Zulema de la Puente, tiene 25 años, y en poco tiempo ha sufrido una serie de desgracias que cambiaron su mundo, su padre murió, su madre está muy enferma, fue despedida de la compañía en que estaba desarrollando una carrera exitosa y su prometido Javier Belmonte canceló su compromiso.
Ahogada en los problemas, una noche bebió más de la cuenta, y para vengarse de su prometido durmió con su tío, Mathias Belmonte, un frío, pero apuesto hombre de 35 años, dueño de una de las más importantes fortunas del país.
¿Será Mathias un problema más grande para Zulema o será su Salvador?
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4. Bajo la lluvia
Zulema llama al hospital, le dicen que su madre está tranquila y está durmiendo, ha respondido bien a la terapia, más tranquila se recuesta en su cama, lee y vuelve a leer la tarjeta que le ha dado Mathías Belmonte, se pregunta si realmente la quiere contratar por su talento, o por lo que pasó aquella noche, hace dos semanas, se sonroja de recordar lo que sucedió entre ellos.
Hace dos semanas, ella había tratado inútilmente una vez más de sacar las cosas que tenía en el penthouse de la madre de Javier, fácilmente podría obtener unos tres mil dólares para el tratamiento de su madre, no era todo lo que necesitaba, pero le daría un respiro, su madre necesita seguir con sus terapias, y de los tres trabajos que tiene como mesera en una cafetería, conserje en un gimnasio y asistente de cocina en una empresa de catering, no le alcanzaban para todos los gastos que tiene que hacer, además de sentirse frustrada porque sin dinero no puede averiguar lo que le sucedió a su padre, necesita hacer justicia, ella está convencida de que don Santiago De la Puente era inocente.
Zulema salió frustrada del edificio, cuando repentinamente una fuerte lluvia empezó a caer empapándose completamente, ella había decidido no llorar durante todas las desgracias que habían venido una tras o otra, pero ahí parada en medio de la lluvia, recordaba las palabras de Javier cuando le dijo “lo siento Zulema, pero lo nuestro no puede seguir, olvídate de mí y buena suerte”, las palabras de la que iba a ser su suegra “eres joven y bonita, algún empleadito de seguro podría fijarse en ti, solo eras una nueva rica viviendo más arriba de sus posibilidades por los negocios sucios de tu padre, los hombres poderosos jamás deben involucrarse con mujeres como tú”.
Las lágrimas de Zulema empezaron a caer sin poder evitarlo, recorrían sus mejillas, mientras sentía pesado su corazón; el llanto se confundía con las gotas que caían abundantemente y sin cesar, dejándola completamente empapada en un instante.
De pronto sintió que alguien la introducía al edificio, era Mathías Belmonte que la tapaba con un saco, como ella había estado perdida entre sus pensamientos y lamentos más tristes, inicialmente avanzó con él, pero luego lo apartó con fuerza.
- “¿Qué se cree?”, inquirió Zulema molesta.
- “Parecías querer ahogarte en la lluvia”, respondió Mathías con aquella voz grave y serena que lo caracteriza, mirandola fijamente sin ninguna expresión.
Zulema reconoció la voz, de las pocas veces en que había interactuado con él, cuando visitaba a la madre de Javier y coincidía con su presencia. Era inevitable mirar hacia arriba, y sentirse un poco pequeña ante el imponente hombre que tenía enfrente, la seriedad en la expresión de Mathías la hizo retroceder.
- “Señorita, ya le dije que se tenía que ir, tiene prohibido el ingreso”, dijo acercándose el portero.
- “Ella viene conmigo”, manifestó Mathías.
- “Lo siento, señor Belmonte, es que su hermana…”, expresó el portero, sin poder decir una palabra más, la mirada impositiva de aquel hombre lo asustaba; después de todo era uno de los principales dueños del edificio completo, pese a la imagen seria, Mathías era amable; sin embargo, cuando tomaba una decisión era firme hasta el final.
- “Disculpe, ya debo irme, siempre es inútil estar en este lugar”, dijo Zulema secándose el rostro, con el pañuelo que le había extendido Mathías en medio de la conversación.
- “¿Qué es lo que buscas en este lugar?”, consultó Mathías.
- “Compré cosas con mi dinero, para la supuesta vida matrimonial con su sobrino, y se niega a devolvérmelas; además su querida hermana ha prohibido mi entrada, en verdad si no necesitara ese dinero no pasaría por esta humillación”, replicó Zulema con frustración.
- “¿Dónde se supone que iban a vivir?”, preguntó Mathías.
- “En el penthouse”, respondió Zulema.
- “Vamos, te dejaré pasar”, expresó Mathías con una expresión extraña.
- “No se molestará su hermana”, replicó Zulema.
- “¿Molestar?, no tendría derecho a molestarse por que dejará ingresar a quien yo quiera a mi propiedad, nadie me había dicho que ustedes se iban a mudar a mi penthouse”, manifestó Mathías, indicándole para subir.
En ese momento, Zulema se dio cuenta que el famoso lugar de ensueño donde iba a vivir, no era de Javier, ni siquiera de su madre, apretó los dientes, dándose cuenta que había vivido en una completa mentira, todos esos años, como pudo ser tan tonta para no darse cuenta pensó.
te felicito
mamita y su abuelo