solo confía y todo saldrá bien.
NovelToon tiene autorización de Cleider Naranjo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capitulo #5 silencio y desesperación
Jacob no había dormido bien en semanas. Cada noche, revisaba su teléfono una y otra vez, esperando un mensaje de Sam, una llamada, cualquier señal de vida. Pero el silencio del otro lado se volvía más ensordecedor con cada día que pasaba. Sam no respondía a sus mensajes ni a sus llamadas. Jacob no podía evitar pensar lo peor. ¿Y si algo le había pasado a Sam? ¿Y si Sam había decidido olvidarse de él?
El dolor de la incertidumbre era insoportable. Los días se alargaban como si fueran semanas y cada minuto sin noticias de Sam se sentía como una eternidad. Jacob había intentado mantenerse ocupado, pero todo lo que hacía le recordaba a Sam. El parque donde solían reunirse, el café donde compartieron su primer beso, incluso la escuela parecía vacía sin él.
Una tarde, después de otra jornada infructuosa de intentar contactar a Sam, Jacob se derrumbó. Su madre lo encontró sentado en el borde de su cama, con la cabeza entre las manos, sollozando silenciosamente.
—Jacob, cariño, ¿qué pasa? —preguntó, sentándose a su lado y abrazándolo.
—No ha llamado, mamá. No ha respondido a ninguno de mis mensajes. Estoy... estoy tan preocupado —respondió Jacob entre lágrimas.
Su madre lo abrazó con fuerza, tratando de ofrecerle consuelo, pero ella también estaba preocupada. La situación estaba afectando gravemente a Jacob y no sabía cómo ayudarlo.
—Tal vez está ocupado, tal vez... —intentó decir su madre, pero Jacob la interrumpió.
—No, mamá. Algo está mal. Lo sé. Lo siento en el corazón —dijo Jacob, su voz llena de desesperación.
Esa noche, Jacob tomó una decisión. No podía quedarse sentado esperando. Necesitaba hacer algo. Si Sam no podía venir a él, él iría a Sam. Estaba decidido a ir a Panamá, donde vivían los tíos de Sam.
Jacob pasó la siguiente semana planeando su escape. Sabía que sus padres no lo dejarían ir, así que tendría que hacerlo sin que ellos se enteraran. Ahorró cada centavo que pudo y comenzó a buscar la manera de conseguir un vuelo a Panamá.
Una noche, cuando todos en su casa estaban dormidos, Jacob hizo su movimiento. Llevaba una mochila con lo esencial: ropa, su teléfono, el dinero que había ahorrado y una foto de él y Sam juntos. Salió silenciosamente de la casa y se dirigió hacia la estación de autobuses. Su corazón latía con fuerza, una mezcla de miedo y esperanza.
Sin embargo, sus padres no tardaron en darse cuenta de su ausencia. Al notar que Jacob no estaba en su habitación, su madre entró en pánico. Despertó a su esposo y juntos comenzaron a buscar pistas sobre a dónde podría haber ido Jacob. Encontraron su computadora encendida y en ella, los detalles de un vuelo a Panamá.
—¡Dios mío! —exclamó su madre—. Va a buscar a Sam.
Inmediatamente llamaron a la policía y a los aeropuertos cercanos. La situación era crítica y estaban desesperados por encontrar a su hijo antes de que algo peor sucediera.
Mientras tanto, Jacob ya estaba en el autobús, camino al aeropuerto. Miraba por la ventana, su mente llena de pensamientos y recuerdos de Sam. Recordó su primera cita, la primera vez que se dijeron "te amo" y todos los momentos felices que compartieron. Estaba decidido a encontrarlo, a saber que estaba bien.
Al llegar al aeropuerto, se dirigió rápidamente al mostrador de la aerolínea. Estaba comprando su boleto cuando sintió una mano firme en su hombro. Se dio la vuelta y vio a dos policías junto a sus padres.
—Jacob, ¿qué estabas pensando? —dijo su padre con voz severa pero preocupada.
—¡Papá, mamá! Tengo que encontrar a Sam. No ha llamado, no ha respondido a mis mensajes. Estoy tan preocupado. Por favor, entiéndanme —dijo Jacob, con lágrimas en los ojos.
—Cariño, lo entendemos. Pero esta no es la manera de hacerlo. No puedes simplemente irte así —dijo su madre, abrazándolo.
Los policías hablaron con los padres de Jacob y decidieron no presentar cargos. En lugar de eso, acompañaron a la familia de regreso a casa. Jacob estaba devastado. Sentía que estaba más lejos de Sam que nunca.
De vuelta en su casa, Jacob fue confinado a su habitación. Sus padres estaban decididos a mantenerlo seguro, pero él se sentía prisionero. La ansiedad y la desesperación crecían cada día. No podía dejar de pensar en Sam, preguntándose qué podría haber pasado.
Una noche, mientras estaba tumbado en su cama, escuchó un ruido en la ventana. Se levantó y vio a su mejor amigo, Mike, trepando para entrar.
—¿Mike? ¿Qué haces aquí? —preguntó Jacob, sorprendido.
—Vine a ayudarte, amigo. Sé que estás pasando por un momento difícil y pensé que podrías necesitar a alguien —respondió Mike, entrando en la habitación.
Jacob se sintió aliviado de ver a su amigo. Le contó todo lo que había sucedido, cómo había intentado ir a Panamá y cómo sus padres lo habían detenido.
—No puedo quedarme aquí, Mike. Necesito saber que Sam está bien. Pero mis padres no lo entienden —dijo Jacob, frustrado.
—Lo sé, Jake. Pero tal vez hay otra manera. Tal vez podemos encontrar a alguien que pueda ayudar desde aquí —sugirió Mike.
Juntos, comenzaron a buscar en internet cualquier información sobre los tíos de Sam. Después de varias horas, encontraron una dirección de correo electrónico. Jacob escribió un mensaje desesperado, explicando la situación y pidiendo cualquier información sobre Sam.
Al día siguiente, Jacob recibió una respuesta. Era de la tía de Sam.
"Querido Jacob,
Entendemos tu preocupación y lamentamos mucho la situación. Sam ha estado muy triste y retraído desde que llegó aquí. Ha sido difícil para él adaptarse y creemos que sufre mucho por estar lejos de ti. Te prometemos que haremos todo lo posible para ayudarlo. Te mantendremos informado.
Con cariño,
Tía Marta"
Jacob se sintió aliviado al recibir noticias, pero su preocupación no disminuyó. Sabía que Sam estaba sufriendo y eso lo destrozaba por dentro. Cada día, esperaba con ansias otro mensaje de la tía Marta, pero las noticias eran siempre las mismas: Sam estaba triste y aislado.
Los padres de Jacob, viendo la angustia de su hijo, finalmente cedieron un poco. Le permitieron tener más contacto con la tía Marta y prometieron considerar la posibilidad de viajar a Panamá si las cosas no mejoraban.
Una tarde, mientras Jacob revisaba su correo, recibió un mensaje inesperado. Era de Sam.
"Jacob,
Lo siento mucho por no haber respondido antes. Ha sido muy difícil para mí aquí. Me siento tan solo sin ti. Cada día pienso en ti y en cómo deseaba que las cosas fueran diferentes. Te extraño más de lo que las palabras pueden expresar.
Con amor,
Sam"
Jacob lloró al leer el mensaje. La angustia que había sentido durante semanas se mezcló con una profunda tristeza y un alivio abrumador. Al menos sabía que Sam estaba vivo y todavía lo amaba.
Esa noche, Jacob habló con sus padres nuevamente.
—Papá, mamá, he recibido un mensaje de Sam. Está sufriendo mucho. Necesito ir a verlo. Necesito estar con él.
Sus padres lo miraron con preocupación, pero también con una nueva comprensión.
—Jacob, sabemos cuánto significa Sam para ti. Hemos estado hablando y creemos que quizás lo mejor sea que vayas a verlo. Pero no puedes hacerlo solo. Iremos contigo —dijo su padre.
Jacob sintió una oleada de esperanza. No podía creer que sus padres finalmente entendieran la importancia de su relación con Sam.
Unos días después, la familia de Jacob volaba a Panamá. El viaje fue largo y lleno de tensión, pero Jacob estaba determinado a ver a Sam, a sostenerlo en sus brazos y asegurarle que todo estaría bien.
Al llegar a la casa de los tíos de Sam, Jacob casi corrió hacia la puerta. La tía Marta los recibió amablemente y los condujo a la habitación de Sam. Cuando abrió la puerta, Jacob vio a Sam sentado en la cama, mirando por la ventana con una expresión de tristeza profunda.
—Sam —dijo Jacob, su voz temblando de emoción.
Sam se dio la vuelta y, al ver a Jacob, sus ojos se llenaron de lágrimas. Se levantó rápidamente y corrió hacia él, abrazándolo con todas sus fuerzas.
—Jacob... pensé que nunca te volvería a ver —dijo Sam, llorando.
—Estoy aquí, Sam. Estoy aquí. Y no dejaré que nada nos separe de nuevo —respondió Jacob, sosteniéndolo con fuerza.
Los padres de Jacob y los tíos de Sam observaron la escena con lágrimas en los ojos. Se dieron cuenta de lo profundo y verdadero que era el amor entre los dos jóvenes. Decidieron hacer todo lo posible para apoyarlos y ayudarlos a superar este difícil momento.
Durante los siguientes días, Jacob y Sam pasaron cada momento juntos. Hablaron de sus miedos, sus esperanzas y su futuro. La presencia de Jacob ayudó a Sam a salir de su depresión y poco a poco comenzó a sentirse mejor