Aunque su corazón se destrozara en mil pedazos tras el dolor que sufrió a causa del padre de su hijo, aún no nato, está dispuesta a seguir adelante por la pequeña vida, aunque su alma aun grite por el dolor.
En la vida a veces comenzamos muchas cosas de la forma equivocada, y el amor no está exento de caer en ese error, pero no por eso deja de ser verdadero.
Esta es la historia de un amor que aunque empezó de la forma equivocada encontró el camino.
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Cinco
La casa que fueron a ver al otro día era estupenda para ellos, el barrio era muy bueno, el inmueble no era demasiado grande pero era hermoso y acogedor y sobre todo era algo que supuestamente podían pagar el presidente de una empresa y su sencilla esposa florista, así que se la quedaron y en la semana siguiente ella se encargó de la mudanza mientras que él comenzó a trabajar.
Y así la vida de Mariana y Greg siguió, cada día era un día nuevo, se amaban y no pensaban en otra cosa que no fuera estar juntos.
Un año había pasado desde la muerte del abuelo, la pareja se había graduado hacía más de seis meses y ambos seguían en su trabajo y en lo que les gustaba hacer.
- Ninete ¿Por qué no te embarazas de nuevo?- soltó de pronto Mariana en lo que arreglaba unas rosas.
La rubia la miró con cara de asustada mientras hacía unos arreglos que fueron encargados a la floristería, ellas estaban juntas pues después de tener al bebé Mariana le había pedido que trabajara con ella.
- ¿Estás loca cuñada?
- No, es que Luigi no me deja en paz con lo de casarme y si tú estás embarazada él tendrá otra cosa en la que pensar y se olvidará de mi.- le explicó el porqué de aquella locura.
- Hay Mariana, Luigi nunca va a olvidarse de ti aunque tengamos diez hijos, y perdona pero creo que él tiene algo de razón. - Ninete defendió a su esposo- Ustedes están demasiado cómodos así como están y él sueña con verte casada y llevarte de la mano hasta el altar para dejarte con el hombre que tú escojas, por eso no quería que vivieran juntos, porque sabía que se les volvería una costumbre y con la rutina tú perderías la ilusión de un matrimonio.
- Yo no he perdido la ilusión Ninete, es solamente que no hablamos de eso, no sé, nunca se ha dado el momento me imagino.
- Sobre eso mejor no doy mi opinión, sabes que Luigi nunca las ha tenido todas con Greg por esta situación entre ustedes y yo trato de ser lo más imparcial posible para poder controlarlo.
Mariana bajó la cabeza, ella sí quería casarse, sí quería vestirse de novia y caminar hasta el altar del brazo de su hermano, pero aquello era cosa de dos y la otra parte del asunto nunca había dicho nada al respecto.
Unos meses más pasaron y Mariana comenzó a sentir a su novio raro, no era que la tratara mal o algo así, era que estaba como ausente, se quedaba mirando a ninguna parte, no dormía mucho y parecía perdido, ya le había preguntado varias veces que le sucedía y siempre había contestado que nada.
Una tarde cuando ella llegó ya él estaba en la casa, le pareció extraño, pero no pudo ni preguntar, al momento lo tenía encima deshaciéndose de la ropa de ambos para hacerle el amor una y otra vez hasta caer rendidos.
- Greg hoy no nos cuidamos.- le dijo ella mientras descansaba en su pecho y él acariciaba su espalda delicadamente.
- Tenía ganas de sentirte así, hacía mucho tiempo que no hacíamos el amor sin preocuparnos por algo.
Ella no dijo nada con aquella respuesta, era verdad lo que le decía, hacía tiempo que no lo sentía de aquella manera, como si ella fuera todo su mundo, él se había apartado y no sabía la razón.
Después de aquella tarde todo se enfrió, al parecer hubo un problema en la empresa y él no llegaba a cenar y aunque dormía a su lado, lo hacía tan tarde que ella no lograba esperarlo despierta y al levantarse ya el hombre estaba vestido y listo para salir con urgencia al trabajo.
- ¿Telma no hay mantequilla de cacahuetes?- le preguntó Mariana una mañana a la chica que hacía el servicio y la vio tensarse.
- No señora, no queda.
Ella no dijo nada más, juraría que había comprado un bote nuevo cuando hizo la compra a principios de semana y Greg no la comía, no le gustaba, pero quizás se estaba confundiendo.
Unos días más y todo seguía igual, pero desde el punto de vista de mal, ahora veía a su novio menos que antes y según él era que en el trabajo la cosa estaba peor.
- Telma ¿Esto es tuyo?- Mariana le mostró un pendiente que encontró a los pies de su cama y la mujer se puso blanca.
- Oh si señora, es mío, lo había perdido.
- Que raro, no veo que lleves el otro.- le reclamó pues no le pareció sincera.
- No, es que fue ayer que lo perdí, me di cuenta que no lo llevaba anoche al llegar a mi casa.
- Toma- le extendió la joya- Menos mal que fue aquí, parece valiosa.- la sirvienta se quedó callada- Por cierto las sales de mi baño se acabaron, últimamente me parece que sin darme cuenta estoy echando muchas en la bañera porque se están terminando muy rápido.
- Quizás es que yo me olvidé de reponerlas.- se justificó.
- Bueno da igual, reponlas cuando puedas, por favor haz eso por mi que ya me voy, hasta la tarde.
- Hasta la tarde señora- le contestó y al verla salir Telma tuvo que correr a tomar agua, se había salvado de una buena.
Para Mariana el día en la floristería había sido pesado, la situación con Greg no la dejaba descansar en paz y su cuerpo lo estaba notando.
- Ninete ¿Tú has tenido alguna vez ganas de comer flores?
La francesa dejó de ordenar los papeles que tenía en las manos, ya habían cerrado la tienda y terminaban con algunas cosas para ir a cenar, llevaba días viendo a su cuñada de bajona y habló con Luigi para que él se hiciera cargo del niño mientras ellas estaban un rato distrayéndose.
- ¿Tu menstruación cuando debió llegar? Yo solamente tuve ganas de comerme la cáscara de las naranjas mientras estuve embarazada.
Aquella no fue la respuesta a su pregunta pero sí una afirmación a algo que ya rondaba su cabeza.
- Debió llegar hace diez días.
- No te muevas de aquí, regreso en un instante- le dijo la francesa y salió corriendo.
Con la misma carrera que se fue regresó con una bolsa de la farmacia que tenían a dos puertas de la floristería y se la entrego.
- Ve al baño, no es difícil, un poco de pis y punto.- fueron las palabras de la francesa mientras la empujaba para que caminara.
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