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Celeste

Celeste

Status: Terminada
Genre:Completas / Malentendidos / Matrimonio arreglado / Romance entre patrón y sirvienta / Pareja destinada / Amor eterno / Viaje a un mundo de fantasía
Popularitas:269k
Nilai: 4.9
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Tercer libro de la saga colores

El Conde Lean se encuentra en la búsqueda de su futura esposa, una tarea que parecía sencilla al principio se convierte en toda una odisea debido a la presión de la sociedad que juzga su honor y su enorme problema con las damas, sin pensar que la solución está más cerca de lo que cree cuando asiste a un evento de dudosa reputación.

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EL PATRÓN DESDICHADO

...LEAN:...

Me marché al palacio de Dorian al día siguiente, tenía que hacerlo desistir de la estúpida idea de emparejarme con esa amiga de la esposa de O'Brian.

Llegué rápidamente, gracias a que galopé y estuve en el vestíbulo en menos de lo que cantaba un gallo.

Esperé allí, cruzando mis brazos mientras mi cuñado se tomaba su tiempo para recibirme.

O'Brian salió de uno de los pasillos junto a Dorian, ambos venían discutiendo, pero de una forma que me aseguraba que no iban a enfrentarse en un duelo a muerte sobre la alfombra.

— ¡ Cuñado! — Me saludó Dorian, acercándose — ¿Y esa grata sorpresa?

— No finjas sorpresa, hace rato que uno de las sirvientes te avisó de mi presencia.

— Estaba ocupado.

— Conde Lean, un gusto verlo — Saludó O'Brian, tenía la misma apariencia bestial, pero lucía menos temible, su rostro estaba más amable.

— Igualmente, Señor O'Brian.

— ¿A qué viniste? — Preguntó Dorian — ¿Quieres un trago?

— No gracias, lo que voy a tratar es breve.

Ambos se observaron.

— Iré con mi esposa — Empezó a decir O'Brian.

— No, usted se queda, se que tiene mucho que ver en esto, es cómplice de Dorian.

— No, no es mi cómplice — Dorian resopló — Él fue quien me dió la idea.

O'Brian lo fulminó con la mirada y me crucé de brazos.

— Les voy a agradecer que dejen de meterse en mi vida como si tuvieran el derecho — Les advertí, solo yo tenía las agallas para amenazar a ese par de asesinos sin escrúpulos, lo hacía porque estaba seguro de que no me iban a tocar ni un pelo, ya que se meterían en muchos problemas.

— No es su vida en la que me meto, éste idiota piensa que las vidas humanas son objetos y tiene los bolsillos tan llenos que le aburre cobrar deudas de piezas — O'Brian me observó apenado — Mi intención no era molestarle.

— La mía si fue esa — Se rió Dorian y lo fulminé con la mirada — Pero más que todo fue ayudarlo, necesitas una esposa y la amiga de Roguina es una excelente candidata.

— Deja a esa chica en paz o voy contarle todo a Eleana.

Tocó su mandíbula — Ajá, ya te interesa — Ignorando mi amenaza, casi suelto un grito de la impaciencia.

Puse los ojos en blanco — ¿Cómo puede interesarme alguien que no conozco?

— Les estamos haciendo un favor a ambos.

— Soy un caballero y ésta clase de juegos sucios no son de mi agrado — Sentí mi rostro enrojecido de la irritación — Detente o le contaré a Eleana tu plan.

— Ese discurso de caballerosidad ya me lo se desde la primera vez que me presenté en tu estudio.

— Contigo no hay forma — Gruñí y observé a O'Brian — Supongo que usted tampoco quisiera que su esposa se enterara.

— A diferencia de Dorian, yo si tengo los pantalones para contarle a mi esposa, ella ya lo sabe y está de acuerdo en que su amiga se case en lugar de meterse a monja — Dijo y alcé mis cejas.

Dorian negó con la cabeza — No la parte en la que negarán la entrada a todos los monasterios que vaya.

— Son un par de escorias — Gruñí, una mujer de cabello negro y ojos azules apareció en en vestibulo, era extremadamente sexy y encantadora.

— ¿Qué sucede aquí? — Exigió, acercándose.

O'Brian se tensó.

— Nada, no es nada.

La mujer posó sus ojos en mí.

— ¿Quién es usted?

— Él es mi cuñado, el Conde Lean — Se adelantó Dorian, antes de que abriera la boca.

La mujer cambió de expresión.

— Mucho gusto, mi lord, yo soy la esposa de O'Brian, Roguina Leian — Se presentó con una reverencia.

¡Esa era la esposa! ¿Cómo había hecho O'Brian para que una mujer tan hermosa y joven se fijara en él? Aceptaba que O'Brian tenía una altura impresionante, pero sus facciones daban un aire malvado en lugar de encantador, necesitaba tomar unas clases con él.

Eso me recordó mi enorme fracaso con las mujeres, ellos con sus horribles reputaciones habían tenido suerte.

— Es un placer, mi señora — Dije, devolviéndole la reverencia, me percaté de la mirada de O'Brian y dejé de observarla.

— ¿A venido de visita? Su hermana está en la habitación con los niños, con gusto le presento a mi padre — Ofreció ella.

— Temo que será en otro momento, tengo cosas que hacer y solo vine a tratar un asunto con mi cuñado.

— Entiendo — Dijo y giró sus ojos hacia su esposo — Amor ¿Aún no llega la respuesta de mi amiga?

— No, temo que no.

— Mañana nos mudamos — Comentó hacia mí — Y quería que ella supiera de mi dirección, pero no hay respuesta— Ya sabía con que intención lo decía, si la amiga era como ella tal vez sería de mucha ayuda para mi problema ¿Qué rayos estaba pensando?

— Descuida, pasaremos por la casa de su tío — Dijo O'Brian, su rostro se llenó de luz ante la mirada de su esposa.

Esos dos cambiaban sus aires de asesinos despiadados cuando observaban a sus esposas.

Tenía que irme o iba a morir de la envidia.

— Yo me retiro, ha sido un placer — Hice una reverencia hacia la dama y luego observé a Dorian — Piénsalo.

— Lo haré.

Me marché del palacio, tomé mi caballo, pero en lugar de marcharme directo a la mansión decidí ir a la posada donde dejé a la señorita.

Un impulso me hizo cabalgar hacia allá, comentiendo una locura.

Ella seguía en mi mente, su rostro y sus ojos, su cabello dorado. Lo que nunca me había sucedido, siempre que me acercaba a una mujer no la volvía a recordar después de eso, me daba tanta impotencia mi fracaso que no lo hacía, pero esa señorita estaba en mí mente, sin quererse ir.

Llegué a la posada y entré en el vestíbulo.

Había una posadera detrás del mostrador.

— ¿Quiere una habitación?

— No, estoy buscando a una señorita que se alojó aquí anoche — Dije, pero frunció el ceño.

— No me gusta dar información sobre mis huéspedes y menos con las constantes desapariciones de jóvenes.

— Entiendo, pero no es con ninguna mala intención, esa chica es rubia y llevaba una chaqueta cubriendo su cuerpo — La describí.

— ¿O sea qué fue usted quien la dejó en paños menores? — Gruñó la señora, tornándose impetuosa.

— ¡No, no yo no fuí, yo la ayudé!

— ¡Abusivo, asqueroso cochino! — Gritó, tomando un vaso para aventarme — ¡Largo de aquí o voy a llamar a mis hermanos para que lo saquen a golpes!

— ¡Señora, cálmese! — Grité, levantando mis palmas — ¡No soy mala persona!

— ¡Largo! — Me aventó el vaso y me aparté a tiempo, se rompió en pedazos a chocar contra el suelo — ¡Váyase, esa señorita no está aquí, afortunadamente se marchó y si vuelve a entrar lo pagará!

Salí rápidamente, resoplando.

— ¡Está loca, señora! — Grité desde afuera, otro vaso se escuchó rompiéndose.

Tomé mi caballo y decidí volver a casa.

Cuando llegué me encerré en mi estudio, pasando de largo cuando mi madre quiso dirigirme la palabra.

Busqué en la vitrina, solo había un poco de whisky en el dispensador, me lo bebí entero y pasé la tarde encerrado allí.

Era un maldito fracasado, había logrado surgir en los negocios, pero no con las mujeres. Mi destino era quedarme solo, por ser un inservible siendo tan joven, ni siquiera podría dar una descendencia, no con mi amigo muerto.

Era un deshonor y una vergüenza, sería el házme reír de la nobleza si llegaba a saberse. No podía casarme hasta solucionar ese problema ¿Si tan solo encontrara la forma de sanar? Alguien que me despertara.

Jamás encontraría a esa señorita que por lo menos había causado interés en mí, no sin saber su nombre. Sería como buscar una aguja en un pajar, nunca la hallaría.

Cuando se hizo de noche me levanté, un poco pasado de tragos, ya se había terminado la bebida y necesitaba buscar más en la cocina.

Me marché por el pasillo, tropezando con una sirvienta que iba distraída y llegué a la cocina.

Busqué en los estantes, pero no había nada.

— ¡Madre! — Grité, subiendo las escaleras hacia su habitación — ¡Madre!

— ¿Qué es ese escándalo? — Exigió ella, saliendo en camisón de su habitación.

— ¡Las botellas de vino! ¿Dónde están? — Me apoyé de la pared — ¿Qué las hicistes?

— ¡Las escondí, me informaron de que llegaste como todo un amargado y te encerraste en el estudio, soy tu madre, así que imaginé lo que harías, les dí órdenes de esconder las botellas a los cocineros! — Gruñó, enojada, dándome una bofetada — ¡No voy a permitir que caigas en el vicio!

— ¡Necesito beber, jamás tendré a nadie, estoy destinado a estar solo, estoy harto de tener tan mala suerte! — Grité, entre lágrimas — ¡Hasta el O'Brian tiene más suerte que yo, consiguió una esposa siendo un maldito criminal!

— ¡Envidiando a los demás no vas a lograr nada! — Se acercó — ¡Ve a tu habitación, me estás causando una enorme vergüenza con tu comportamiento! — Tiró de mi brazo y lo colocó sobre mi hombro.

— Soy guapo, pero inservible y soy la burla de todos — Susurré, dejándome llevar hasta mi habitación, mi mamá me dejó sobre la cama.

— Eso no es motivo de burla, eres un hombre excepcional y pronto encontrarás a alguien — Me besó en la frente y se marchó de la habitación.

...MARTA:...

— ¿Qué fueron esos gritos? — Pregunté a la mañana siguiente en la cocina, había llegado a mi habitación en la noche y me había espantado con los gritos de un hombre.

— Solo fue el señor, estaba borracho — Dijo una de las doncellas, estábamos picando la fruta para el desayuno, los cocineros solo se encargaban de cocinar, mientras que las doncellas tenían que dejar listos los ingredientes.

— ¿Pasa muy a menudo?

No quería un patrón abusivo.

— No, pero la bebida no le hace bien, así que la condesa ordenó esconderlas de él, cuando se excede le cuesta detenerse — Dijo ella, su nombre era Jesica y era con la que más me llevaba.

— De joven era un vicioso — Confesó uno de los cocineros — Se la pasaba metido en clubes y en casas de apuestas, de no ser por su padre habría llevado a la familia a la ruina con su mala racha en los juegos.

Ay, no, ya había estado expuesta a ese tipo de hombres en ese burdel.

— Pobre, el señor le va mal en el amor — Suspiró otra de las doncellas — Tan guapo que es, yo me casaría con él, pero las sirvientas no tenemos esa suerte.

Jésica se rió — Guapo, pero con un humor de perro rabioso, desde que sus hermanas se casaron, se ha puesto peor de amargado... Con razón ninguna mujer lo quiere de esposo.

Todo un encanto el conde.

Si fuese como mi caballero enmascarado, todo un héroe y respetuoso.

— ¡Dejen la cotilla! — Gruñó la ama de llaves — ¡Preparen un café bien cargado al Conde Lean, para su resaca!

Otra de humor de perros, nos quedamos calladas y seguí pelando las manzanas o eso traté.

...****************...

Me tocó limpiar los pasamanos de la escalera con un pañuelo y una cubeta después de picar la fruta.

No era un trabajo fácil, debía estar agachada y era muy cansón, pero no me quejaba, teniendo un lugar seguro, techo y comida, era todo lo que necesitaba.

Sirvienta no era lo mismo que ser monja, pero tenían mucho en común. Las dos servían, una limpiando y la otra rezando y atendiendo enfermos.

La diferencia era que las monjas estaban rodeadas de mujeres.

No quise renunciar a mi sueño, pero por ahora lo dejaría atrás mientras conseguía las piezas suficientes para ir a otras partes de Floris y encontrar un convento en el que no me acusaran de pecadora.

Por más que tratara de comprender, no entendía porque me trataron así.

Unos pasos se escucharon por la escalera, pero seguí en mi labor.

Alguien venía bajando con lentitud y con pasos pesados.

Iba a sumergir mi trapo en la cubeta pero una bota pulida la hizo salir volando cuando la pateó.La cubeta salió disparada, regando el agua por las escaleras, aterrizando en la alfombra.

— ¡Maldita sea! — Gruñó el hombre, posando su mano en la frente — ¡Ésta resaca!

Ese cabello ondulado y castaño era muy similar al del caballero enmarcado.

Antes de que pudiera observar su rostro, se giró, dándome la espalda, llevaba una camisa blanca holgada y unos pantalones negros.

Su cuerpo era varonil y fornido, como el de O'Brian, pero más delgado y de menor altura.

Bajé las escaleras a prisa, con cuidado de no caerme.

Tomé el balde y la ama de llaves apareció.

— ¡Niña torpe, mira el desastre que haz causado, arreglarás esto de inmediato! — Gritó, hecha una furia — ¡Te echarán de aquí si no arreglas esto de inmediato! ¡La alfombra a quedado deshecha, mira, es muy fina..

— ¡Señora Adriana, yo he sido el causante, no lo ví y lo tropecé! — Intervino el sujeto, bajando las escaleras, pero la mirada fulminante de la mujer me hizo agachar el rostro.

— ¡Dejaste el balde atravesado!

— Fue un accidente, limpien esto y quedará solucionado, yo voy a desayunar y por favor, no grite — Ordenó, alejándose por el pasillo, observé hacia el conde, su forma de caminar era varonil, pero no pude visualizar su rostro.

No, era imposible que fuese el mismo.

— Si, mi lord — Dijo la ama de llaves, con una voz más dulce, luego me observó y todo su rostro cambió.

— ¡No comerás hasta que termines de secar esto!

Más tarde, cuando dejé todo seco apareció la condesa.

— Marta, necesito que limpies la habitación de mi hijo — Ordenó.

— ¿Qué? ¿Yo? ¿Pero aún no sé...

— Los otros sirvientes están ocupados, hazlo tu, antes de que suba a bañarse.

No pude protestar y acepté el trabajo.

No me había parecido un amargado, al contrario, fue muy comprensivo cuando tropezó el balde.

Tal vez solo eran habladurías de la servidumbre.

Entré en aquella habitación, con una escoba y un plumero, también un recogedor y un balde vacío.

El olor a esencia de corteza me invadió.

La habitación era de buen gusto, la cama era amplía con sábanas satinadas de color blanco.

Tenía un armario pulido y barnizado, una cómoda y un enorme espejo a cuerpo completo pegado en la pared.

Las cortinas estaban abiertas, causando abundante luz de las enormes ventanas.

Empecé a barrer, recogiendo todo el polvo.

Metí mi escoba dejado de la cómoda y una máscara aterrizó en mis pies.

La tomé.

Era la misma máscara del caballero.

¿Eso significaba qué...

La puerta se abrió y una voz se escuchó detrás de mí.

— Prepare mi baño, voy a salir.

Su voz era la misma, el conde era el caballero enmascarado y mi corazón se aceleró.

1
geissell camejo
Me encantas tus novelas. Felicitaciones
Nancy Granadillo
bella novela la felicito Dios le siga dando sabiduría para q siga escribiendo hermosas historias donde siempre vence el amor Dtb exito
H.M.R
Me encanto
Jackeline Gaido
Cínico cómo los ladrones de mi zona, cuando los atrapan o los matan en el robo, siempre dicen q ellos no le hacían mal a nadie, sólo se dedicaban a robar.
Jackeline Gaido
Sólo falta q sea con la sirvienta Carla, q lo fue siguiendo, y x desquite se metió con Joshua
Aurora Rico
Excelente
Vivi
Preciosa!!! Gracias!!!!
Fransury Jimenez
ese par de amigos dan risa
Berthabel Tapia
maravillosas historias, quede atrapada de principio a fin con cada una de ellas. ¡Felicidades,eres extraordinaria en tu redacción y con una imaginación única! Gracias por compartir tu talento.
Fransury Jimenez
jajaja,van a quedar juntos
Amada Castañeda
Excelente
Berthabel Tapia
jajajaja, está historia es fantástica me ha encantado.
Ely Moreno
me encantó el dibujo, plasmáste lo que yo me imaginaba al leer. felicidades
Ely Moreno
anda pues
elisa desire Segovia
me encantó es muy linda su historia felicidades continúa escribiendo
Mar Gomez
jajajaja
Ely Moreno
que sufrir con este capitulo , pensé que Lean no le iba a creer
Claudia Morales
Excelente
Ely Moreno
acaso será el tal Jaime o Javier qué acosaba a Marta??
Ely Moreno
Excelente
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