Gianna Garza es una joven de 17 años a la espera de cumplir 18 y conocer a su loba normalmente la conocen a los dieciséis, pero debido a que es una omega su cambio se ha retrasado.
Ella es la hija de un beta y una omega que murió al dar a luz a la pequeña Gianna, esto ha hecho que su padre no la quiera tanto.
Mariano se casó con una beta y tuvieron dos hijos, a Mariana, que es un año menor que Gianna y a otro de doce años.
la joven por ser omega siempre ha sido blanco de burlas y bromas, por ser “Débil” por eso ha entrenado con sus abuelos quienes le enseñaron a usar armas como el arco y las espada, ellos dicen que la debilidad es mental y así se defenderá
Gianna está enamorada de Jackson Makris, Alfa de la manada Big silver moon él tiene 22 años y aún no tiene mate, él necesita una luna para su manada, detesta a Gianna por ser omega y porque según molesta a Mariana, él la detestará más al saber que es su mate y la rechazará, humillándola delante de todos.
¿Podrá Gianna ser feliz?
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Precipicio
Toda la boda estaba arruinada, ya que nadie veía a los novios, si no a la novia rechazada, bañada en lágrimas con los brazos abiertos y que caminaba hacia atrás sin parar.
—No vale la pena, bebé… —dijo su abuela.
—Ven, camina hacia mí como cuando eras una niña. Le dijo su abuelo. La pobre escuchaba y sentía todo, pero la que se estaba entregando al vacío era Xena; el dolor era tan insoportable que no quería vivir, ya no más.
—Basta, por favor, para mi brillo de luna; detente. Una y otra vez pedía a su abuela y ella solo seguía hacia atrás caminando con el alma rota y sin ganas de nada.
Jackson sentía el dolor porque ella aceptó el rechazo; sentía angustia y vacío, pero era un rey y lo soportaba. A pesar de las mentiras de Mariana, en el tiempo que conoció a Gianna, se enamoró de ella, solo que debía darle una lección.
Jackson pensó que como ella era su mate y una Omega, luego de casarse con Mariana podría buscarla y tenerla para él cuando quisiera. Gianna era hermosa; él lo descubrió el día anterior y hoy en la boda está aún más bonita.
El rey jamás pensó que sería capaz de suicidarse. Las palabras de ella le invadieron la mente: «Te amo muchísimo».
Trató de acercarse, pero ella solo seguía hacia atrás; no lo miraba, estaba ida.
—Regresa Jackson, no le hagas caso, solo llama la atención. —Dijo Mariana.
—Gianna… No, hija, tú no te vayas también. — Dijo su padre: Ese hombre era tan cínico que no sabía ni lo que decía, ya que él siempre la trató como a lo peor y no le importó que la dañaran.
Ninguna palabra dicha la detuvo, abrió sus manos y miró a sus abuelos por última vez.
—Los amo… —dijo mientras sus abuelos se acercaron y cada uno tomó una mano cuando la joven se lanzó.
—Resiste mis brillitos. Ayuda… — Jackson y otros se acercaron, pero ella rápidamente jaló sus manos y resbaló. Su cuerpo cayó a una velocidad increíble; iba directo a una muerte segura; su cuerpo iba por el vacío y ella solo pensaba que por fin su pesadilla había terminado; su sufrimiento y su angustia habían cesado, ya no más humillaciones, no más maltratos, no más burlas ni rechazo.
El cuerpo iba directo a las rocas y mientras caía su loba aullaba.
*Fue lo mejor, Gianna, pronto dejaremos de sufrir* Habló de una desecha, sin esperanzas y solo con deseos de que el dolor parara.
Mientras ella caía allá arriba, sus abuelos gritaban, sus llantos eran horribles; la señora quiso irse con su niña y su esposo la detuvo; el padre de ella cayó de rodillas, ¿qué haría? Ahora tuvo la culpa de todo; él la mató, pensaba el padre de Gianna.
El lobo de Jackson le reprochaba su estupidez; uno con otro se lanzaban la culpa, pero Jackson estaba mal; ella había muerto por su culpa y el pecho le dolía horrores. Una diapositiva de los momentos lindos que pasaron juntos este mes rodó por su cabeza: paseos, risas, abrazos y los muchos besos que él tanto disfrutaba.
La boda fue un desastre y ese día no hubo boda. Mariana tampoco se casó.
En el precipicio la joven ya se había entregado; un ruido se oyó y su cuerpo chocó con algo duro, pero no había dolor por el impacto. Segundos después ya no estaba cayendo, ahora subía.
La joven abrió sus ojos para darse cuenta de que ya no descendía; ahora iba de regreso, pero más alto de dónde estaba el precipicio, cuando se dio cuenta, estaba un gran animal de color negro, la piel escamosa y suave a la vez; era el dragón que rugió llamando a los demás cuando salvó al pequeño dragón rojo y hoy él estaba pagando el favor.
La joven sentía el viento. La brisa en la cara la golpeaba por la velocidad con la que iban, pero estaba quieta encima de la enorme criatura.
Un rato después de volar, el animal aterrizó en un enorme reino; el castillo era inmenso; la gran bestia se echó al suelo y volvió a rugir; de inmediato varios hombres se acercaron.
—Rápido, ayúdenme —dice uno de los guerreros que están allí.
La toman en brazos y se la llevan al castillo; en pleno camino se encuentran con Dayana, la hija del rey y otro muchacho como de 18 años.
—Qué ocurre… Es ella, vengan rápido, llévenla arriba—La suben y la llevan a una de las habitaciones.
Llevan a Gianna a una de las recámaras de huéspedes; ella no está dormida ni desmayada, solo está como en un limbo, tiene los ojos abiertos y observa todo, pero no se mueve y si lo hace no lo siente. Está muy mal. Su loba está herida y oírla le está torturando.
*Lo siento, xena, no sé por qué nos salvaron.* Dijo triste, pero de repente los aullidos pararon, había silencio, Xena había caído en un sueño profundo, ella estaba preocupada, algunas omegas no soportaban el rechazo y sus lobas morían, ella no quería eso.
*Xena, Xena, por favor, no me dejes sola, ahora no. La llamó por el link, pero fue inútil. En ese momento sus ojos también se apagaron y cayó en un profundo sueño.
—Que ocurre Nael, que tiene, se desmayó. Has algo —dice Dayana preocupada.
—Tranquila, Dayana, ella no se desmayó, le induje el sueño, está muy mal, al menos su loba. — Dice Nael, quien no solo es amigo de la familia, sino también que es hechicero.
—¿Es una loba? —Pregunta ella y él asiente.
—Sí, y por lo visto fue rechazada; su loba está muy mal; la ayudé para que no la mate el dolor. Dijo Nael a la princesa Dayana.
—Gracias, Nael, ella fue quien salvó al zarco. Dijo ella; todos se fueron y la joven quedó dormida al igual que Xena, solo que ella despertaría al día siguiente, pero Xena no.
El castillo era entre antiguo y moderno; grandes escaleras, varias habitaciones, lámparas y sofás de diseñador, alfombras muy costosas con pinturas costosas; el lugar era enorme y elegante.
Abajo en el comedor, una cena se llevaba a cabo en una mesa grande de madera. Se encontraba el rey, su reina y sus hijos comiendo.
La reina se llamaba Dayra Dubois de Wellington; el rey se llamaba Marcos Wellington; sus hijos eran Marcus, Marlon, Máximo, Darío y Dayana, todos príncipes del reino del dragón.
También estaban Nael, Mark y Lucios, que eran amigos de los hijos del rey.
El rey tenía 65 años en el mandato y pronto cedería su trono a su hijo mayor, el príncipe Marcus.
En este reino, a diferencia de otros, no hacen distinción de especies. Nael es un hechicero, pero cada quien tiene su reino y donde vivir, aunque algunos elfos y hadas sin casa han ido para el reino Dragón.
En este reino hay generales y guerreros, hay jinetes de dragones, también hay enfermeras y soldados; cada quien cumple una función.
—Nael, ¿cómo está la joven que me comentó Dayana? —pregunta el rey.
—Está dormida, su loba está herida y la sumergí en una cura de sueño. Lo necesita y la joven despertará mañana y deberá tratar de sobrellevar el dolor sola —dijo el hechicero.
—Qué horrible rechazarla el día de su boda. No tiene perdón —dice la Reina.
—Por eso es un mugroso lobo, una bestia… Se cruza de brazos Dayana.
—Ya, hermana, ella es muy dulce, lo vi en sus ojos, pero también es valiente y sé que podrá con todo. Padre, te pido que la dejes quedar aquí, ahora es una solitaria. Habló Darío.
—Claro que si quien tiene un gesto de bondad hacia mis hijos es merecedor de mi respeto y apoyo, se quedará aquí. El príncipe Marcus, Marcus y Máximo se vieron entre sí.
Gianna tendría un lugar donde vivir gracias a que salvó a la hija del rey Marcos.
Gracias
Pobre Marcus,
aunque Dexter dejaría que me chupara todo lo que el quiera es poquito, pero suyo.