Destinos Cruzados~ (Alfa X Alfa)

El día de la presentación llegó, y la sala de conferencias estaba llena de inversores, socios y líderes de la industria tecnológica. La atención de todos estaba centrada en dos figuras destacadas: Viktor Ivanov y Leonhard Blackwood. Ambos sabían que ese día no solo se jugaba la credibilidad de sus compañías, sino también su propio orgullo como alfas.

Viktor se preparó en su despacho, ajustando el último borrador de su presentación y revisando los datos clave. Sentía la tensión en el aire, como si cada segundo aumentara la carga en sus hombros. Había trabajado sin descanso para asegurarse de que su propuesta fuera innovadora y difícil de igualar, pero sabía que no podía subestimar a Leonhard. Ese hombre era conocido por sus estrategias impecables y por su capacidad para sorprender a cualquiera.

Mientras ajustaba su traje, escuchó una voz detrás de él. Al girarse, se encontró con Leonhard, de pie en el umbral de la puerta, observándolo con una leve sonrisa de confianza.

—Parece que alguien ha venido muy preparado —comentó Leonhard, cruzando los brazos mientras miraba a Viktor de arriba abajo—. Espero que tu presentación esté a la altura de las expectativas.

Viktor sonrió con serenidad, sin dejarse intimidar por su presencia. —No tengo la menor duda de que estará a la altura. La pregunta es si tú podrás igualar el nivel.

Leonhard dio un paso dentro del despacho, acortando la distancia entre ambos. —Eres muy seguro de ti mismo, Viktor. Pero la seguridad no siempre gana, sobre todo cuando no se tiene el control total.

—Tal vez, pero eso es algo que no descubrirás hasta que te encuentres frente a la audiencia —replicó Viktor, con un destello de desafío en sus ojos—. ¿O acaso estás nervioso?

Leonhard soltó una leve risa, inclinándose hacia él de manera casi provocadora. —Digamos que estoy intrigado por ver hasta dónde puedes llegar.

Sin añadir nada más, Leonhard se apartó y salió de la oficina, dejándolo solo con sus pensamientos. Viktor sintió la adrenalina recorrer su cuerpo; era como si cada palabra intercambiada con Leonhard encendiera algo dentro de él. Sabía que esa rivalidad era diferente a cualquier otra que hubiera experimentado, y en cierto modo, eso solo aumentaba su determinación.

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La presentación comenzó, y ambos líderes tomaron turnos para exponer sus propuestas. Viktor habló con seguridad, mostrando cada aspecto innovador de su proyecto de inteligencia artificial y su aplicabilidad en el mercado. Su discurso estaba lleno de energía, y cada palabra estaba calculada para impresionar a los inversionistas. La audiencia observaba con atención, y podía notar en sus rostros el impacto de sus ideas.

Cuando le llegó el turno a Leonhard, Viktor lo observó desde un asiento en la primera fila. Leonhard se desenvolvía con una fluidez y elegancia envidiables, exponiendo su propuesta con un lenguaje cautivador y un dominio total de los conceptos. A medida que hablaba, sus ojos se encontraban de vez en cuando con los de Viktor, en un intercambio silencioso que solo ellos comprendían.

Terminadas ambas presentaciones, los asistentes se dedicaron a discutir los puntos fuertes de cada proyecto, dejando a Viktor y a Leonhard en una pequeña sala de espera en la parte trasera del auditorio. La tensión entre ellos era palpable, y ambos sabían que estaban a punto de recibir la evaluación de los inversores, quienes decidirían cuál de los dos proyectos recibiría financiamiento prioritario.

—Debo admitir que has hecho un buen trabajo, Viktor —comentó Leonhard, rompiendo el silencio—. Aunque no esperaba menos de ti.

Viktor esbozó una sonrisa irónica. —Y yo debo admitir que tú también has sorprendido, Leonhard. Aunque esperaba algo menos… calculado.

Leonhard lo observó con una intensidad que parecía desafiar cualquier distancia entre ellos. —Lo que he hecho, Viktor, es preparar el terreno. A veces, el verdadero valor está en dejar que los demás piensen que tienen la ventaja.

—¿Es eso lo que crees que has hecho? —replicó Viktor, acercándose un paso—. Tal vez me subestimaste demasiado.

—¿Y tú? —Leonhard entrecerró los ojos, sin retroceder ni un centímetro—. ¿Estás tan seguro de haber ganado?

Ambos se miraron fijamente, la tensión entre ellos alcanzando un punto crítico. En ese momento, uno de los inversionistas se acercó para informarles que el veredicto se anunciaría en unos minutos. Con una mirada rápida y seria, ambos se dirigieron de vuelta al auditorio, cada uno decidido a llevarse la victoria.

Cuando el representante subió al estrado, el silencio llenó la sala mientras todos aguardaban el resultado. Con una voz pausada, el hombre anunció que ambos proyectos eran viables y recibían el respaldo de los inversores, pero añadió que la propuesta de Viktor sería priorizada debido a su potencial de impacto en el mercado.

Viktor sintió una oleada de satisfacción, y, sin apartar la vista de Leonhard, esbozó una leve sonrisa. La audiencia aplaudió, y varios socios se acercaron para felicitarlo. Sin embargo, al girarse para buscar a Leonhard, lo encontró observándolo desde el otro extremo de la sala, con una expresión inescrutable.

Después de los saludos y despedidas, Viktor se dirigió a la salida, pero se detuvo al escuchar una voz que ya conocía demasiado bien.

—Viktor.

Al girarse, encontró a Leonhard frente a él, mirándolo con esa intensidad que parecía desafiar cualquier barrera entre ambos.

—Parece que hoy has ganado la primera ronda —dijo Leonhard con calma—. Pero no te confíes demasiado. La competencia no ha terminado.

Viktor levantó una ceja, con una expresión de satisfacción. —Nunca subestimaría a alguien como tú, Leonhard. Pero me gusta pensar que esto es solo el comienzo.

Leonhard esbozó una leve sonrisa, y durante un segundo, Viktor sintió que había algo más que rivalidad en esa mirada. Había una promesa implícita, un desafío que parecía extenderse más allá del ámbito profesional.

—Ten por seguro que esto no termina aquí, Viktor. Ambos sabemos que aún hay muchas rondas por jugar.

Ambos se observaron en silencio, conscientes de que las palabras eran solo una formalidad. La tensión, la atracción y el desafío entre ellos eran mucho más profundos de lo que cualquiera en la sala podría entender. Finalmente, Leonhard se dio la vuelta y desapareció entre la multitud, dejando a Viktor solo, pero con una mezcla de triunfo y expectación que pocas veces había sentido.

Mientras salía del edificio, Viktor se permitió sonreír para sí mismo. Ganar esa ronda no era solo una victoria profesional, sino también una señal de que Leonhard, por primera vez, lo veía como alguien digno de su atención y respeto. Había algo adictivo en esa rivalidad, algo que lo impulsaba a querer superar sus propios límites y a enfrentar todo lo que Leonhard tuviera para ofrecer.

Sabía que ese no era el final, sino apenas el primer paso en un juego donde los dos alfas estaban dispuestos a llevar sus habilidades, su orgullo y sus deseos al límite.

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