NovelToon NovelToon
MI VECINO ES MI EX

MI VECINO ES MI EX

Status: En proceso
Genre:Comedia / Padre soltero / Amor-odio / Malentendidos / Romance de oficina / CEO
Popularitas:8.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Yazz García

Cuando Seraphine se muda buscando paz, jamás imagina que su nuevo vecino es Gabriel Méndez, el arquitecto que le rompió el corazón hace tres años… y que nunca le explicó por qué.

Ahora él vive con un niño de seis años que lo llama “papá”.
Un niño dulce, risueño… e imposible de ignorar.

A veces, el amor necesita romperse para volver a construirse más fuerte.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

No pretendía volver contigo

...CAPÍTULO 15...

...----------------...

...SERAPHINE DÍAZ ...

Desperté con la sensación de que alguien me estaba observando fijamente.

Parpadeé un par de veces… y lo primero que vi fue dos enormes ojos cafés mirándome a diez centímetros de la cara.

—Hola, señora tormentita—susurró Oliver, con la voz más tenebrosamente dulce que había oído en mi vida.

Di un respingo tan brusco que casi me caigo de la cama.

—¡¿OLIVER?! —me incorporé de golpe.

Luego caí en cuenta de que estaba en pijamada, envuelta en los brazos de Gabriel, que seguía dormido detrás de mí.

Oliver ladeó la cabeza.

—¿Por qué estás en la cama con mi papá?

¿Y por qué estás en pijama? —preguntó, levantando una ceja como si fuera un juez experimentado.

Yo abrí la boca. No salió nada. Mi cerebro seguía cargando la actualización.

Gabriel, a mis espaldas, gruñó medio dormido y me abrazó más fuerte, pegando su cara a mi cuello.

—Cinco minutos más, Sera… —murmuró, totalmente inconsciente del pequeño espectador.

Oliver abrió los ojos como platos.

—¿También duermen abrazaditos?

¡Como los pingüinos! —exclamó maravillado.

Yo quería morirme. En serio. Aparecer en las noticias como “mujer espontáneamente fallecida por vergüenza”.

—Oliver, cielo… —traté de zafarme con toda la dignidad posible— …eh… esto no es…

Pero el niño ya estaba trepando al colchón como un gato hiperactivo.

—¡Papá! ¡Papá despierta! ¿Por qué la señora tormentita está aquí? ¡Eso quiere decir que ya son novios! ¡¿CIERTO?!

Le dio unos golpecitos a Gabriel en la mejilla.

Gabriel abrió un ojo. Luego el otro. Después vio a su hijo. Luego me vio a mí. Luego a su hijo otra vez.

Y entonces dijo:

—…mierda.

Oliver puso una mano sobre su pecho, indignado.

—¡Papá! ¡No digas groserías frente a tu novia!

—NO somos— —dije yo.

——novios— —dijo Gabriel al mismo tiempo.

Los tres nos quedamos en silencio.

El niño frunció el ceño, nos miró a los dos, y luego soltó:

—Entonces… ¿puedo decir groserías también?

—¡NO! —gritamos al unísono.

Oliver levantó las manos, resignado.

—Bueno, está bien. Pero podemos desayunar panqueques, ¿verdad? Porque los panqueques siempre arreglan los problemas de los adultos.

No supe si reír, llorar o esconderme debajo de la almohada.

Gabriel se sentó, despeinado, con el pecho desnudo y cara de “por favor que esto sea un sueño”.

—Oliver, ve poniendo la mesa —dijo él, masajeándose las sienes—. Yo… necesito hablar con Sera un momento.

—Ok —respondió el niño, saltando de la cama—. Pero apúrense, que me da hambre de dragón.

Cuando Oliver salió rumbo al comedor, Gabriel cerró la puerta con suavidad. No hubo palabras por unos segundos. Solo su respiración y la mía. Yo seguía sentada en la orilla de la cama, abrazándome a mí misma, mientras él permanecía de pie, observándome.

—Sera —murmuró, acercándose un poco—. ¿Estás bien?

—Sí —respondí, aunque la voz no me acompañó.

Él intentó rodearme con sus brazos, una caricia suave en mi cintura… pero yo lo detuve poniendo mi mano en su pecho.

—No —dije, firme pero sin dureza—. Gabriel, espera. Necesitamos hablar.

Él dejó caer los brazos lentamente, mirándome como si ya sospechara hacia dónde iba esto.

—A ver —murmuró—. Te escucho.

Tragué saliva.

Respiré.

Y solté todo.

—No quiero que pienses que… que por haber dormido juntos esto significa algo más. No quiero que asumamos, ni que tú me coloques en algún lugar cómodo para ti. No puedo volver a repetir situaciones que me rompieron antes.

Gabriel entrecerró los ojos apenas, como si esas palabras le dieran justo en el pecho. Aun así no dijo nada. Solo respiró hondo… y me soltó. Despacio. Como si lo hubiera obligado a abrir los dedos a la fuerza. Se tiró hacia atrás, apoyándose en la cabecera, pasó una mano por su cara y soltó un suspiro largo mirando al techo.

—Ok —dijo resignado—. Entonces, ¿qué quieres?

Tragué saliva.

—Quiero que quede claro —respondí—. No voy a aceptar migajas. No quiero que me mires como una posibilidad cómoda cuando te conviene.

Él giró el rostro hacia mí, y su voz salió más fría de lo que esperaba:

—¿Quieres que olvidemos lo que pasó anoche?

Lo dije de una vez, sacándolo como una astilla.

—Que hagamos como si nada hubiera pasado. —Mi voz tembló, pero lo sostuve—. Tú sigues con tu vida… y yo con la mía. Lo único que podemos ser es amigos. Solo eso. Amigos.

Gabriel bajó la mirada hacia mí, sin ninguna expresión en la cara.

—Perfecto —dijo, intentando sonar firme—. Amigos.

Sonreí sin humor.

—Aunque… ahora que lo dices así, casi pareciera que hubieras querido que volviéramos.

Gabriel arqueó una ceja, ofendido.

—En ningún momento pretendía decirte que volviéramos —respondió.

Su respuesta fue tan rápida, tan automática… que me dolió más.

—Ya veo —musité—. Ni siquiera te pasó por la cabeza que yo… que esto… que anoche pudiera significar algo. Entonces… ¿qué? ¿Me ibas a tener ahí? ¿Como… como tienes a tu dizque amiga Adelina?—Tragué saliva—¿O peor? ¿Iba a ser un chiste?

Gabriel bufó con molestia, pasándose una mano por el cabello.

—No voy a discutir esto ahora —dijo, moviéndose para levantarse—. Mejor vamos a desayunar. No quiero arruinar la mañana ni el desayuno que vamos a tomar con Oliver por alargar esta conversación.

—Respóndeme —insistí, sintiendo que mis manos temblaban.

Él apretó la mandíbula, mirando hacia la puerta como si deseara salir corriendo.

—Sera, yo… —cerró los ojos, frustrado—. No estoy permitiendo una relación seria con nadie desde lo que pasó contigo.

Abrió los ojos y su voz se volvió más dura, más defensiva.

—Preferiría que no tocáramos más el tema. Me pone de muy mal humor, y no quiero… —calló, corrigiéndose— …no quiero que Oliver nos escuche. El nos está esperando para desayunar.

Esa última parte casi fue un “no quiero lastimarte”, pero se lo tragó.

Me quedé en silencio. Había tantas cosas que quería decir… pero ninguna iba a arreglar nada y él ya estaba bloqueándose. Con Gabriel siempre era así: cuando algo le dolía o le incomodaba, se cerraba como una puerta con doble seguro.

Respiré hondo y asentí.

—Está bien. No hablaremos más del tema.

Él pareció relajarse un poco. Se incorporó, frotándose la nuca como si la tensión se le hubiese quedado clavada ahí.

—Gracias —murmuró.

Yo también me levanté.

—Vamos. Oliver debe estar muriéndose de hambre —dije, forzando una sonrisa.

Gabriel abrió la puerta y la sostuvo para que yo pasara primero.

......................

Entré a la cocina con Oliver pegado a mi pierna como si fuera un koala con complejo de propiedad privada. Gabriel venía detrás, despeinado, con cara de “quiero café o morir”.

Cuándo llegue a la encimera, Oliver me pellizca haciéndome soltar un quejido por el dolor y sale corriendo a la sala.

Me las voy a cobrar…

—Antes de empezar —dijo Gabriel, apoyándose en la isla—, hay algo que debes saber… a Oliver le gustan mucho los panqueques con gomitas verdes.

Yo arqueé una ceja.

—Mmm, tiene muy buenos gustos ese niño —respondí—. ¿Segura que realmente es tu sobrino?Porque no tiene nada de agrio como los de tu familia.

Gabriel se atragantó con su propia risa.

—Qué graciosa. Recuerda que mi hermana era igual de loca que tú.

Me congelé un segundo.

Él también.

Los dos suspiramos… y ese silencio chiquito se sintió raro, incómodo pero sincero.

—Sí… —murmuré—. Ella me caía muy bien.

Gabriel levantó la vista al techo, sus hombros tensándose por un segundo.

Le dolió, recordar a su difunta hermana.

—Lo siento —le dije bajito.

Él negó suavemente.

—No te preocupes. —Forzó una sonrisa—. Mejor preparemos el desayuno antes de que esa bestia dragón de seis años empiece a molestar.

—¡Escuche eso, papá! —gritó Oliver desde la sala.

Solté una carcajada.

Gabriel volvió a hablar mientras buscaba una sartén.

—Lamentablemente su pediatra le prohibió comer tanta azúcar. —Rodó los ojos—. Ese niño es excesivamente dulcero. Hoy no sé cómo haré para convencerlo de que no proteste por el desayuno. Ya sabes cómo es él… es igualito a Julieta.

Me reí más fuerte.

—Sí… idéntico. —Lo miré—. Pero yo tengo un truco para reemplazar las gomitas.

Gabriel levantó una ceja, interesado.

—¿Ah, sí?

—Sí. —Fui hacia la nevera y saqué unos kiwis. Sabía que habrían, ya que al espécimen le encantan—Kiwi en cuadritos. Son verdes, dulces, tienen textura y si los pones encima de los panqueques y les pones un poquito de miel… el estómago cree que está comiendo gomitas, pero en realidad es fruta.

Gabriel parpadeó.

—¿Engañar al estómago?

—Estrategia de tía—dije con orgullo—. Yo le hacía recetas así a mi sobrinita, cada que me la dejaban al cuidado.

—Sera… —Gabriel se llevó la mano al corazón fingiendo emoción—. Eres una madre frustrada en potencia.

La verdad si soy una madre frustrada y él sabe perfectamente por qué. ¿Y ahora hace chistes?

—Cállate —le tiré un paño—. Ayúdame a cortar el kiwi.

Justo cuando estábamos en eso, escuchamos unos pasitos y Oliver apareció con su peluche de zorrito constructor.

—Señora Tormentita… —dijo con voz animada—¿ya casi esta el desayuno? Ya huelo los panqueques.

Gabriel me murmuró sin verlo:

—Yo te dije. Pequeño dragón.

Oliver subió a una silla como si fuera un rey revisando su reino.

—¿Dónde están mis gomitas verdes?

—Hoy no hay gomitas, Oli —le dije con mi mejor tono de señora simpática—. Pero hoy tenemos algo especial. Mira.

Le enseñé el bowl con los cuadritos de kiwi.

Oliver los miró.

Luego me miró a mí.

Luego a los kiwis otra vez.

—Eso no son gomitas —declaró.

—Son gomitas especiales —improvisé sin vergüenza alguna—. De hecho… son mejores. Estas hacen que corras más rápido, pienses más rápido, y… —me acerqué conspirando— …que le ganes a tu papá en Mario Kart.

Oliver abrió los ojos como si hubiera visto la luz divina.

—¿De verdad?

Gabriel me fulminó con la mirada.

Yo asentí muy seria y le susurré:

—Comprobado científicamente. Nivel mujer-ex-perta.

Gabriel murmuró:

—Dios… se juntaron los dos locos.

Pero Oliver ya estaba metiendo los cuadritos de kiwi en la boca, masticando con entusiasmo.

—¡Saben más ricas que las gomitas verdes! —dijo con la boca llena.

—Porque son más deliciosas y saludables—respondí triunfal. Luego le quito el tazón—Ya Gremlin, no te comas las gomitas especiales que son para los panqueques cuando estamos en la mesa.

—Si, señora—respondió Oliver animado.

Gabriel me miró con una mezcla de resignación, admiración y “está bien, me rindo”.

—Seraphine… —dijo—. Si sigues haciendo eso, Oliver me va a quitar el puesto de ser su favorito.

Yo le saqué la lengua.

—Muy tarde. Ya soy su favorita.

Oliver levantó la mano, a penas se bajó de la silla:

—Confirmo.

Me reí tanto que casi dejo caer el tazón.

1
Nancy Parraga
una mujer que no se valora y permite que un hombre la veo como objeto sexual es deprimente y mal ejemplo para las mujeres
Nancy Parraga
Adelina no se respeta ese hombre la he dicho tantas veces que no tienen nada y ella sigue de arrastrada
Nancy Parraga
creo que ella estuvo embarazada y perdió al bebé y el idiota la llama madre frustrada que odioso
Nancy Parraga
creo que ella estuvo embarazada y perdió al bebé y el idiota la llama madre frustrada que odioso
Nancy Parraga
no estarán bien hasta que no saquen lo que sea que lesxpaso
Nancy Parraga
es claro que hay un ciclo sin cerrar y algo que no terminan de culminar
Nancy Parraga
por tus miedos la rompiste la dejaste en sus peores momentos y ahora eso se llama cobardía
Nancy Parraga
Que el hijo se escapara y fuera donde Sera no es culpa de ella es tuya por imbécil y ya le jodiste la vida una vez la dejaste y ahora la culpas le pones sobrenombre no la respetas y todavía te crees con derecho a acusar
Nancy Parraga
🤭🤭🍿🎵
Nancy Parraga
Dios dale respiro a la pobre mujer
Nancy Parraga
Por eso es todo el lío creo yo
Nancy Parraga
Creo que algo de ella al parecer no puede tener bebé o perdió cuando estuvo el el cínico de Gabriel
Nancy Parraga
Será podrá ser un desastre pero no es ninguna mustia como el idiota de Gabriel
Nancy Parraga
Gabriel alejate no le hagas mas daño por qué aquí tu eres el único desastre en la vida de Sera
Nancy Parraga
Todas creen que Sera esta loca, pero no es así, es Gabriel que sabiendo lo que ocultan el es el culpable por qué la provoca si el sabe que el fallo como ex hasta por respeto si aún entre ellos hay tensión debe de ser más precavido y no idiota
Nancy Parraga
Sera alejate de tu ex ya has experimentado su egoísmo por qué te gusta torturarte
Nancy Parraga
Gabriel es un idiota de primera
💞Agustina Intriago 💕🌙
Creo que ellos tienen mucho dolor hasta resentimiento en uno al otro creo que necesitan una buena charla o un psicólogo para que superen todo lo que vivieron y no resolvieron
💞Agustina Intriago 💕🌙
Creo que ya bastante daño le ha hecho a Sera para que ella tenga que aguantar a semejante idiota, cínico descarado
💞Agustina Intriago 💕🌙
No hay hombre más cínico que Gabriel, el es el responsable es su hijo y va a reclamar cuando el no tiene derecho ni autoridad moral para reclamos
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play