Vivió su vida llena de mucha adrenalina, cuando renació en su nueva vida no fue diferente, las primeras horas de su vida tuvo que luchar para sobrevivir
¿que pasara cuando encuentre nuevos seres, o descubra que en este nuevo mundo la magia no es una simple fantasía?
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ENFRENTAMIENTO
Cuando los primeros pasos volvieron a acercarse, lo hicieron con decisiva intención de acabar, antorchas, lanzas, gritos en la lengua de la selva; hombres y mujeres con los rostros pintados y una cólera que olía a final, habían decidido que la bruja debía ser eliminada antes de que su invierno extendiera su mano sobre ellos.
Apreté los dientes, espero que esto no se me haga costumbre, sentí el hielo abrirse dentro de mi como una fractura de cristal, no había cálculo en mi impulso: solo la certeza de que, si no detenía aquello ahora, perdería a Náhu y perdería aquello que aún me quedaba de humanidad, yo que había sobrevivido mil estrategias, comprendí en un instante que la única estrategia ahora era erradicar la amenaza que se acercaba.
Salí de la grieta con la mirada helada, Náhu quiso detenerme, pero las sogas y las lágrimas ya no bastaban para frenar a alguien que había aprendido a convertir la sangre en escarcha, eso me parece aterrador si lo pienso de esa manera, soy cool) Corre…Huye ahora.
Náhu: no lo hare, no te dejare, no lo hare, aquí me quedo
Jeinnys: (negué, con los ojos abiertos como lunas: no me dejaría y su negativa fue la chispa que encendió la tormenta.
El primer hombre que intentó abalanzarse sobre nosotras recibió solo un gesto, el aire le mordió la cara: su aliento se volvió vapor; sus manos, rígidas, cayó hacia atrás confundido, agarrando su propio pecho donde ya no podía sentirlo, la lanza que había blandido cayó de sus dedos convertida en una vara de hielo quebradiza.
Los atacantes vacilaron, ese vacío fue todo lo que necesitaba, ellos son más, pero yo estoy medio loca, extendí las manos y el mundo se estremeció en frío, las antorchas chisporrotearon y se extinguieron como luciérnagas aplastadas, las hojas de la selva se cubrieron de escarcha; la niebla blanca descendió como un telón.
Lo que vino después fue precisión despiadada, no buscó golpear; construyó trampas con el clima, caminos que antes parecían seguros traicionaron a los que corrían: el barro se convirtió en placas de hielo que cedían bajo los pies; pequeños estanques ocultos por la maleza se congelaron en un segundo y cedieron, tragando a quien confiara en su firmeza, un grupo que rodeaba nuestra posición encontró un muro de estalactitas subiendo del suelo, clavándose como lanzas en el avance.
No hubo heroísmo en la caza: solo reacción instintiva y letal, los que intentaron retroceder resbalaron y quedaron inmóviles, atascados por el frío que se apoderaba de sus miembros, los gritos eran cortos, cargados de sorpresa y de la conciencia repentina de lo imposible, observaba todo con una calma terrible, sosteniendo la técnica de alguien que sabe que cada uso de su don arranca una parte de sí misma, debo hallar un equilibrio o en serio me convertiré en el monstruo de la nieve, no grite de furia; no celebre, solo ejecute, como si cada gesto fuera una precisión de un cirujano que ponía fin a una hemorragia.
Al mirar el rostro de Náhu me compadecí un poco, así que decidí dar una pequeña mano, corría entre el humo frío y la neblina, arrastrando conmigo a los heridos que podían moverse, llamando a los suyos con sollozos que escurrían entre las ramas, por cada vida que intentaba salvar, sentía que el hielo me costaba más: la piel me dolía, los latidos se volvían pesados, y un zumbido antiguo cubría mis oídos.
La matanza no se hizo con estupidez ni con sed de sangre; se consumó con la brutal eficacia de quien no tiene otra alternativa, cuando la última fila de atacantes quedó inmóvil, algunos inconscientes, otros con el aliento detenido por el frío, la silenciosa selva se quedó con el rumor frío de un mundo que había cambiado para siempre o bueno la selva o isla donde estamos, esta en grandes problemas conmigo aquí.
Me acerque a los cuerpos, mis manos temblaban, toque a uno de los hombres, y el frío mordió mis dedos como si quisiera entrar en mí también, mi rostro se deformó en una mezcla de horror y compasión) No… No sabía que…
Náhu: ¿JEI?
Jeinnys: (vacile, la verdad se presentó despacio, como un reverso que no había calculado: había ganado, pero el precio era enorme, había escuchado los huesos del mundo ceder por el uso del hielo; había sentido su esencia al borde de consumirse mis manos, antes firmes, ahora tenían manchas blanquecinas que anunciaban la congelación de mi propia carne.
me deje caer de rodillas entre los restos de la tregua rota, el humo helado me rodeó la cara, no llore al principio; la inercia del combate me mantenía en una calma extraña, pero cuando Náhu me tomó la mano y sus dedos se enredaron con los míos)
Náhu: Lo siento, No quería…
Y tu Jei deja de ser impulsiva y mantén distancia con ese William!
Ta buena esa