Liliam es una chica campesina cuya vida cambiará cuando el Rey Evans se presente en la hacienda de su padre a cobrar una antigua deuda. A partir de allí empezará una historia de odio, romance y pasión entre ambos.
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UN TRATO SUCIO E INJUSTO
...LILIAM:...
— Yo... Yo... — Tartamudeo.
— ¡ Hice una pregunta! — Alzó su voz.
El miedo se estaba apoderando de mí pero elevé mi barbilla.
— Lo encontré tratando de perjudicar a mi hermana... No iba quedarme de brazos cruzados — Dije con voz firme mientras Clara se aferraba a mi brazo.
Se llevó las manos a los bolsillos y me observó a los ojos. Aparté la mirada en seguida porque no pude sostenerla.
— Es valiente — Dijo y me sorprendió — Por dos razones, asesinarlo por rata y por no mentir en mi presencia sobre su acto.
Lo dice despreocupado, me quedé desconcertada. Pensé que me ejecutarían de inmediato por asesinar a un miembro del ejército real.
— ¿ Qué hacemos con el cuerpo? — Pregunta el soldado de más alto rango, lo sé por sus condecoraciones.
— Desaparece el cuerpo — Se encoge de hombros.
Otro soldado sale de la maleza.
— Señor, encontramos la hacienda del Señor Cuper — Dijo y me tensé.
— Llegó la hora de cobrarle — Dijo y sonrió con dobles intenciones — Traigan a las señoritas... Son hijas del señor Cuper.
¿ Cómo rayos lo supo ?
Se nos acercaron.
— ¡ Sabemos caminar solas ! — Grité y retroceden.
Mantuve la daga en mi mano y empezamos a caminar. El hombre sonrió burlón y luego nos dió la espalda.
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Llegamos al frente de la casa.
Mi padre ya estaba afuera con su rostro pálido al notar la cantidad de guardias que rodearon la hacienda. Sandra estaba cerca de la puerta, avanzó al vernos pero se detuvo, con temor. Clara se soltó de mi agarre y corrió hacia mi padre, éste la reprendió con la mirada.
Avancé, dudando si me dejaban alejarme pero ese hombre no reparó en mi presencia. Ahora estaba observando a mi padre con mirada intimidante.
Los soldados volvieron a su postura firme, pero el sujeto estaba en una postura que demostraba confianza y autoridad. Era el jefe de ellos, seguramente algún miembro importante de la corte del Rey Evans.
Evalúe a mi padre por el rabillo del ojo. Estaba enojada con él, era su culpa que las cosas llegaran a este punto. Si nos hubiese hecho caso, no estaríamos en aprieto.
— Señor Cuper — Dijo el hombre con expresión de depredador.
— ¿ A qué debo está inesperada visita? — Preguntó mi padre con una voz débil.
Estaba temblando de miedo.
— No es inesperada para usted, eso es seguro — Dijo mientras entrelazaba sus manos.
— Eh... Lo... — Mi padre no supo que decir.
— Su silencio lo afirma.
El sujeto observó todo con desdén.
— No me equivoqué de lugar... El aspecto de estás tierras me dan a entender que usted está pasando por una mala racha.
Su ironía estaba de más, parecía el tipo de sujeto al que le gustaba alardear de su alto puesto.
— Lamentablemente sufrí una estafa y... Me robaron todo lo que tenía, mis ahorros y lo poco que quedó lo gaste en comida — Mi padre optó por la verdad.
El hombre frunció el ceño.
— Creí que optaría por una excusa más razonable... La deuda que usted tiene con la corona es de hace veinte años, se de buenas fuentes que usted está en banca rota desde hace un año... ¿ Qué le sucedió el resto de los años ? Olvidó que erigió estás tierras con dinero de la realeza.
— Yo no lo olvidé pero...
— ¿ Recibió la carta ? — Preguntó.
— Si... La recibí — Jadeó mi padre mientras tragaba con fuerza.
— Entonces sabe con qué se cobra una deuda antigua... Con su vida — El hombre lo dice en un tono tan calmado.
Me estremezco y mis hermanas empiezan a llorar.
Las piernas de mi padre temblaban, ese sujeto producía gran terror con solo hablar.
— Por favor... — Mi padre cayó al suelo llorando — Deme otra oportunidad.
— Lo siento — Interrumpió el hombre aburrido — No me haga perder el tiempo.
Ese sujeto estaba tomando mucho poder. ¿ Será que era el rey ? pero no llevaba corona, además, había escuchado que el rey tenía un aspecto grotesco y obviamente ese hombre era todo lo contrario.
Mi padre alzó su vista.
— Quisiera hablar con usted antes de que ejecute su sentencia, por favor pase a mi estudio — Dijo mi padre mientras observaba suplicante.
Observé a mis hermanas, ellas también estaban desconcertadas. Algo planeaba mi padre, se estaba humillando, ahora sí parecía preocupado.
El hombre se quedó sopesando por largo tiempo.
— Escucharé lo que tiene que decir pero solo demora lo inevitable.
Mi padre se relajó.
Entraron a la casa y las tres seguimos de inmediato.
El hombre le dió órdenes a los soldados de esperar afuera, sin preocuparse en la idea de que podía ser atacado adentro. La seguridad que proyectaba me dejaba en claro que sabía defenderse y que sería inútil y estúpido atacar.
Sus pasos firmes y calculados me hacen sentir insegura.
— Niñas, esperen aquí — Ordenó mi padre, luego observó a ese hombre y sonrió mientras ondeaba su mano — Pase adelante, majestad.
¿ Majestad? El sujeto observó el lugar despectivamente mientras se cruzaba de brazos pero empezó a caminar por la dirección que le había indicado mi padre.
Ambos se alejaron por el pasillo.
— No voy a quedarme aquí sin saber que planea mi padre — Dije a mis hermanas.
— ¿ Qué es lo que piensas hacer ? — Preguntó Sandra mientras resoplaba — Ese sujeto parece lo suficientemente peligroso, si te llegan a pillar espiando, ahí si nos asesinan.
— No me dejaré pillar... Voy a salir por la puerta trasera, me acercaré por la ventana del estudio — Dije mientras sacaba otra daga de mi bota y se la tendía.
La tomó dudosa y luego observó la otra que tenía en la mano, la hoja manchada de sangre.
— ¿ A quién... — No se atrevió a terminar la pregunta, Clara a su lado palidece.
— Asesiné a un solado del rey pero ese hombre no tomó medidas.
Sandra abrió sus ojos de par en par.
— ¡ Estás loca ! ¿ En qué te estás convirtiendo? Eres una criminal.
— Liliam no es una criminal — Dijo Clara con un tono de irritación.
No espere más y me apresuré. Dejando a mi hermana con duda y espanto, pero Clara seguramente le explicará lo sucedido. Salí por la parte trasera y caminé silenciosamente, gracias al pasto alto los soldados no me divisaron.
Llegué a la ventana y observé, los dos ya estaban el estudio.
Estaban de espalda. Mi padre le estaba mostrando un retrato de mi madre al hombre y hablaba de ella como si eso le interesara al sujeto, tenía una expresión de irritación.
Aproveché que la ventana estaba abierta y entré sigilosamente al estudio, mi corazón dió un vuelco cuando hicieron ademán de girarse, así que me agaché rápidamente y me arrastré debajo del escritorio.
Ni siquiera se percataron, controlé mi respiración y abracé mis rodillas.
Solo veía sus botas, las de mi padre desgastadas y las del hombre muy bien pulidas y brillantes.
— Sus rodeos me hacen pensar que usted no tiene nada en concreto de que hablar — Dijo el hombre con esa voz profunda y misteriosa.
— No piense eso, jamás me atrevería a hacerle perder el tiempo, lamentablemente no tengo vino para ofrecerle y hacer de este momento más ameno — Mi padre se movió nervioso.
Ese hombre tenía razón, mi padre estaba ganando tiempo para zafarse del destino que le esperaba.
— Pues lo está haciendo, no soy tonto... Se lo que pretende, no me convenció en vano de venir aquí para una última conversación inocente, usted tiene algo en mente.
— Es muy deductivo, sí, lo traje aquí para darle solución a mi deuda antigua.
El hombre empezó a moverse con aires de prepotencia por todo el estudio. Me alarmé cuando se acercó demasiado al escritorio y se apoyó en él. El peso hizo que la madera se quejara ¿ Cuánto pesa ? ¿ Una tonelada? Sus piernas quedaron a centímetros de mí, un paso hacia atrás y notaría mi presencia. Me llegó un olor a fragancia varonil.
— ¿ Está al tanto de quién soy realmente? — Pregunta mientras el sonido del tamborileo de sus dedos en el escritorio se escucha — Si las señales no son suficientes puedo hacerle entender que mi presencia aquí no es un juego Señor Cuper... Nadie puede engañarme.
Sus amenazas me dieron escalofríos y me percate de que ese hombre si era el Rey Evans, la idea me produjo más miedo.
— Si, por supuesto que lo sé, por eso me tomé el atrevimiento de hablar con usted en privado... No pretendo engañarlo...
— Sin rodeos — Interrumpió el Rey.
— Quiero proponerle un trato, Le dejaré escoger a una de mis hijas a cambio de que me deje quedarme... Pondré en orden la hacienda y volveré a hacerla productiva para el Reino de Adalania.
Esa niña es un diamante en bruto, pobre de la duquesa cuando ella aprenda a manejarse por si sola.