Un amor que se enfrenta a problemas, desafíos, barreras. Un amor entre una bailarina y un multimillonario.
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Capítulo 15: Un Nuevo Comienzo
El festival en París no solo había sido un éxito rotundo para Nia, sino también un punto de inflexión en su relación con Ethan. Verlo entre la multitud, aplaudiendo con tanta emoción como si fuera él quien estuviera en el escenario, había llenado su corazón de una certeza inquebrantable: no importaba cuán lejos estuvieran sus mundos, siempre encontrarían el camino de regreso el uno al otro.
Esa noche, después de la presentación, Ethan la llevó a un pequeño restaurante en Montmartre. La cálida luz de las velas iluminaba sus rostros, y las risas y los murmullos de los demás comensales creaban un ambiente íntimo. Nia, todavía vestida con su ropa de baile, tenía los ojos brillantes por la emoción de la noche.
—No puedo creer que estés aquí —dijo ella, sonriendo mientras jugaba con el colgante en forma de estrella que él le había regalado.
Ethan tomó un sorbo de vino antes de responder.
—No podía quedarme en casa mientras vivías uno de los momentos más importantes de tu carrera. Tenía que estar aquí, apoyándote.
—¿Y qué pasó con tus reuniones? Pensé que tenías una semana complicada en la oficina.
—Las pospuse. Algunas cosas pueden esperar, pero tú no.
Nia lo miró, sintiendo que sus palabras eran un ancla en medio de la vorágine de emociones que había vivido. Ethan siempre encontraba la manera de demostrarle que era su prioridad, incluso cuando su propio mundo parecía tambalearse.
—Eres increíble —susurró, llevando una mano a la mejilla de él.
—No más que tú.
Después de la cena, caminaron por las calles adoquinadas de París, con la Torre Eiffel brillando en la distancia. La ciudad parecía envolverse en un halo de magia, y por primera vez en semanas, Nia sintió que podía relajarse.
Se detuvieron en un puente sobre el Sena, el agua reflejando las luces de la ciudad. Ethan la abrazó por la cintura, atrayéndola hacia él.
—París te sienta bien, ¿sabes? —dijo con una sonrisa.
—¿Ah, sí?
—Sí. Pero lo que realmente quiero es verte feliz, donde sea que estés.
Nia apoyó su cabeza en el pecho de él, escuchando los latidos de su corazón.
—Ethan, sé que este tiempo separados no ha sido fácil. Pero cada vez que pienso en ti, sé que vale la pena.
Él besó suavemente su frente.
—Siempre vale la pena, Nia.
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Después del festival, tuvieron unos días para ellos antes de que Ethan tuviera que regresar a Nueva York y Nia continuara con sus compromisos en Europa. Decidieron aprovechar cada momento, explorando la ciudad como dos enamorados cualquiera: desayunaron croissants en pequeños cafés, pasearon por museos y se perdieron en los jardines de Luxemburgo.
Una tarde, mientras estaban sentados en una banca en el Jardin des Tuileries, Ethan sacó su teléfono y comenzó a revisar algo con una expresión concentrada.
—¿Qué haces? —preguntó Nia, divertida.
—Planeando.
—¿Planeando qué?
Él giró el teléfono hacia ella, mostrando un mapa con varias ubicaciones marcadas.
—Quiero que veas el mundo conmigo, Nia. No solo París, sino todo. Quiero llevarte a Tokio, a Venecia, al desierto de Marruecos…
Ella rió, apoyando su cabeza en su hombro.
—Eso suena como un sueño.
—Entonces hagámoslo realidad.
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El regreso a Nueva York fue agridulce. Ethan tuvo que volver directamente al trabajo, sumergiéndose en reuniones y estrategias para salvar su proyecto, mientras Nia reanudaba su rutina con la compañía de danza. Sin embargo, algo había cambiado. La distancia que antes parecía un obstáculo insuperable ahora era solo un detalle en el panorama más amplio de su relación.
Ethan comenzó a asistir a más presentaciones de Nia, incluso cuando su agenda estaba repleta. Y ella, por su parte, se interesó más por su trabajo, ayudándolo a ver las cosas desde nuevas perspectivas.
Una noche, mientras cenaban juntos después de un largo día, Ethan dejó escapar un suspiro, dejando su tenedor sobre el plato.
—¿Sabes algo? Creo que estoy listo para un cambio.
—¿Qué tipo de cambio? —preguntó Nia, intrigada.
—He pasado años construyendo esta empresa, y aunque amo lo que hago, siento que hay algo más que quiero explorar.
Nia lo miró con atención, notando la seriedad en su rostro.
—¿Qué es lo que realmente quieres, Ethan?
—Quiero un equilibrio. Quiero tiempo para mí, para nosotros. Quiero usar lo que he construido para crear algo que tenga un impacto real, no solo en los negocios, sino en las personas.
Ella sonrió, tomando su mano.
—Si alguien puede hacerlo, eres tú.
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Con el tiempo, los cambios que Ethan mencionó comenzaron a tomar forma. Delegó más responsabilidades en su empresa, confiando en su equipo para liderar mientras él se centraba en nuevos proyectos filantrópicos. Una de sus primeras iniciativas fue crear un programa que financiara a jóvenes artistas de bajos recursos, algo que Nia apoyó desde el principio.
Por su parte, Nia también decidió dar un paso hacia lo desconocido. Inspirada por las historias de Ethan y por su propia experiencia en París, comenzó a trabajar en un proyecto para llevar talleres de danza a comunidades desfavorecidas.
Una tarde, mientras discutían sus planes en el estudio de Nia, Ethan la miró con una sonrisa que decía más de lo que las palabras podían expresar.
—¿Qué pasa? —preguntó ella, divertida.
—Solo estaba pensando en lo afortunado que soy de tenerte en mi vida.
—No más que yo.
Se quedaron en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la compañía del otro.
—Nia —dijo Ethan finalmente, con un tono serio—, he estado pensando mucho en nosotros.
—¿Sí?
—Quiero que sepas que estoy aquí para quedarme. No importa lo que venga, no importa cuán caótico sea nuestro mundo, siempre estaré contigo.
Ella tomó su mano, sus ojos brillando con emoción.
—Y yo contigo.
En ese momento, bajo las luces del estudio y rodeados por los ecos de su música y su trabajo, Nia y Ethan supieron que habían encontrado algo único: una conexión que no solo resistiría las pruebas del tiempo, sino que las transformaría en oportunidades para crecer y amarse aún más.
Era un nuevo comienzo, una promesa de que, juntos, podían superar cualquier obstáculo y crear un futuro que reflejara lo mejor de ambos.