¿Cómo inició? como para terminar de este modo. Frente al Archiduque Maximilian yacía la mujer que creyó muerta.
Aquella dama que todo el mundo creyó muerta. Pero ante la conmoción de todos en aquel banquete Imperial, la voz del principe heredero que no ocultaba su molestia frente a la situación resonó en todo el salón.
«¡¿Cómo te atreves?!»
Él era un hombre que estuvo en la guerra desde hace 15 años, pero lo que los sorprendía no era la cara del principe heredero lleno de un aura asesina, sino el niño pequeño que traía en sus brazos, uno que tenía su mismo cabello blanco.
Y para Maximilian la cara de la dama no era lo que él conocía.
Ella no podía ser Jadella, ella no podría ser su difunta esposa, ella no podía serlo, por qué la Jadella que él conocía... jamás lo miraría con tanto desprecio.
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ES EXTRAÑO
Jadella llegó a la panadería en dónde Cristal presentó a su prima.
«mi señora, ella Betty, hace pasteles para lamer el plato»
Jadella sólo sonrió ante la energía de Cristal y una avergonzada Betty se inclinó.
«mucho gusto en conocerla, Cristal me ha comentado mucho de usted Archiduquesa»
«ya veo»
«por favor sígame, le serviré lo mejor posible»
Betty preparó una mesa adjunta a la cocina en dónde Jadella veía a placer como amasaban la masa, vertían leche y rompían huevos, era una pequeña panadería con unos pocos postres de pasteles.
Entonces la prima algo apenada dijo:
«si no es mucha molestia me gustaría una opinión de la Archiduquesa, es importante para nosotros que todo sea perfecto en el banquete por el aniversario»
«seguro»
«muchas gracias mi señora. Ahora con su permiso me retiro para seguir guiando a mis trabajadores»
Ella se fue dejando a Jadella con su criada que emocionada dijo.
«¿No es genial el Emperador?»
«¿Huh?»
«digo, he escuchado que los nobles repudian bastante a los plebeyos y normalmente la nobleza compra a la nobleza, pero no es el caso del Emperador»
Jadella miró a los trabajadores una vez más haciendo los postres, Cristal estaba en lo cierto, lo normal sería que el Emperador encargara este tipo de cosas a algún noble que sabe bien los gusto de la nobleza, pero el Emperador no siempre hacía eso, su sistema era algo muy particular y digamos que al principio no agrado a la aristocracia el que contratará algunos establecimientos plebeyos.
Pero era el Emperador, así que debido a que recibió el apoyo de los plebeyos, los nobles no pudieron discutir más.
El pueblo estaba contento que se los tomará en cuenta, que el dinero del Palacio Imperial no sólo sea distribuido entre la nobleza, sino que con este tipo de cosas los plebeyos tenían altos estándares para progresar y crecer más, a decir verdad, el pueblo adoraba a la familia Imperial, cosa que solía ser muy raro, no imposible, pero seriamente era difícil lograr aquello.
Por ello no se quejaban de la algo subida de precios, sabían que estaban en guerra y que el príncipe heredero hacia lo mejor que podía en las fronteras nevadas.
Debido a que eran constante apoyados por el Emperador y la Emperatriz con 15 becas escolares cada año, el pueblo no podría amar más a los emperadores.
Pero era un tema diferente los pertenecientes a la aristocracia, algunos apoyaban a su majestad, mientras otros estaban en total desacuerdo, mientras otros simplemente ignoraban cualquier bando.
Jadella era consiente que el pueblo buscaba estar a la altura de lo que esperaba el Emperador de ellos, así que la mayoría se esforzaba por presentar su trabajo a la perfección. Aunque siempre existían algunos aprovechados, sin embargo, si el Emperador se enteraba, ya jamás volvía a contratar sus servicios y eso significaba básicamente la ruina.
Cristal sonrió muy enérgicamente.
«agradezco a mis padres haberme hecho nacer en el Imperio Ardama, ya que aunque todos sabemos que estamos en guerra, el manejo del Emperador es tan eficiente que casi ni se siente»
«pero los precios están algo altos»
«si, pero sigue siendo accesible para la mayoría»
«si, el Emperador es bastante hábil»
«¿Algunas vez vio al emperador o la emperatriz mi señora?»
«hum..., creo que cuando era muy pequeña, pero siendo sincera no me acuerdo mucho»
«entonces en este banquete podrá verlos, quisiera yo poder aunque sea verlos de lejos»
«jaja, no creo que puedas lograr controlar tu emoción»
«oh rayos»
Siguieron hablando tan amenamente que Jadella olvidó ese mal sabor de boca que le provocó ver a su esposo con otra mujer.
Incluso darle sugerencias a Betty fue agradable y la prima se inclinó muy agradecida para poder mejorar sus postres, cuando ya era muy noche, para despedirse Betty le obsequió una bolsa finamente adornada.
«es un regalo de mi parte y de todos, en verdad agradezco sus consejos»
«no fue nada»
«fue mucho para mi, mi señora, en verdad gracias no sólo por darme los consejos, sino por que a pesar de ser la gran Archiduquesa Reiban no nos trató de forma hostil»
«oh...»
«por favor venga cuando pueda hacerlo, le aseguro que al menos un pequeño postre se lo daré completamente gratis»
Jadella se sentía tan querida que sonrió calidamente después de mucho tiempo maravillando a los trabajadores de la panadería. Creían ver a un ángel.
«le deseo un próspero futuro señorita Betty»
«a usted también mi señora, que a pesar que caiga hasta lo más profundo, siempre se levante, más gloriosa y brillante que antes»
«se lo agradezco»
Sólo así se marcharon y Cristal preguntó.
«¿Qué es?, ¿Qué es mi señora?»
«hum, sólo un pastel de arándanos»
«¡Waoo!, eso debe ser delicioso»
«si»
«¿Lo compartirá con el Archiduque?»
Jadella recordó a su esposo, ahora que se había calmado, tal vez era mejor hablar con Maximilian sobre aquella extraña mujer pelirroja.
[Soy su esposa, tal vez tenga una razón para haber traído aquella mujer sin decirme nada, si, debemos hablar o esto no terminará nunca y se pondrá peor]
Entonces Cristal hizo una preguntó al ver a su señora con un semblante triste nuevamente.
«¿Todo... está bien?, ¿Dije algo que no debía?»
La rubia negó con mejor ánimo.
«no. Sólo pensaba que no era la fruta que a Maximilian le gustara»
«oh»
«es mejor que volvamos rápidamente a la mansión-»
«¡Jadella!»
Un caballo blanco se paró frente a ella, sabía bien quién era con sólo escuchar su voz, había estado con él toda su vida.
«Maximilian, ¡¿...?!»
Se sorprendió al verlo con un semblante oscuro y lleno de preocupación y el clima no ayudó en ese momento pues empezaron a formarse nubes grises y un fuerte viento empezó a azotar todo el Imperio.
«¡¿Dónde estabas?!»
Le gritó enojado a lo que Jadella apretó con algo de fuerza el regalo de Betty llegando a destrozarlo un poco.
En ese momento Cristal salió al frente.
«¡Mi señor!, ¡Por favor calme su ira!, ¡Mi señora no ha hecho nada, yo tengo la culpa!»
Un relámpago retumbó dando a conocer la caótica escena frente a un frío y enojado Maximilian asustando más a Cristal.
«y-yo quise salir y me llevé a la señora conmigo-»
«¡No me importaría que salga, pero, ¿Sin escolta?, ¿Sin avisarme?!, ¡¿En que estabas pensando?!, ¡¿Sabes lo que te ocurriría si le pasa algo a mi esposa?!»
«¡¡Yo sé de mi error, mi señor!!, así que por favor, no regañe a mi señora»
Jadella tenía miedo, sabía que Maximilian era frío, pero jamás había visto esa cara de él, tan enojado y en cierto modo desesperado.
En ese momento más caballeros de Reiban liderados por Yair llegaron rodeandolas.
«serás castigada sin pago por dos meses»
Cristal aceptó sin reclamos, pero Jadella se sentía culpable, después de todo, fue ella quién no había dejado una nota para avisar sobre que salía.
Muy preocupada por su criada trató de hablar.
«espera, Cristal-»
La criada sostuvo sus manos con calidez y le sonrió.
«está bien mi señora, de verdad no pasa nada, esto es mi culpa»
«...» [No, no lo es, debí dejar aquella nota, pero estaba tan enojada con Maximilian que no lo hice]
Maximilian bajó de su caballo y tomó la mano de Jadella mientras daba órdenes a Yair.
«llévate a esa doncella, ya sabes que hacer»
Yair oscureció su semblante con un...
«si mi señor»
Maximilian era bastante fuerte, así que no fue difícil subir a la liviana Jadella a su caballo blanco.
«nos iremos primero»
Otro relámpago resonó en el horizonte mientras la lluvia empezaba a caer, Yair que vio a sus señores alejarse levantó su capa para cubrir a Cristal.
«¿Por qué salieron así?, al señor casi le da un infarto»
Cristal agachó la mirada.
«la señora se veía muy triste»
«¡!»
«tan triste que me pareció extraño, pero tampoco parecía que me quisiera decir porque estaba así. No quería verla así, es por eso... es por eso que me la llevé, pero pensé que se lo había dicho al señor»
«¿Qué?»
Cristal miró a Yair directo a los ojos.
«sirvo a la señora desde hace 5 años y siempre avisaba al Archiduque cuando se iba, por cuanto tiempo y hacía dónde, incluso con quienes se iba. Es extraño que no le haya dicho nada»