Fiorella es una adolecente italiana de 17 años, qué es víctima de la trata de blancas, ella es raptada de Italia y llevada a Rusia, pará ser prostituida, en un club con atención sexual a hombres ricos, mafiosos, policías corruptos y empresarios poderosos.
Esté club nocturno pertenece a Vladimir Kuznetsov, un hombre despreciable que sé dedica a raptar y prostituir a mujeres, pero en particular a muchachas jóvenes.
Y es en ése lugar dónde ella conocerá a Burian, un mafioso ruso, qué al verla queda enloquecido por ella.
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CAPÍTULO 6
TÍTULO: DESTROZADA POR DENTRO Y POR FUERA.
FIORELLA.
Después de qué él me llamará a la cama y yo no fuera, lo vi levantarse y venir.
Él me arrojó a la cama, quitó sólo la ropa de su parte baja, abrió mis piernas a la fuerza y cuando menos lo pensé sentí un dolor, él estaba entrando en mi interior, sentí una presión qué me desarmada, su m\*o solo entró en parte, pero en la segunda embestida qué me dio sentí cómo mi cuerpo se desgarraba, él dolor era agudo, creí qué podría soportar está tortura por el bien de mis padres, pero era imposible, lo insulté a gritos, pero mis palabras parecían no ser escuchadas, aguanté la asquerosa sensación de tenerlo sobre mi, de tenerlo dentro de mi.
Mis lágrimas caían sin contención, mí cuerpo, mi alma y mi corazón estaban siendo destruidos sin compasión.
Lo soporté un rato, hasta qué sentí un líquido caliente dentro de mi, y luego él tipo salió de mi cuerpo, sé acostó a mi lado dándome la espalda y me dejó claro qué esto no había terminado, qué aún seguiría.
Yo me acurruque y abracé mis piernas, su respiración pesada sé podía oír, lo observé y estaba dormido, rogué qué no despertará, no lo quería nuevamente sobre mi cuerpo, me daba mucho asco.
Pasó un largo tiempo, el seguía dormido,me levanté de la cama y fui al baño, encendí la ducha y me quedé debajo del agua, me sentía sucia, fregue mi cuerpo con fuerza, quería limpiar todo la suciedad qué ése hombre despreciable dejó en mi.
Pero la puerta se abrió de golpe, ése maldito sé quedó observándome,él estaba desnudo, di vuelta la mirada, no quería verlo,sólo quería qué sé fuera.
BURIAN--- Vamos a la cama.
FIORELLA--- no quiero, porfavor no.--- dije con la voz baja, pero él tipo me levanto en los brazos y me llevó de regreso a la cama.
Me arrojó cómo sí fuera un costal de papas y sé tiró sobre mi.
Sentí su boca en mis pechos, su saliva los humedecia, y su mano bajó a mí intimidad, sentí un fuerte dolor, sus movimientos dentro mí, eran brusco.
Luego de unos minutos apoyo su frente en la mía, y nuestras miradas quedaron fijamente entrelazadas, me quedé dura al sentir sus labios en los míos, en toda la noche fue la única vez qué me besó.
Su aliento olía a whisky mezclado con cigarros, y cuándo menos lo esperé, el se movía en mí interior, haciéndome largar un grito de dolor, el entro nuevamente su m\*o en mi, y mí gritó, fue un grito mudo, porqué sus labios aún cubrían los míos, sus movimientos eran rápidos y fuertes, lo sentía muy profundo, sus caderas eran más anchas que las mías, y me obligaba a tener las piernas demasiado separadas.
Mí cuerpo era cómo el de una muerta, sólo me quedé quieta mientras él, hacia lo qué quería.
Fue una noche muy larga, parecía no cansarse, mí cuerpo ya no tenía fuerzas.
Pero respiré al sentir su líquido en mis piernas, al parecer ya había terminado.
Esté sé levantó un tanto brusco, sé sentó en la cama y abrió el cajón de la mesa de luz.
BURIAN--- Tómalas, esto va a prevenir un embarazo.
Recuerda qué eres una prostituta, mí prostituta, y no queremos un accidente.---dijo extendiendo su mano con un frasco de pastillas, las cuáles ingeri de inmediato.
Está noche fue mí primera vez, nunca antes había tenido sexo, pero sabía muy bien qué él líquido qué ése maldito dejó en mí interior podría terminar de arruinar mi vida.
BURIAN--- ve a bañarte.--- ordenó con voz fría y dura, asentí y fui al baño, me duché, lavé lo mejor que pude mí débil cuerpo lleno de moretones, y marcas de mordidas qué él dejó en mi, al salir, lo vi salir del otro baño, el estaba vestido con su elegante y fino traje listo para marcharse, pero antes de salir me arrojó un manojo de billetes, los cuáles ignoré.
No pude evitar mirar hacia la cama, las blancas sábanas de seda estaban manchadas con la qué una vez fue mí inocencia, me dejé caer al suelo, y volví mí mirada al dinero.
Grité, grité fuerte, para qué carajos querría dinero, lo levanté con odio y estaba a punto de romperlos, pero en ése momento entró sonya.