Esther era la hija ilegítima de una familia acaudalada, cuya hermana decidió irse por "amor" con el hombre que ella tanto amaba. Él contra de Arthur, un vaquero muy apuesto, era su pobreza y cuando su hermana sintió en carne propia lo que era el hambre, decidió abandonarlo junto a su hija recién nacida, para irse con su amante.
Pese a que su cuñado intentó por todos los medios salir adelante, no tuvo de otra más que recurrir a ser un bandido, encontrando así su muerte y la de su hija. Por eso, usando su habilidad secreta, Esther hará un trato con el mismo diablo y si logra traer de regreso las almas de ellos, que han reencarnado en otro mundo, dentro de la historia de "La amante del embajador" este haría que por fin ellos tuvieran un final feliz.
¿Logrará darle una nueva vida a su cuñado?
¿Podrá su sobrina al fin tener una existencia tranquila?
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CAPÍTULO 5
Sabía que cruzar esa línea tendría consecuencias, pero también sabía que en ese momento no podía soportar la impotencia y el dolor un día más.
—Solo esta noche—dijo finalmente, su voz ronca y baja—solo esta noche, y mañana volveremos a ser solo cuñados.
Penélope asintió, una chispa de triunfo en su mirada. Se inclinó hacia él, sus labios, encontrando los de Alex en un beso que fue al principio suave y luego más apasionado.
El fuego que había estado ausente en su matrimonio parecía arder ahora, encendido por la prohibición y el peligro, pero también por la desesperada necesidad de conexión humana.
Al ver como su cuñada, por completo desnuda, estaba encima de él, hizo que su corazón se detuviera ante aquella seducción descarada que no era propia de la mujer tímida y silenciosa que normalmente era Penélope.
—Solo esta noche—susurró mientras besaba su cuello—hazme tu mujer y olvida a mi hermana con mi cuerpo.
Horas más tarde, mientras el amanecer empezaba, Alex se despertó sosteniendo en sus brazos a su cuñada. Penélope, con el cuerpo lleno de chupones, descansaba profundamente bajo la cobija que también le daba algo de pudor a él.
Se levantó cuidadosamente, tratando de no despertarla, y se dirigió a la ventana. La brisa fría de la mañana le despejó la mente y, mientras observaba el primer rayo de sol asomarse por el horizonte, se dio cuenta de que, aunque había buscado consuelo, solo había encontrado más confusión y un problema aún mayor.
Se suponía que con eso debía sacar su frustración interna y calmar su deseo de poder el también tener algo, pero una parte de su corazón, en lo más profundo de su alma, anhelaba el seguir con la hermana de su esposa.
Penélope despertó poco después, y sus ojos encontraron los de Alex, llenos de preguntas y algo más, quizás deseo por seguir con lo prohibido y tener un arma por el cual devolverle el golpe a su esposa.
—Penélope, esto...—comenzó, pero ella lo interrumpió, poniendo un dedo en sus labios.
—No, ahora, Alex—dijo suavemente—tendremos tiempo para hablar. Por ahora, solo recordemos esta noche.
Alex asintió, observando como Penélope se iba en silencio, sin ser vista por nadie. Su corazón aceleraba con mayor ritmo, quería seguir mordiendo de aquella manzana prohibida.
Para Penélope, el pasar desapercibida no era tan difícil, al fin de cuentas, le había hecho favores a muchos de los sirvientes del hogar.
Sabía muy bien del odio que le tenían a su hermana, por lo que si haciéndose ciegos y sordos con respecto a sus actos, podían humillarla, estarían más que dispuesto a ayudar.
Si de un ejército se tratara, si todos los empleados de la mansión de su cuñada pudieran, le dieran una apuñalada por la espalda a la maldita de su hermana; sin embargo, el hecho de ser familia del rey, así como su enorme poder, eran dos impedimentos muy fuertes para no irse en su contra.
Aprovechando que ese día era el único día del mes que su hermana le daba libre, se arregló muy temprano y ocultando las marcas del salvajismo con el que su cuñado devoró su cuerpo, salió de la mansión rumbo a hacer sus obligaciones.
La primera parada que haría era visitar a su abuelo, el cual era el padre de su verdadera madre biológica. Siendo hija ilegítima del fallecido esposo de la nieta del rey, solo fue acogida en su familia para ocultar su adulterio. Pero no era más que una sirvienta, incluso para su padre antes de morir.
Asegurándose de que su abuelo estuviera bien con la cuidadora que había contratado, se cercioró que su casa y el negocio que había abierto, en el mismo terreno, estuvieran en buenas condiciones. Solo era cuestión de tiempo para que su plan se concretara y dijera adiós a la familia real para siempre.
—Toma Amanda—dijo pasando un sobre—el pago de este mes.
—¡Muchas gracias, señora Francisca!—respondió la anciana.
La mujer, quien no sabía la verdadera identidad de Penélope, solo la conocía como lady Francisca, viuda de un comandante, la cual había heredado su fortuna y que, para pasar su luto, estaba organizando su vida en aquella ciudad.
Aunque sí se le hacía extraño el ver pocas veces a la señora, pero según tenía entendido pronto estaría por completo junto a su abuelo. Así, observando como la mujer se alejaba en un carruaje, la anciana se adentró en la casa para seguir cuidado del señor.
—¡Madam!—un hombre de mediana edad, la salud.
Antes de que su carruaje llegara al banco, ya había varios hombres esperándola. Entre los cuales se encontraba el director del banco, quien esperaba ansioso la llegada de una de sus mayores socias. Penélope descendió cubierta por capucha, dejando solo a la vista su rostro.
Luego de ser recibida, siguió a los hombres, quienes la llevaron a una de las oficinas más exclusivas del recinto, y allí fue donde el director del banco le rindió cuenta sobre las inversiones que había hecho. Pidiendo estar a solas, Penélope suspiró llena de emoción.
—Pronto podré vengarme—susurró observando su libro contable—pronto destruiré a la familia real...
Recordando con sed de venganza a su hermana y la maldad con la que su familia la había tratado, observó sus manos mientras de estas se desprendían pequeños orbes dorados. Los cuales, al tocar la cuchara con la que revolvía su te, la terminaron por convertir en oro.
Según lo que había leído de su madre biológica, o bueno, del diario de esta, al parecer su linaje provenía del viejo oeste americano, cuando los vaqueros estaban en apogeo.
Al parecer, una tatara abuela de ella había sido la primera en despertar su don de convertir las cosas en oro, el cual se fue concedido de manera misteriosa.
Por eso, deseando salir de aquel podrido reino y volver al nuevo continente, a aquella nación donde provenía su familia materna, aprovecharía su don para comprar una nueva vida. No sin antes destruir a la familia real.
Habían pasado por mucho, tanto que su cuerpo anhelaba su sangre aún mientras dormía. Si tuviera que encabezar una lista de muchas cosas por la cual buscar justicia, tendría que empezar sobre el cómo su hermana la torturó e hizo que perdiera su virginidad cuando tuvo su primera menstruación.
i puedan ser felices cuando todo termine😮💨😮💨