Una jovencita hija de uno de los mafiosos más grandes de Italia, nacida de su primer matrimonio y destinada como toda mujer nacida en la mafia a ser moneda de cambio, está comprometida con Reginald Fabrizi, a quien ama y adora.
Reginald Fabrizi Heredero de otra de las mafias de Italia, está enamorado como un loco de Fiorella Cappellari, hija de Francesco Cappellari, pero la envidia de la media hermana de Fiorella hará dudar a toda su familia, incluyendo a Reginald del amor de su amada.
La pobre Fiorella deberá ser fuerte y valiente para poder superar todo lo que le viene, la traición, intriga y la venganza rodeará a esta joven volviéndola capaz de hacer lo que sea para conseguir su venganza, habrá para esta mujer dañada la oportunidad de volver a amar.
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Me das asco
El ambiente es verdaderamente pesado, Salvatore aprieta el brazo de su prometida al ver al idiota de regional arrepentido y con ganas de acercarse.
Francesco no sabe qué hacer, está paralizado y la sonrisa de Fiorella y su madre es enorme y genuina.
La madre de Fiorella no esta para nada asustada, tiene a Borya al lado quien le da la fuerza que necesita y también a su hija con ellos nada le puede suceder.
Los hermanos de Fiorella querían matar a Francesca y sentían pena de su madre.
Javier siguió hablando para terminar de matar a Francesco.
—También sé por mi padre que Ninguno de tus hijos son tuyos Francesco, al menos no los que tienes con Milena son hijos de Andrés, puedes investigarlo. —El salón era una locura, Francesco estaba que mataba a Milena allí mismo.
—Estas son la pruebas que confirman lo que digo, Fiorella es tu única hija. —siguió Javier de hablar.
—Otra cosa Fiorella en aquel tiempo aún era señorita, era virgen y… Mentí diciendo que no por orden de Milena y Francesca. —Culmino Javier y Reginald quería abrazarla, miró a su Fiorella, pero está seguía con iceberg.
—Dime que es mentira, habla carajo. —Estalló Francesco contra Milena.
—Bueno, ya… estamos aquí para demostrar mi capacidad como su socia, no para pelear por cosas familiares. —Dijo Fiorella restando importancia.
—Tengo lo que se necesita para este mundo, fui traicionada, engañada, humillada.
Mi prometido de toda la vida me acusó y me golpeó…
—tuve que dañar mi cara y mi cabello para parecer desagradable y evitar ser prostituida. —Dijo.
—Mi propio padre, que renegó de mí toda mi vida, me mandó a asesinar, pero uno de sus hombres prefirió venderme al Tártaro para ser una maldita máquina asesina. —Siguió ella.
—sé cómo matar a cualquiera de ustedes sin mucho esfuerzo claro si me provocan, sino no. —Sonrió de manera siniestra.
—Mi difunto esposo Borys Ivancov me enseñó todo lo que se sobre este negocio y si aún no quieren trabajar conmigo, pues, se lo pierden. —declaro Fiorella.
—Ah, y para los que les preocupa que sea soltera, en cuatro meses me caso con mi prometido Salvatore Falcone así que cada uno está invitando, ahora quiero oír sus respuestas. —termino firme y altiva.
—Que… Te vas… A casar. —Dijo en shock Reginald y ella lo ignoró.
—O hablan o me voy mi tiempo vale, quien a favor de seguir conmigo y quien en contra. —Cada uno levantó su mano de último Reginald y Francesco.
—Bien, ahora sí creo que la fiesta debe seguir a menos que tengan otros puntos a tratar. —Dijo tan calmada como siempre.
—No viuda, solo duda, vamos de su capacidad, pero a quedado claro. —Dijo un socio.
—Perfecto podemos trabajar en conjunto esas cosas de guerras por qué son de países diferentes es algo anticuado. —Dijo ella.
—Ahora te recuerdo, tú mataste al demonio negro, tú me hiciste perder mucho dinero, eres pantera. —Ella sonríe e hizo un gesto con la cabeza.
—No tengo culpa que juzgues por débil solo por ser mujer… —Dijo ella.
—Esto era todo para lo demás, las reuniones serán más privadas y sin tanto drama. —Dijo otro más.
—Bueno que disfruten de la fiesta que apenas comienza. —Dijo el de la sacra corona unita
—Un momento usted no estaba muerta, señora flora.—Dijo un mafioso presente.
—Mi en aquel entonces esposo creyó que lo había engañado, me obligó a firmar el divorcio y me encerró por años en un psiquiátrico hasta que mi hija y mi prometido me salvaron. —Hablo ella y no les dieron tiempo de preguntar más por qué caminaron hacia el salón.
—Estás bien mamás, si quieres irte nos vamos. —Pregunto Fiorella.
—No amor, yo estoy bien… —Respondió ella.
—De acuerdo vayan a bailar que les parece. —Le sugirió ella a su madre y a Borya y fueron junto a los demás en la pista.
—Estás bien… que sentiste al verlo de nuevo. —Pregunto Salvatore.
—Si estoy perfecta, no tengo ningún tipo de sentimiento por él, aparte del odio. —Dijo y él la tomó de la mano.
—Bailemos un rato, estás hermosa como para estar aquí parada —Ella asintió con la cabeza, pero en ese momento que iban a la pista, su padre y Reginald se acercaron.
—Debemos hablar… Fuimos engañados… Por favor mi pequeña hermosa, hablemos… perdóname. —Ella lo miró sin expresión.
—No tengo nada que hablar con ustedes.
—Fiorella, hija, por favor debemos conversar tú y tu madre. —Dijo Francesco.
—Yo no soy su hija, soy una bastarda y mi padre está en la pista con mi madre… —Dijo ella y comenzó a caminar.
—Debes escucharme amor. —Dijo Reginald y la tomo de su mano libre, pero ella sacó el arma de Salvatore y se la puso en la cabeza.
—Me vuelves a decir así y te mato maldito, cobarde… Tú a mí no me escuchaste, yo no lo haré tampoco y no me hables que me das ASCO… —se soltó y se alejó unos pasos.
—Los Voy a acabar y se los digo de frente, no pararé hasta verlos sin nada y muertos la traición se paga con sangre. —Se alejó con Salvatore.
Ella se fue a bailar con su prometido mientras quería matar a Reginald, pero se acordó de su viejito con la presa se juega y ya sembró miedo, ahora necesita volverlos loco, hacerlos sentir lo que ella y su madre.