Hacía ocho años que Valentina Rossi se había visto obligada a casarse con Leonardo Bianchi. Ambos provenían de familias influyentes , pero siempre habían vivido separados y ni siquiera habían consumado el matrimonio.
Sin embargo, ahora Valentina deseaba buscar su propia felicidad, por lo que decidió pedirle el divorcio a Leonardo. Su respuesta fue clara: él era su marido y sería también quien le proporcionaría esa felicidad.
Al principio, Valeria se negó a intentarlo siquiera; al fin y al cabo, Leonardo un conocido donjuán. Pero las circunstancias, incluyendo la crisis de salud de su padre, lo empujaron a reconsiderar su decisión y la hicieron cambiar de opinión.
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Capítulo 5 : Investigación y Nuevos Comienzos
Leonardo no había podido quitarse de la cabeza a Valentina desde su separación. A pesar de haber sido él quien insistió en no concederle la libertad, la determinación y el cambio en ella lo habían dejado intrigado. Decidió que necesitaba saber qué hacía su ex esposa con su nueva vida.
—Quiero que investiguen a Valentina Rossi —ordenó Leonardo a su asistente de confianza—. Infórmame de todo lo que haga, con quién se reúna y cómo maneja el viñedo.
El asistente asintió, sabiendo que no debía hacer preguntas.
Mientras tanto, en el viñedo, Valentina estaba completamente sumergida en su trabajo. Había redescubierto su pasión por la viticultura y disfrutaba cada día más del proceso de mejorar la calidad de los vinos que producían. Además, había comenzado a pasar más tiempo con Luca, un enólogo apasionado que había contratado recientemente.
—Estos viñedos tienen un gran potencial —dijo Luca mientras recorrían las filas de vides—. Con algunos cambios, podemos llevar nuestros vinos a otro nivel.
Valentina sonrió, apreciando la dedicación de Luca. —Estoy de acuerdo. Gracias a tu experiencia, hemos logrado mucho en poco tiempo.
Luca la miró con admiración. —Eres una líder natural, Valentina. Es un placer trabajar contigo.
La conexión entre ellos se hacía más fuerte cada día, y Valentina comenzaba a sentirse atraída por la calidez y la sinceridad de Luca, algo que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que debía avanzar con cautela, pero por primera vez en años, sentía que tenía la libertad de explorar sus sentimientos.
Leonardo, por su parte, recibía informes detallados sobre cada movimiento de Valentina. A medida que leía sobre sus progresos y su creciente cercanía con Luca, sentía una mezcla de celos y admiración. No podía negar que la mujer que había dejado atrás era muy diferente a la que había conocido ocho años atrás.
Los informes continuaron llegando, y cada detalle sobre la vida de Valentina en el viñedo solo alimentaba más la curiosidad de Leonardo. Aunque su intención inicial había sido proteger los intereses de la familia Bianchi, ahora se daba cuenta de que también quería proteger a Valentina, incluso si eso significaba enfrentarse a sus propios sentimientos contradictorios.
Un día, mientras revisaba el último informe en su estudio, Leonardo no pudo evitar fijarse en una foto de Valentina trabajando en el viñedo. Estaba riendo, con el rostro iluminado por la luz del sol, una expresión de pura felicidad que él nunca había visto antes. Se dio cuenta de cuánto había cambiado en estos años, y una punzada de remordimiento lo atravesó.
En el viñedo, Valentina se encontraba junto a Luca, observando el proceso de fermentación en una de las barricas. Habían trabajado duro para implementar nuevas técnicas que mejoraran la calidad del vino, y los resultados comenzaban a notarse.
—¿Te quedas a cenar? —preguntó Valentina, mientras se alejaban de la bodega.
Luca asintió, con una sonrisa. —Me encantaría.
La cena fue una mezcla de risas y conversaciones profundas, donde Valentina y Luca compartieron más sobre sus vidas y sueños. Valentina se sorprendió de lo fácil que era hablar con él, de lo cómodo que se sentía a su lado.
Leonardo, por su parte, no podía evitar pensar en la última vez que había visto a Valentina. La niña que había conocido se había transformado en una mujer fuerte y decidida. Los informes que recibía solo confirmaban que ella estaba construyendo una vida nueva y exitosa, y eso lo inquietaba.
Esa noche, Leonardo decidió dar un paso más allá. Convocó a su asistente de confianza.
—Necesito saber más —dijo, con una firmeza que no admitía dudas—. Quiero saber qué siente realmente por ese Luca y qué planes tiene para el futuro.
El asistente asintió, preparado para seguir las órdenes sin cuestionarlas.
Mientras tanto, Valentina y Luca estaban en la terraza del viñedo, disfrutando de una copa de vino bajo las estrellas. La noche era tranquila, y la conversación fluía de manera natural.
—Luca, estoy agradecida por todo lo que has hecho aquí —dijo Valentina, mirándolo a los ojos—. Este viñedo significa mucho para mí.
—Lo sé —respondió Luca, tomando su mano—. Y haré todo lo que pueda para ayudarte a alcanzar tus sueños.
En ese momento, Valentina sintió una conexión profunda con Luca. Sabía que estaba comenzando algo nuevo y emocionante, algo que valía la pena explorar.
Leonardo, sin embargo, no podía apartar la idea de que Valentina estaba destinada a algo más. Mientras se sumergía en los informes y fotos, se dio cuenta de que no podía dejarla ir tan fácilmente. La curiosidad se estaba convirtiendo en algo más profundo, algo que lo impulsaba a querer saber más y a entender mejor a la mujer que había dejado atrás.
Esa noche, mientras se retiraba a su habitación, Leonardo hizo una llamada final.
—Quiero un informe completo sobre Valentina y Luca —ordenó—. No dejes ningún detalle fuera.
El asistente asintió al otro lado de la línea, listo para cumplir la orden.
Valentina, por su parte, se sentía más segura de sí misma y de sus decisiones. Sabía que estaba en el camino correcto, y que, sin importar lo que pasara, seguiría luchando por sus sueños y su felicidad.
