Cuatro Estaciones Para Nuestro Amor

El viaje le pareció muy corto, durante el camino hablaron de metas profesionales, de sus gustos, conversaron sobre las comidas favoritas y el tiempo paso muy rápido.

Al llegar al restaurante que Carlos eligió y en el que ya tenía reservación, Sara quedo maravillada, desde fuera todo se veía hermoso, quería conocerlo por dentro para saber si era igual de lindo, por lo que Carlos le tomo el brazo y la escoltó hasta la entrada, si bien su ropa no era de la mejor marca, ella la hacía lucir con su hermoso cuerpo y movimientos delicados, esto hacía que al pasar junto a las mesas, los caballeros voltearan a verla, ella se sintió incómoda; sin embargo, Carlos, la presumió orgulloso haciendo que se sintiera más confiada.

Al llegar a la mesa, le ofreció la silla, le retiró el abrigo y acomodo la servilleta en sus piernas, después se sentó de frente a ella para seguir admirando su belleza, ella sonreía sonrojada y de vez en cuando mordía con suavidad su labio inferior mientras esquivaba su mirada. Durante toda la cena Carlos tuvo que aguantar el incontrolable deseo de ser el quién mordiera el labio de Sara, trataba de relajar su mente conversando con ella, pero fue muy difícil ordenarle a su cuerpo que no reaccionara ante aquella sutil provocación que sin saberlo, Sara estaba desatando frente a él.

Hubo muchas risas, algunas nerviosas ante preguntas incómodas, y en un momento Carlos reaccionó por algo que le pareció cómico.

_ Otra vez señor Douglas? te acabo de contar los mejores chistes de mi repertorio, las anécdotas más vergonzosas de mi etapa de estudiante y hasta mis más íntimos secretos profesionales, y tú aún me llamas señor Douglas?

Esta pregunta le hizo pensar a Sara en que tan bueno sería llamarlo de otra manera, por lo que en un instante su rostro cambio a una expresión seria.

_ Señor Douglas, estoy buscando una oportunidad para trabajar en su empresa, soy una joven diferente a usted en muchos sentidos, si bien mi economía es carente comparada con la suya, le aseguro que mi educación no lo es, sé que debo hablarle con respeto y lo hago.

_ Prefiero tu amistad que tu respeto, Sara no te voy a mentir, tengo más años que tú, mi vida ha sido muy diferente a la tuya y seguramente lo que tú has vivido ha sido más difícil, sin embargo, yo también tengo mis problemas, mis ideas, mis métodos y mis metas. Una de ellas incluye estabilizar mi vida y estoy buscando a la persona correcta que me ayude a hacerlo. No te estoy proponiendo matrimonio ni mucho menos, pero si me gustaría que nos conociéramos mejor, quizá encontremos algo que nos deje saber si somos ese punto de equilibrio uno del otro. Los ojos de Sara se abrieron con asombro, sería posible que un hombre como aquel que tenía en frente le estuviera hablando en serio, que podía haber visto en ella si seguro conocía a mujeres con más cualidades, pasaron por si mente muchas ideas y pensamientos, pero algo fue seguro, le halago en extremo sentir que Carlos podía ver algo diferente en ella.