En una pequeña ciudad dominada por las tradiciones, Helena se enfrenta a un futuro incierto cuando su padre es acusado injustamente de un crimen que no cometió. Desesperada por limpiar su nombre, acude a Iván del Castillo, un juez implacable y frío, conocido por su estricta adherencia a la ley. Sin embargo, lo que comienza como una simple búsqueda de justicia, rápidamente se convierte en un intenso enfrentamiento emocional cuando Iván, marcado por un oscuro pasado, se siente atraído por la apasionada Helena.
A medida que ambos luchan con sus propios demonios y los misterios que rodean el caso, Helena e Iván descubren que la verdad no solo pondrá a prueba sus convicciones, sino también sus corazones. En un mundo donde la justicia y el amor parecen estar en conflicto, ¿podrán encontrar el equilibrio antes de que sea demasiado tarde?
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Capitulo 5
Iván del Castillo se sentó en su despacho, el silencio de la noche envolviéndolo como un manto pesado. Las pruebas del caso Vargas estaban dispersas frente a él, pero su mente no podía concentrarse. Algo en todo esto lo perturbaba de una manera que no era capaz de definir. Desde que tomó este caso, una sombra de su pasado oscuro había comenzado a alzarse, amenazando con consumirlo. No podía evitar preguntarse si su objetividad, la característica que más valoraba de sí mismo, estaba en peligro.
Llevaba años construyendo su reputación como un juez implacable, frío, y meticuloso. Nada se escapaba de su escrutinio. Pero ahora, con cada encuentro con Helena Vargas, esa fachada parecía resquebrajarse. Había algo en su mirada, en su pasión por defender a su padre, que lo hacía dudar. ¿Estaba siendo influenciado por su atracción hacia ella, o realmente había algo más en este caso que no había visto?
Se frotó las sienes, intentando liberar el peso de esos pensamientos. Pero las memorias volvían a su mente como olas incontrolables: su juventud, los errores que cometió, las decisiones que tomó para enterrarlo todo bajo la sombra de la ley. Había hecho lo necesario para sobrevivir, para avanzar. Sin embargo, la presencia de Helena le recordaba todo lo que había intentado olvidar.
—Esto no es personal —murmuró para sí mismo, como si al decirlo en voz alta pudiera convencerse. Pero la verdad era otra. Se estaba volviendo personal, y eso lo aterraba.
El sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos. Era su asistente, quien le informaba de una nueva reunión para discutir el progreso del caso. Iván asintió en silencio, agradeciendo la distracción temporal. Sabía que, en algún momento, tendría que enfrentar esos demonios que lo acechaban. Pero por ahora, debía seguir adelante.
Se levantó de su silla, guardando las pruebas en una carpeta cuidadosamente. Mientras lo hacía, su mirada se detuvo en una foto: Helena y su padre, en tiempos más felices. Algo en la expresión de Samuel Vargas, en su mirada tranquila y confiada, le recordó a alguien. Alguien de su pasado.
"Debo ser imparcial", pensó Iván. Pero en lo más profundo de su ser, la duda ya había echado raíces.
Iván salió de su despacho, caminando por los pasillos vacíos del juzgado. A cada paso, el eco de sus zapatos resonaba como un martilleo en su mente. Intentaba ignorar las preguntas que lo asaltaban, pero cada vez se volvían más insistentes. ¿Qué tanto de su juicio en este caso estaba influenciado por su pasado? ¿Y cuánto de lo que sentía por Helena lo estaba cegando?
Se detuvo frente a la ventana del vestíbulo, mirando la ciudad iluminada por las luces lejanas. Respiró hondo, recordando su propia juventud, los errores que había cometido, y cómo, en su afán por redimirse, había construido una barrera a su alrededor. Ser un juez frío y objetivo lo había mantenido a salvo. Pero ahora, esa muralla empezaba a agrietarse, y el temor de perder el control lo invadía.
"¿Qué es lo que te pasa?", se preguntó en silencio. Había enfrentado casos mucho más complicados, con más implicaciones. Y sin embargo, este en particular lo estaba descolocando. Samuel Vargas no era solo otro acusado. Helena no era solo otra hija desesperada por salvar a su padre. Algo en ellos resonaba en lo más profundo de su ser, como si ese pasado que había dejado atrás estuviera volviendo a la superficie.
De repente, una sombra oscura se proyectó en el cristal. Iván se giró, encontrando a Helena caminando por el pasillo. No podía evitar admirar su fuerza, su tenacidad. Pero en ese mismo instante, sintió la incomodidad de estar ante una persona que, sin saberlo, tenía el poder de sacudir los cimientos de todo lo que él creía firme.
Ella lo miró, sorprendida por el encuentro.
—¿Juez del Castillo? —preguntó, con voz serena pero con una ligera tensión en sus palabras.
Iván asintió. Por un momento, las palabras se le escaparon. Quería decirle que todo estaría bien, que encontrarían la verdad, pero en su interior la incertidumbre rugía.
—¿Todo en orden? —insistió ella, confundida por el silencio.
—Sí, todo está bien —mintió Iván, manteniendo su máscara de juez frío. Pero mientras Helena pasaba a su lado, el leve roce de su brazo contra el de él lo hizo tambalearse de nuevo. Y, por un segundo, se permitió sentir el abismo que los separaba, preguntándose cuánto tiempo más podría mantener las apariencias.
pero me aburrió la trama por qué es confusa o quizás sea yo🤷