever, pero que ambos estaban dispuestos a explorar.

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mar rodriguez
es el finsl??
Mckasse Escritora: primera parte
total 1 replies
Emérita Soledad Briones Oyarce
ah se me olvidó decirle que quité todos los me gusta
Emérita Soledad Briones Oyarce
no lo puedo creer pensé que la autora era más seria pero es tan fome dejar el final o lo mejor en blanco no me atraen así siempre pensando en ella que a los lectores
Marcela
5 capítulos van pasando y sigue comenzando a escribir la historia le voy a prestar una lapicera se ve que no le anda. Así la escriben de una vez
Marcela
Excelente
Eret Lopez
Dominic te dicen MI ALMA y YA QUIERES LA RECIDENCIA
Eret Lopez
Bárbara EL TE VA A CONQUISTAR A TI
Eret Lopez
Las PERSONAS LLEGAN a NUESTRA VIDA PARA DISFRUTAR y VALORAR LA VIDA
Eret Lopez
Bárbara está GUAPO y TIENE BUEN CULO AHORA FALTA que TE SEPA CONQUISTAR
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