Alex Borisov es un Don de la mafia rusa. Tenía un acuerdo de matrimonio cerrado con la italiana Caterina Colombo, cuando él alcanzaba la mayoría de edad y ella era apenas una adolescente. Una de las cláusulas de ese acuerdo era esperar a que Caterina cumpliera dieciocho años, y que ella solo supiera que tenía un prometido el día de la boda.
Los años pasaron, y Alex fue víctima de una trampa, obligándolo a casarse con la joven, con quien tuvo una hija. Fueron meses viviendo amargados, recordando que no deseaba ese matrimonio. Él, que siempre había sido serio, se cerró a todo, como una piedra inaccesible. Hasta que, misteriosamente, su esposa es asesinada.
Cuando queda viudo, decide ir en busca de su verdadera prometida en Italia. Caterina llega a la vida de Alex con toda su intensidad y persuasión, dispuesta a sacudir su mundo y, con su insistencia, promete romper la piedra que él puso en lugar de su corazón.
NovelToon tiene autorización de Josy Santos para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 5
Caterina
Puse mis dos manos en su pecho para empujarlo. Vi el momento en que su mirada cambió, y él sujetó mis muñecas en el aire, apartando mis manos de él.
—No me tocas, sin que yo te lo pida —dijo, y yo retiré mis brazos de su agarre y me liberé de él.
—Tú te acercaste a mí, iba a empujarte, ¿o crees que quería abrazarte?
Me miró en silencio, luego sacudió la cabeza como si descartara algo que acababa de pensar.
—Respondiendo a tu pregunta: Sí, estuve aquí aquel día y fue ese día que nuestros padres cerraron el acuerdo de nuestro matrimonio —cambió de tema rápidamente.
Me quedé en silencio y desvié la mirada. ¿Entonces el chico que vi una sola vez, pero del que me enamoré y nunca pude olvidar, estaba justo aquí frente a mí? Durante mucho tiempo idealicé casarme con ese niño, que me tratara bien y fuera bueno conmigo. Incluso soñé que un día aparecería en las puertas de mi casa e insistiría con uñas y dientes para salir conmigo. Pero... el príncipe que imaginé no se parece a este aquí. Alex tiene una cara seria, exhala una cierta arrogancia y brutalidad...
Se acercó, quedando muy cerca, casi acorralándome en la pared, estaba a punto de alejarme nuevamente, cuando él sujetó mi muñeca manteniéndome en el lugar. Sentía mis brazos helados por fuera, pero por dentro, mi sangre hervía.
—¿Estar cerca de un hombre como yo, te incomoda tanto que necesitas siempre alejarte? —preguntó, y tragué saliva.
—Estamos conversando civilizadamente, no necesita tanta proximidad así —él sonrió de lado y soltó mi muñeca, aceptando mi respuesta pero no se alejó.
—Este matrimonio será muy ventajoso para ambas mafias. Aún más, porque en el tiempo de nuestros tatarabuelos, la mafia Colombo y Borisov eran enemigas, una unión ahora, será muy bien vista —no sabía que las mafias ya fueron enemigas, como siempre mi padre me dejaba fuera de los asuntos del submundo.
—¿Quieres tanto este matrimonio, solo por ser ventajoso, o tienes otros motivos? —provoqué, queriendo saber si la intensidad de aquel día hace años atrás, fue solo yo quien la sintió.
—Son solo negocios. Este matrimonio es una estrategia mía y de mi padre, para atraer aliados y, claro ser benéfico para ambos lados, ya que las mafias eran consideradas enemigas en la generación pasada.
Un nudo se formó en mi garganta, no sé explicar. ¿Qué estaba esperando? ¿Que él hubiera venido tras de mí, como un príncipe busca a la princesa? Mi mirada vaciló y tal vez dejé traslucir un vestigio de vulnerabilidad, pero luego disfracé dejando mi mirada dura. Alex pareció percibir algo, pues me analizaba atentamente. Cuando iba a responder, él dijo primero, aún con su cuerpo bien próximo a mí.
—Si aceptas el matrimonio, no esperes sentimentalismo o romanticismo. Pero, prometo que tendrás mi protección, tendrás todos los lujos que la esposa de un Don merece, y te garantizo que te sentirás una mujer satisfecha... en la cama y fuera de ella.
Un calor subió a mis mejillas, a pesar de saber que el matrimonio involucra negocios, sé que lógicamente sería un matrimonio normal, donde tendría que haber sexo entre los dos, pero no estaba esperando que él hablara tan abiertamente eso para mí.
Intenté mantener la compostura, pero por su pequeña sonrisa, él sabía que sus palabras me afectaron de alguna forma. Él levantó la mano e hizo mención de tocar mi rostro, pero fue mi turno de sujetar su muñeca antes de que lo hiciera.
—Tampoco me gusta que me toquen, sin permiso —hablé con una voz brava, él no pareció abatirse ni un poco.
Apenas levantó la otra mano, como si estuviera rindiéndose y asintió con la cabeza. Yo lo solté y me alejé.
—Yo no espero nada de ti. Caso yo acepte, será apenas por mi familia.
—Entiendo perfectamente. Pero dime... ¿cuál es tu respuesta sobre el matrimonio?
Caminé lentamente hasta el sillón cerca del sofá y me senté con elegancia. Él me observaba, sin perder ningún movimiento mío.
—Esas cosas no se deciden así. Además... el pedido que hice para mi padre, fue para conocer a su hija.
Él arqueó una ceja y entonces, con impaciencia se sentó en el sofá de frente a mí.
—Infelizmente, mi hija no irá a viajar. Es un viaje cansativo y largo para una niña. ¡Si vas a aceptar, tendrás que dar la respuesta ahora!
Él habló demostrando ya estar sin paciencia. Yo no estaba con una pizca de prisa.
—Necesito saber si me iré a adaptar, no es fácil tener una niña para cuidar así de repente.
Él sonrió, pero fue una sonrisa sin humor, mostrando que ya no tenía tanta paciencia.
—Esto aquí no es una entrevista para niñera. Ella tiene niñera que la cuide, no necesita preocuparse con eso. Puedo mostrar una foto de mi hija, más nada además de eso, tendrá que dar su respuesta y adaptarse cuando ya esté casada conmigo.
—¿Crees que solo porque es un Don, puede hablar como quiera con las personas? La idea de tener un marido arrogante y sarcástico igual a usted, no me agrada.
Él me miró por algunos segundos, sin decir nada y entonces, se levantó, con aquella postura de rey que ya estaba comenzando a irritarme.
—¿Sabes lo que pienso? Ni siquiera debería estar aquí preguntando tu opinión. Conversaré con tu padre, él dará la palabra final.
Crucé los brazos indignada.
—¡No es bien así! Mi padre no quiere más ese acuerdo, la decisión está en mis manos.
—¡Veremos entonces!
Él abrió la puerta y simplemente salió, dejándome parada sin reacción. Pocos segundos después, volvió con mi padre al lado.
—Espérame en la sala, hija —mi padre habló y yo estaba lista para contestar.
—Padre...
—Por favor, sal.
Él dio su palabra final con una mirada dura, tragué saliva. Aún queriendo quedarme, yo salí. Mis padres me dieron una buena educación, yo no iba a enloquecer frente a alguien, hacerme la hija rabiosa y mimada y hacerlo pasar vergüenza.
Entonces contra mi voluntad salí y cerré la puerta.