Isabella Villareal se encuentra envuelta en una grave situación, solo ve una salida, necesita un arma para salvarse y cobrar lo que le han hecho, Alessandro Castillo es justamente lo que ella necesita, pero ¿acaso podrá ella utilizarlo a su antojo? ¿será él la arma que ella necesita o por el contrario una en su contra?
Descubramos que nos trae EL TRATO, ¿VENGANZA O AMOR?
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Capitulo 3
Señor, su abuelo lo está esperando en la mansión. – Le recuerda Beto a Alessandro, quien está concentrado con unos documentos sobre el nuevo proyecto de su empresa, así que había olvidado que su abuelo lo había citado ese día. Es consciente de lo que quiere hablar con él por eso lo había evitado lo más posible, pero ya no tiene caso, lo mejor es salir de eso de una vez.
- Beto dile a Pedro que prepare el auto saldré en un minuto. – Ordena sin ni siquiera levantar la cabeza.
- Si señor. – Dicho esto Beto sale para cumplir las órdenes de Alessandro, mientras este termina de revisar los documentos para levantarse, tomar su saco y salir rumbo a la mansión Castillo.
El recorrido es tranquilo, mientras Alessandro se pierde en sus pensamientos pensando en esa mujer, que tuvo el valor de pararse frente a él con una petición tan peculiar y original.
- Pedro, ¿Qué hay de Aria? – Pregunta antes de bajar del auto al llegar a la mansión.
- Señor hoy era su día de descanso, así que estuvo todo el día en el hospital cuidando de su madre. Mientras el señor Ernesto iba a su casa para recoger cosas y llevarle comida.
- Ya veo, mantén la vigilancia de cerca, pero sin que sean vistos, ¿entendido? – Indica Alessandro.
- Así será señor. – Responde de inmediato Pedro, pero está un poco intrigado por el particular interés que tiene Alessandro por esa joven, hasta el momento es a la primera persona a la que le dedica tanto de su preciado tiempo.
Alessandro se baja para observar la gran mansión al frente suyo, desde que tiene memoria ese lugar ha sido tan grande e imponente, pero de igual forma vacío y triste, desde que su madre murió, no tuvo un solo recuerdo feliz en ese lugar, es por eso que apenas tuvo la oportunidad se fue de allí, no había nada que lo atara a ese lugar.
- Bienvenido Joven Alex. – Lo saluda respetuoso el mayordomo de la mansión, el señor Walter que lleva toda su vida al servicio de la familia Castillo, especialmente de Federico Castillo, abuelo de Alessandro.
- Buenas noches Walter, ¿el abuelo? – Pregunta Alessandro, con su acostumbrado tono de voz.
- En la sala joven, justamente lo están esperando. – Responde Walter apenado.
- ¿Están? – Es lo único que pregunta Alessandro, pero el señor Walter no le da respuesta, aunque tampoco es necesario, ya se imagina a quien se refiere Walter y solo puede suspirar, mantener la calma es algo que el no conoce, pero con su abuelo hace su mejor intento, al final de cuentas es el hombre que lo crio y cuido de él cuándo su madre falleció.
- Buenas noches, saludo al entrar a la sala, donde inmediatamente una elegante mujer al verlo se levanta para recibirlo.
- Alessandro que gusto verte, que maravillosa sorpresa. – Sonríe Irene, como si Alessandro no supiera que no es ninguna sorpresa, que su abuelo en compañía de esa mujer que tiene al frente lo planearon, pero qué sentido tendría discutir.
- Irene, también es un gusto. – Le devuelve el saludo Alessandro desinteresadamente. – Abuelo si me hubieras dicho que tenías visitas y estabas ocupado, hubiera venido en otro momento. – Añade mientras pasa a sentarse sin la más mínima cortesía
- Muchacho que grosero, deberías estar feliz de ver a Irene, ya sé que, por estar siempre trabajando, no te tomas un tiempo para salir con amigos como Irene. – Regaña Federico a su nieto.
- Abuelo, no empieces que no tengo tiempo, me dijiste que me necesitabas urgente, si no es así, debo irme, aún tengo asuntos que arreglar. – Menciona con molestia Alessandro.
- Eres es un desconsiderado, bueno ya que estas aquí y que Irene nos acompaña también te diré, te casaras con ella, ya hablé con su padre y está de acuerdo. – Declara sin más Federico a lo que Irene sonríe, pues es una asidua enamorada de Alessandro desde siempre, además entrar a la familia Castillo es un sueño para ella.
- Alessandro sé que, aunque nos conocemos desde hace años, nunca hemos compartido lo suficiente, pero te aseguro que seré una buena esposa, además de que mi familia también será un apoyo para ti. – Sonríe cariñosa Irene, mostrándose un poco apenada por la situación.
- No lo hare. – Responde tranquilo Alessandro, a lo que tanto Federico como Irene lo observan con atención. Ahí estaba Alessandro hablando con total calma, como si no le importara para nada el tema o de hecho como si no fuera de su matrimonio de lo que se está hablando en ese momento.
- ¿Qué dijiste? – Grita Federico, levantándose del mueble. Mientras Irene lo sostiene.
- Abuelo, sabes que te respeto y lo siento mucho Irene, pero no puedo casarme contigo. – Se mantiene firme Alessandro.
- Dame una razón para negarte. – Grita Federico, ese nieto suyo es tan terco.
- La razón es muy sencilla, ya estoy casado. – Anuncia Alessandro.
- ¿Qué? – Gritan al tiempo Federico e Irene.