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Alana

Alana

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Diferencia de edad
Popularitas:3.6k
Nilai: 5
nombre de autor: NELSI BLANCO

Alana Alvarado Blanco solía sentarse en un rincón de su pequeño cuarto en el orfanato y contar los huecos visibles en la pared, cada uno representando un día más sin la compañía de sus padres. En su mente infantil, imaginaba que cada uno de esos agujeros era un recuerdo de los buenos momentos que había compartido con ellos. Recordaba con cariño aquellos cinco años en los que su vida había sido casi perfecta, entre risas y promesas. La melodía de la risa de Ana Blanco, su madre, resonaba en su corazón, y la voz firme de Vicente Alvarado, su padre, aún ecoaba en su mente: “Volveremos por ti en cuanto tengamos el dinero, pequeña”. Sin embargo, ese consuelo se había transformado en una amarga mentira, la última vez que le repetían esas palabras había sido poco antes de que la pesada puerta de madera del Hogar de San Judas se cerrara tras ella, sellando a la fuerza su destino y dejando su vida marcada por la ausencia. En ese instante, la esperanza que una vez brilló en sus ojos comenzó a de

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capítulo 5

La risa resonó con mayor intensidad en el ambiente.

Es realmente algo tan conveniente para su imagen, ¿lo sabías? Mostrar al mundo que 'ayudan' a una chica pobre. Pero ya se ha cansado de eso. Me comentó que necesitaba a una mujer que estuviera a su altura, murmuró una de las mujeres, con un tono de desdén en su voz.

Alana, sintiéndose intrigada, se atrevió a asomar la cabeza para echar un vistazo. Desde su posición, pudo observar a dos mujeres de espaldas. Una de ellas estaba elegantemente vestida de negro, con un aire de sofisticación innegable. La otra, que parecía ser la que hablaba, tenía el cabello rubio platinado, rizado y lleno de vida, y se encontraba de pie al lado de una máquina de café, como si esperara que su bebida estuviera lista mientras soltaba esas palabras cargadas de crítica. La atmósfera a su alrededor parecía cargada de una tensión palpable, y Alana no pudo evitar sentirse intrigada por su conversación.

En ese momento, la mujer de cabello rubio se dio la vuelta para recoger una taza del estante.

No se trataba de una simple empleada. Ante Alana se encontraba Sofía Fuente, la hermana mayor de Fernando.

El cerebro de Alana necesitó un instante para asimilar lo que estaba viendo: no se trataba de una amante oculta, sino de su propia cuñada. Una mujer que estaba casada con otro empresario, y que siempre había mantenido con Alana una actitud educada pero distante.

Antes de que Alana tuviera la oportunidad de reaccionar o de ocultarse de forma efectiva, Sofía levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Alana, como si un imán invisible los hubiera unido. El instante fue electrizante; un reconocimiento inmediato y poderoso que recorrió el aire entre ambas. La sonrisa que adornaba el rostro de Sofía se congeló en un gesto inexpresivo, como si el tiempo se detuviera.

“¿Alana?” preguntó Sofía, su voz un tumulto de emociones que se entrelazaban: sorpresa, miedo y una dosis de furia posesiva que no podía ocultar. Su mirada ardía con una intensidad que hizo que el corazón de Alana latiera con fuerza.

Ante esa repentina confrontación, Alana sabía que necesitaba actuar rápido. La improvisación se convirtió en su mejor aliada. Se enderezó con firmeza, adoptando una postura que en realidad no sentía, pero que sabía que debía mostrar. Intentó que su voz sonara lo más natural posible, eludiendo cualquier rastro de nerviosismo que pudiera traicionar su verdadera emoción. Necesitaba cortar el impulso de Sofía para que no le diera tiempo a pensar en una excusa que justificara su presencia.

“Sofía, ¡qué sorpresa encontrarte aquí!” exclamó Alana mientras se acercaba rápidamente a ella. Luego, dirigió su mirada hacia la otra mujer que la acompañaba. “Perdóname, soy Alana Alvarado. Sé que no es el mejor momento para interrumpir, pero…”

Alana se volvió hacia Sofía, bajando la voz y adoptando una expresión que intentaba reflejar calma, aunque delataba un evidente pánico. “He venido a buscar a Fernando. Mamá Fuente se encuentra en el hospital. Acaba de desmayarse en su casa y la llevaron de urgencias. He intentado localizar a Fernando, pero la secretaria no me permite comunicarme con él. ¿Sabes dónde puedo encontrarlo? Es importante que lo haga.”

La magnitud y seriedad de la mentira era tal que resultaba creíble. La madre de Fernando representaba el fundamento sobre el cual se sostenía toda la familia.

El rostro de Sofía se tornó pálido, la realidad de sus infidelidades quedó completamente desdibujada ante la posibilidad de un problema familiar inminente.

¿Mamá? No, ¡Dios mío! Debe estar en su oficina. ¡La 3-A, vamos! Sofía arrojó la taza al suelo y salió disparada por el pasillo. La otra mujer, quedándose atrás, observó la escena con confusión y un evidente resentimiento dirigido hacia Alana.

Alana había logrado cumplir dos objetivos importantes: había confirmado quién era la amante principal de Fernando y, además, había conseguido que Sofía se delatara a sí misma. Sin embargo, sabía que esto no era el final de su misión. Con determinación, decidió seguir a Sofía.

Se acercó a ella con firmeza y, bajando un poco la mirada para encontrarse directamente con sus ojos, le dijo con tono resuelto: No te preocupes, yo me encargaré de hablar con Fernando. Se aseguró de que Sofía pudiera oírla claramente, queriendo que cada palabra calara en su mente. Tú dirígete al hospital, Sofía. Yo me encargaré de explicarle todo a mi esposo. Por suerte, parece que llegué justo a tiempo para evitar que las cosas empeoren.

Sofía asintió, su expresión se transformó en un manto de terror palpable, y se dio la vuelta para dirigirse a los ascensores, completamente absorta en los pensamientos que la consumían, sin darle importancia a la conversación que había tenido momentos antes. Alana, por su parte, permaneció en el pasillo, atenta y observadora. La sensación de victoria que experimentó fue efímera, pero sin duda deliciosa.

Ahora, allí, en esa soledad frente al pasillo ejecutivo, sus ojos se posaron sobre la otra mujer, aquella que se había quedado atrás, eludiendo el paso. Alana se acercó a ella con pasos medidos y lentos, como si cada uno de ellos pesara en el aire.

Y tú, comenzó Alana, su voz era un murmullo casi imperceptible, un susurro que apenas atravesaba la distancia, pero al mismo tiempo cargado con una autoridad que nunca antes había sentido. ¿Quién eres tú, exactamente, en el mundo de mi esposo?

La otra mujer, de porte elegante y con una clara actitud de superioridad, se cruzó de brazos, lo que acentuó aún más su postura altiva. Su cabello, de un tono castaño oscuro, caía en ondas perfectamente modeladas, reflejando la luz de una manera que destacaba su cuidado. Los ojos de esta mujer, intensos y penetrantes, lanzaron hacia Alana una mirada cargada de desprecio, un gesto que no intentaba ser disimulado en absoluto.

¿Quién eres tú?, repitió Alana con firmeza, mientras daba un paso más cerca de ella. Había tomado la determinación de invocar el apellido de Fernando, convirtiéndolo en su escudo protector en aquella confrontación que se estaba desarrollando entre ambas.

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Omis Mendoza
está muy buena La novela no demore mucho los capítulos quiero ver La cara del aristócratico sin celebró dé Fernando
Omis Mendoza
que maldito ojalá ella sea más inteligente y sé largue de ese infeliz y sé haga una mujer fuerte y empoderada
Omis Mendoza
era dé esperarse ésa situacion todo lo que brilla no es oro
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