Santino al fin encontró a quién amar, pero todos ya habían decidido lo que él debía sentir por aquella mujer, al final él era el hombre del corazón de hielo, en el que solamente había amor para la familia.
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Cinco
Señor- Óscar sintió un toque en su hombro e intentó abrir los ojos pero la claridad se lo impidió- Señor, este no es lugar para dormir- le dijo un miembro de la tripulación y entonces el hombre se dio cuenta de que su mano estaba sobre la cintura de Denisse y la tenía pegada a él.
- Perdón, nos quedamos dormidos viendo las estrellas.- le contestó aunque ganas no le faltaron de decirle que él era el dueño y dormía donde le diera la gana, pero no podía hacer eso, ella tenía que seguir creyendo que él era Arthur Davies.
El hombre no dijo nada más y se fue de allí dejándolo sólo con aquella pelirroja entre sus brazos.
- Denisse- le dijo muy bajo en el oído.
- Damián- la oyó susurrar- Te odio- dijo después y la escuchó sollozar en el sueño.
- Shh, no pasa nada- él la apretó contra su pecho y pensó que era mejor esperar un poco más para despertarla y una duda vino a su cabeza ¿ y si ella no era todo lo que él había pensado? Pero rápidamente la desechó, ella era todo y seguramente más de lo que él pensaba, y él tenía que desenmascararla.
La chica despertó un rato después, y al sentirse abrazada se removió y se alejó rápidamente del hombre.
- ¿Que haces, por qué me abrazas?- le reclamó.
- Yo no te abracé, nos quedamos dormidos y seguramente con la frialdad de la madrugada buscamos cada uno el calor del otro.- le explicó, él tampoco comprendía por qué despertaron así.
- Está bien, solo no te acerques tanto a mí, no me gusta eso y dame mi cojín, me iré a mi camarote- le dijo al hombre mientras se levantaba y lo dejaba allí sentado solo y comprendiendo cada vez menos a aquella mujer.
Ella no salió en todo el día de la habitación que tenía reservada y él estuvo merodeando por los lugares que la chica solía frecuentar para ver si la encontraba, pero sin suerte.
Al otro día la pelirroja salió bien temprano y como si la hubiera estado vigilando, el hombre apareció frente a ella enseguida.
- Hola, me parece que mi día acaba de mejorar por mucho.- le comentó al verla.
- Que bueno, me alegro por ti- le respondió con sarcasmo intentando pasar por su lado.
- Vamos Denisse, dame una oportunidad, no te voy a comer, solamente quiero conversar con alguien agradable.- intentó convencerla.
- ¿Tú tienes idea de cuantas personas hay aquí ?- le preguntó y él hubiera querido responderle que no solo se hacía una idea, sabía cuantas había- Y me quieres convencer de que me conociste y quedaste lleno de ganas de hablar conmigo, invéntate otra a ver si te creo.
- Bueno te aviso que no fue a la primera, no eres muy amistosa, pero a mi me gustan los retos y tú no me quieres cerca, así que ya sabes, quiero convencerte de que soy un buen chico que quiere conversar.
- No me vas a dejar tranquila si no acepto lo de la semana verdad.- él le sonrió- ¿Sabes que me puedo quejar con el oficial al mando?- él siguió sonriendo.
- Tú no serías capaz de molestar a un hombre tan ocupado para quejarte de que un loco anda acosándote por todo el barco.- ahora la que sonrió fue ella y él ya estaba seguro de que casi la había convencido.- Te juro que no te vas a arrepentir, soy muy bueno entreteniendo a los demás.
- Sí, ya me lo imagino, sobre todo porque no paras de hablar.- los dos sonrieron ahora.
- ¿Entonces, aceptas?- ella asintió con la cabeza derrotada- Pero esta vez que sea de verdad, no intentes engañarme otra vez escondiéndote de mi.- le reclamó el hombre.
- Lo prometo, intentaré no huir, o lanzarme por la borda para escapar de ti.
- Lo de lanzarte por la borda piénsatelo, el seguro que habrá que pagar por un pasajero desaparecido seguramente será muy alto.- intentó bromear.
- Bueno eso prometo dejarlo para un caso extremo y solamente si estamos cerca de tierra.
- ¿Nadas bien ?- le preguntó él.
- Lo suficiente para alguien que vive obsesionada con los barcos. - le contestó.
- Es bueno saberlo, espero que me aceptes alguna invitación a un baño en la piscina.
- Me habías dicho que el trato era para conversar. - ella simuló una queja.
- Y conversaremos, da igual donde sea, no he visto señales de silencio en el agua.
- Ya veo, contigo tendré que cuidarme mucho, eres de los que te hacen firmar un papel y no te das cuenta ni en que momento te pusieron el bolígrafo en la mano.
- Ya vamos conociendonos- rieron y decidieron entrar a desayunar.
El día transcurrió entre paseos y risas, ella intentó por un tiempo olvidar los problemas en su vida y él buscaba algún defecto en la chica.
Y así pasó la semana que habían pactado en el trato, y aunque el hombre no había conseguido nada que pudiera perjudicar la buena imagen de la pelirroja delante de su padre, no perdía las esperanzas, el viaje era de un mes, y él solo había gastado menos de la mitad.
- Bueno, ya tuviste tu semana. - le dijo Denisse al día siguiente de cumplirse el plazo mientras desayunaban juntos.
- ¿Eso quiere decir que me estás echando de tu vida?- le preguntó él.
- Tú pediste una semana y yo te la concedí, ahora ya soy libre- le contestó.
- ¿Tan mal te he tratado que quieres correr lejos de mi en la primera oportunidad?- ella lo miró y sintió vergüenza, en realidad la compañía no había sido tan mala y le había venido muy bien tener a alguien que la sacara de su burbuja de sufrimiento.
- No es eso, es que yo acepté este viaje para estar sola, tengo que tomar algunas decisiones importantes en mi vida, muy pronto todo me va a cambiar, estoy segura de que para mejor, y no quiero equivocarme.- él estuvo analizándola, ya se imaginaba cuales serían esos cambios que pretendía hacer la mujer en su vida y él haría de todo para que no le fuera tan bien como ella pensaba.
- Prometo dejarte pensar cuando estés sola en tu camarote.- ella sonrió al escuchar las cosas que se le ocurrían al hombre para convencerla de seguir aceptando su presencia- ¿Eso es un sí?- le preguntó al ver su sonrisa y ella movió su cabeza derrotada por la insistencia.
- Está bien, pensaré en la ducha, que me imagino será el único momento que me dejes libre.- y ahora fue el hombre el que sonrió triunfador.