Una joven es arrojada a las vías de un tren y su existencia se extingue en un instante. Cuando vuelve a abrir los ojos, no encuentra descanso ni luz, sino el cuerpo de la villana secundaria de la novela que siempre odió. La rabia que arrastraba en su antigua vida despierta ahí, más fría y afilada que nunca.
En ese mundo donde la “santa” es intocable y los héroes juegan a ser salvadores, ella decide convertirse en la sombra que los devore. No quiere redención. No quiere justicia. Solo quiere verlos caer.
¿Podrá quebrar la historia que otros escribieron?
¿Quién detiene a alguien que dejó de creer en la misericordia?
¿Y qué ocurre cuando la oscuridad obtiene un nuevo nombre… y un nuevo rostro?
NovelToon tiene autorización de Mayerli Gutiérrez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Se Acabó
Al día siguiente, Ember despertó como de costumbre… y de inmediato supo que algo no estaba bien.
La luz que entraba por la ventana era demasiado intensa. Giró la cabeza y vio el sol alto en el cielo. Abrió los ojos de golpe, tomó el reloj de la mesita de noche y maldijo en silencio.
—Es tarde.
Saltó de la cama y empezó a alistarse a toda velocidad. Lily seguía profundamente dormida.
—¡Lily, despierta! —gritó Ember, lanzándole una almohada.
—¿Qué pasa…? —murmuró Lily, frotándose los ojos.
—Vamos tarde.
Lily reaccionó de inmediato. Minutos después, ambas estaban listas… pero entonces Ember frunció el ceño.
—Isha… —susurró—. ¿Dónde está?
Antes de que pudiera decir algo más, Lily abrió la puerta. En el suelo había una bandeja con el desayuno.
—Es tarde —repitió Lily, pasándole parte de la comida.
Ember dudó un segundo, pero salió con ella. Comieron mientras caminaban a paso apresurado hasta el salón.
Al llegar, algo se sentía mal.
El profesor no estaba. En su lugar, Katy lloraba en los brazos de Alan, rodeada de estudiantes que intentaban consolarla. Al notar la presencia de Ember, el murmullo cesó por completo.
El silencio pesó.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Alan con voz cargada de furia.
—¿Hacer qué? —respondió Ember, genuinamente confundida.
Alan señaló el puesto de Katy.
Estaba completamente arruinado.
—Yo no he hecho nada —dijo Ember, con voz fría.
—Siempre haciéndote la inocente —escupió Alan—. No te saldrás con la tuya. Alguien te vio cometiendo tu crimen.
Entre la multitud, una chica dio un paso al frente. Siempre estaba junto a Katy.
—Es verdad —afirmó—. Yo la vi. Era muy temprano en la mañana. Ember estaba en el salón con un cúter y pintura. Ella hizo esto.
Ember no se inmutó.
—Supongamos que dices la verdad —dijo con calma—. Entonces dime algo… ¿qué hacías tú en el salón a esa hora?
Un murmullo recorrió el aula. Varias miradas se desviaron hacia la acusadora.
—Yo… bueno… estaba… —balbuceó la chica, incapaz de terminar la frase.
Ember no insistió. Caminó hasta el puesto de Katy y lo observó unos segundos.
—No lo hice —dijo—. Pero aun así, ayudaré.
Extendió la mano.
Una luz suave recorrió la mesa y, en cuestión de segundos, volvió a su estado original. Ni una mancha. Ni un rasguño.
Sin decir nada más, Ember regresó junto a Lily y tomó asiento.
El salón seguía en silencio.
Sí, esto necesitaba orden, tensión psicológica y menos ruido. Aquí va una versión mejorada, más clara, más inquietante y con Katy actuando como lo que es: peligrosa con voz suave.
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Al sentarse, lo primero que notaron fue la ausencia de Daniel.
—¿Dónde está Daniel? —preguntaron ambas al mismo tiempo, mirándose con inquietud.
El profesor entró al aula e inició la clase como si nada, sin notar la tensión que se acumulaba en el aire.
Ahora que lo recuerdo… esto pasó en los primeros capítulos de la novela original.
¿El sistema intenta arrastrarme de vuelta a la trama?
Ember suspiró con fastidio.
Isha… ¿dónde estás?
Las tres primeras clases pasaron sin rastro de Daniel ni de Isha. Cuando finalmente sonó la campana del receso, Ember y Lily salieron de inmediato.
Buscaron por todo el colegio. Pasillos, patios, biblioteca, salas de entrenamiento. Preguntaron a amigos de Daniel, incluso a profesores. Nadie sabía nada. No había pistas. Ningún avistamiento.
Se sentaron un momento en un banco, exhaustas.
—¿Qué está pasando? —preguntó Lily, con la voz tensa.
—Esto no es normal —respondió Ember.
—¿Qué podemos hacer? Nadie sabe dónde está Daniel… y Isha.
Lily dudó un segundo.
—¿Y si nos separamos? Tal vez así…
—Puede ser lo mejor —aceptó Ember, levantándose—. Pero ten cuidado.
Tomaron caminos opuestos.
Ember siguió preguntando, buscando, recorriendo el campus sin descanso. Nada. Ni rastro de Daniel. Ni de Isha.
Lily, en cambio, llegó sin darse cuenta a la parte trasera del colegio. El lugar desolado donde, días atrás, habían hablado sobre los clubes. Estaba tan absorta en sus recuerdos que no notó la presencia detrás de ella.
Una mano se posó sobre su hombro.
Lily se giró sobresaltada.
—Hola, Lily —dijo Katy con una sonrisa suave.
—Hola, Katy —respondió Lily con educación.
—¿Qué haces aquí? Este lugar suele estar vacío.
—Solo estaba de paso —contestó Lily, sin dar detalles—. ¿Y tú?
—Este es mi lugar para relajarme —respondió Katy—. Vengo a dibujar.
Le mostró una libreta llena de ilustraciones delicadas y cuidadas.
—El arte es una de mis pasiones —dijo con dulzura.
—Qué bien… —murmuró Lily—. Ya me voy.
Dio media vuelta, pero la voz de Katy la detuvo.
—¿Por qué me tratas así?
Lily se giró, confundida.
—¿De qué hablas?
—Desde que llegué a la academia sentí una conexión contigo —dijo Katy, conteniendo las lágrimas—. Siempre quise ser tu amiga. Lo intenté… pero Ember siempre se interponía. No lo entiendo. Yo de verdad quiero ser tu amiga. Ember solo te está utilizando.
—Te equivocas de Ember —respondió Lily con firmeza—. Ella cambió.
—Lily, piénsalo —insistió Katy—. Ella te humilló, te maltrató desde el primer año.
—Tú qué vas a saber —la interrumpió Lily—. No estuviste allí. Ingresaste este año.
—Todo el mundo lo sabe —replicó Katy—. Muchos me lo han dicho. No trates de defenderla. Ella siempre te utilizó… y siempre lo hará. Un cambio no ocurre de la noche a la mañana.
Las palabras removieron recuerdos que Lily prefería olvidar: cuadernos tirados al suelo, tareas obligadas, golpes, rumores crueles.
Pero también recordó el cambio repentino y sospechoso.
—Así que, Lily… —dijo Katy, extendiéndole la mano con una sonrisa entre lágrimas—. Por favor, sé mi amiga. Deja de defender a Ember.
Lily dudó.
Solo un segundo.
Luego tomó la mano de Katy con fuerza.
—Está bien —dijo con una sonrisa—. Seamos amigas.
Ember caminaba por la parte trasera de las viejas estructuras de entrenamiento, aquellas que nadie usaba desde hacía años. El lugar estaba vacío, cubierto de polvo y sombras. Allí estaba Daniel.
Ember se acercó con rapidez.
—Daniel, por fin te encontré. Lily y yo estábamos preocupadas. Te buscamos por todo el colegio.
Daniel se dio la vuelta. La expresión despreocupada que solía llevar había desaparecido por completo.
—Ember, te lo diré claro —dijo sin rastro de humor—. No vuelvas a acercarte a mí.
El corazón de Ember dio un vuelco.
—¿Qué…? —murmuró.
—Estar contigo fue divertido —continuó él—, pero me di cuenta de que sigues siendo la misma chica cruel y despiadada que pisa a los demás. Así que decidí que es mejor que nos mantengamos lejos de ti.
—¿“Nos”? —preguntó Ember en voz baja.
Daniel giró ligeramente la cabeza.
—¿Tú qué crees, Lily?
Lily apareció junto a Katy. No dudó ni un segundo.
—Es verdad —dijo con firmeza—. Siempre fuiste mala… y siempre lo serás.
Ember no respondió.
La preocupación en su rostro se apagó lentamente, reemplazada por una expresión fría e impenetrable. Soltó un suspiro suave, dio media vuelta y comenzó a alejarse.
No discutió.
No suplicó.
No explicó nada.
Simplemente se fue.
Y esta vez, nadie la siguió.