Cuando una mujer ama, ¿hasta dónde es capaz de llegar con sus acciones? ¿Puede ser capaz de abandonarse a sí misma para ser el arma de la persona amada y cumplir con todos sus caprichos y deseos? ¿Es esto amor? ¿Y qué pasa cuando esa ilusión se rompe en pedazos?
Elyana, ella tiene todas las respuestas, fue capaz de dar todo por un hombre que dijo amarla, mato y robó, usó todo lo que tenía para darle el trono al hombre que amaba, pero cuando obtuvo lo que quería, este hombre simplemente la desechó como si ella no valiera nada.
Al morir, su alma se transformó en una mariposa que voló libre, pero por el dolor y odio que cargaba su alma no pudo descansar, y siendo atraída por sentimientos similares a las de ella, tomo el cuerpo de una mujer llamada Elizabeth, que al igual que ella murió traicionada.
Ahora con esta nueva oportunidad, ella podrá conseguir lo que más anhela, venganza.
El camino de la venganza para Elizabeth y Elyana, se abre...
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La rosa negra.
Elizabeth estaba pálida, había imaginado tantas veces el reencuentro con el hombre que la dañó hasta dejarla literalmente en solo pedazos.
Él, ese hombre, Sebastián estaba frente a él agarrando su mano para dejar un beso en ella. Pero no, -debo mantener la calma y volver a mis sentidos, tengo que recuperarme - se dijo mentalmente cuando retiró su mano del príncipe Sebastián, antes de que él dejara un beso en ella..
-¡Oh, alteza! Un placer conocerlo - dijo agarrando los lados de su vestido para hacer una reverencia. Su acto fue más para evitar el contacto con él que otra cosa. -Debo mantenerlo lo más lejos posible por ahora. La venganza es un plato que se sirve frío y requiere paciencia- pensó aún inclinada.
-No es necesario que haga eso lady Elizabeth, es un placer conocerla, y espero verla con más frecuencia - dijo Sebastián con una sonrisa ladina.
El general se había dado cuenta que el príncipe Sebastián había puesto atención a su hija, y no le gustaba para nada. Ese príncipe que estaba ganando poder para obtener el puesto de príncipe heredero no era de su estima, ya que presentía que su cortesía, cómo también amabilidad eran fingidas. Llegó a imaginar que era como una serpiente que gustaba de enroscarse en las personas para luego envenenarlos, y cuán acertado eran sus presentimientos. Por eso no le gustaba para nada la mirada que le estaba dando a su hermosa hija.
-Hija, debes estar cansada. Aún no te has recuperado del todo, ve a descansar - habló el general mientras tomaba la mano de ésta.
-Sí padre, de hecho no me siento bien. Voy a descansar. Con permiso padre.. y, alteza, gusto en conocerlo - dicho esto, se marcha después de hacer una reverencia.
Elizabeth con las piernas temblorosas se alejó del lugar, entrando dentro de la mansión para dirigirse a su habitación, una vez dentro, se desplomó en su cama.
-Dioses que me dieron una nueva oportunidad, por favor denme fuerza - murmuró para sí mismo.
Haberse encontrado cara a cara con el príncipe Sebastián tan pronto, fue un gran shock, pero desde ahora debía mentalizarse para eso. Así se fue quedando dormida, hasta escuchar golpes que venían de la puerta, era su padre que le decía que baje a cenar.
Durante la cena ambos estaban tranquilos, en silencio disfrutando de la comida que se les había servido, hasta que su padre le preguntó si quería seleccionar alguna doncella para que le sirva, puesto que después del episodio del envenenamiento, el general había despedido a todos los que eran relativamente nuevos y poco confiables en la mansión.
Elizabeth se quedó pensando para luego responder, - si, creo que debería contratar a una, pero quiero ocuparme yo misma de eso padre. Ya tengo una idea de quién puede ser.
El general sólo se limitó a asentir y seguir comiendo. Sabía que su hija no era ninguna tonta, y podía confiar en ella.
Al día siguiente, Elizabeth pidió que tuvieran el carruaje listo para salir, con algunos guardias para que la acompañen, por insistencia de su padre irían varios. Empezó su viaje rumbo a las afueras de la ciudad, le tomaría varias horas llegar dónde quería, y rogaba que esa persona aún esté en ese lugar.
Finalmente llegaron a un pequeño pueblo, y dirigiéndose a una pequeña tienda de medicamentos, saludó al vendedor. El hombre al verla, pudo darse cuenta que era una dama de buena familia y se acercó a ella dándole la bienvenida cordialmente con una reverencia.
-¿En qué puedo ayudarle mi lady?- Preguntó el hombre de mediana edad.
Busco una rosa negra del monte dorado que fue bendecida por la mariposa oscura - respondió ella.
El hombre abrió los ojos como si estos estuvieran luchando para salir. Esa frase solo la usaba una persona, y era para contactar a otra que se ocultaba en las sombras y era la propietaria real de esa tienda. Aquel hombre solo era una fachada que atendía y se hacía pasar por el dueño.
Con una reverencia exagerada aquel hombre respondió, -que la bendición de la mariposa perdure-. Y dicho esto pidió que lo siguiera. Así llegaron al sótano del lugar, dónde iban abriendo puertas y más puertas. Elizabeth hizo una mueca pensando para sí misma...
-¿desde cuándo se volvió tan desconfiada y cuidadosa?- salió de sus pensamientos cuando aquel hombre le señaló la que sería la última puerta y abrió, encontrando a una chica de casi su misma edad sentada en uno de los hermosos sillones de aquella habitación.
- Veo que disfrutas de los lujos. Ella tenía razón, tienes buen gusto. Debo de decir que me gusta..- dijo Elizabeth entrando dentro de aquella habitación.
- ¿Quién demonios eres? ¿Y cómo pudiste llegar a mi? - dijo aquella chica mirando a la dama que tenía enfrente.
- Me rompes el corazón querida rosa negra - dijo Elizabeth sentándose en uno de los sillones del lugar... - la única manera de llegar a tí es por medio de la mariposa..- respondió mirando unos cuadros con dibujos de mariposa que había en el lugar, para luego posar la vista en un adorno de mariposa con la que jugaba aquella chica.
- Elyana, ¿ella dónde está? ¿Qué sabes de ella? - preguntó aquella mujer visiblemente preocupada.
- Elyana está muerta, el príncipe Sebastián alimentó a las bestias del bosque con lo que quedó de ella.. - dijo Elizabeth mirando fijamente a aquella chica.
Una lágrima traicionera cayó de los hermosos ojos de aquella chica, Elyana la había salvado de unos bandidos que estaban por abusar de ella. Se había prometido a sí misma siempre servir a su salvadora y así fue. Se ayudaban mutuamente, y había aprendido el arte del envenenamiento gracias a la ayuda de Elyana. También aprendió a defenderse. Ellas eran como hermanas de alma, hasta que un día Elyana desapareció y por más que la buscó no la pudo encontrar. Y ahora estaba teniendo a esa mujer desconocida frente a ella diciendo que su amada hermana había muerto. No pudo evitar sentirse culpable por no haber sido capaz de protegerla.
Elizabeth al verla así, le dolió el corazón.. así que no pudo evitar decirle - voy a vengar la muerte de Elyana, voy a destruir al príncipe Sebastián. Si hoy estoy aquí es para preguntarte si estás dispuesta a unirte a mí. Sé que necesitas explicaciones y que tienes muchas preguntas ya que soy una desconocida a tus ojos. Y prometo que te las voy a dar. Todas las respuestas las vas a tener más adelante. Confía en mí.
Aquella chica levantó su mirada, viendo los ojos de aquella mujer y le recordó a las de Elyana, no podía explicarlo, pero tenía la misma sensación de seguridad que cuando estaba en presencia de Elyana… así que tomó una decisión y habló diciendo...
-sabía que aquel hombre la iba a traicionar, se lo dije tantas veces, pero estaba cegada de amor - La chica se levantó, y poniéndose delante de Elizabeth le dijo - Si tu objetivo es destruir a esa escoria… te ayudaré.