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Promesas De Amor

Promesas De Amor

Status: Terminada
Genre:CEO / Completas / Amor a primera vista / Malentendidos / Traiciones y engaños / Pareja destinada / Amor eterno
Popularitas:15.7k
Nilai: 4.6
nombre de autor: Pretty Savage 19

Arthur O'Connor, un joven acostumbrado al lujo y a que todo se rinda ante su fortuna, a un exclusivo barrio en un pequeño pueblo. Con su mirada arrogante y su mundo perfectamente estructurado, está seguro de que el cambio no será un desafío para alguien como él. Sin embargo, todo su esquema se tambalea al bajar del carro y encontrarse con Margareth, una joven humilde, de risa fácil y una alegría que parece contagiarlo todo. Margareth, junto a su abuela, reparte mermeladas y tartas caseras por el vecindario, convirtiéndose en el alma del barrio con su espíritu caritativo y juguetón.

Para Arthur, ella es un desafío tan irresistible como desconcertante. Está convencido de que su dinero y su encanto serán suficientes para ganarse su atención. Sin embargo, Margareth, con su corazón puro y libre, no es alguien que pueda comprarse.

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Capitulo 6

Arthur despertó temprano esa mañana, su mente ocupada por una sola cosa: Margareth. Había escuchado que su abuela estaba enferma, y aunque intentaba ocultarlo, una parte de él sentía una creciente necesidad de cuidarla. No podía soportar la idea de que ella tuviera que seguir arriesgándose entre las rocas filosas para conseguir los geranios blancos, aquellos que siempre le faltaban cerca de su casa.

Así que decidió tomar cartas en el asunto. Aquel mismo día, después de salir de su oficina, se dirigió al vivero local y compró varias plantas de geranios blancos, con la esperanza de que pudieran florecer bien en su jardín. Quería que ella ya no tuviera que enfrentarse a la dureza de las rocas solo para encontrar lo que buscaba. La imagen de Margareth loarriesgándose entre las piedras se había grabado en su mente, y algo dentro de él le decía que debía hacer algo al respecto.

Al llegar a su mansión, Arthur ordenó que le prepararan un pequeño rincón en su jardín. Los geranios blancos serían plantados con cuidado, como un pequeño acto de bondad, aunque él sabía que no sería suficiente para quitarle la carga a Margareth. Sin embargo, era un comienzo.

Esa tarde, después de recibir noticias sobre el delicado estado de salud de la abuela de Margareth, Arthur no perdió tiempo. Decidió que no solo debía darle los geranios, sino también algo más. Consciente de que ella probablemente no podría costear un tratamiento adecuado, organizó que un médico privado fuera enviado a su pequeña casa, con todos los costos cubiertos por él.

El médico, un hombre serio y algo distanciado, llegó en una elegante carreta. Arthur lo observó a la distancia, asegurándose de que todo estuviera en orden, y luego se acercó a la casa de Margareth.

La puerta se abrió lentamente, y allí estaba ella, con su mirada llena de sorpresa y, tal vez, un toque de desconfianza. Cuando vio al médico, entendió de inmediato que algo había cambiado.

—¿Qué significa todo esto, señor O'Connor? —preguntó , su voz temblando ligeramente. Ella estaba acostumbrada a la austeridad, a la vida sencilla. Nunca había esperado que alguien como él se preocupara tanto por ella.

Arthur se acercó y, con una sonrisa que trataba de ser tranquilizadora, le explicó:

—Sé que no tienes cómo pagar esto. Pero he traído un médico para tu abuela. Es lo mínimo que puedo hacer. Ella no debería sufrir más.

Ella lo miró, una mezcla de incredulidad y gratitud en su mirada. No entendía cómo alguien tan lejano a su mundo podía ser tan generoso, tan atento con ella. Su orgullo la hizo vacilar por un momento, pero al final, el gesto de Arthur la conmovió profundamente.

—No sé cómo agradecerle, señor O'Connor. Esto... esto es demasiado. No podría... No puedo pagarle por esto. No soy... No soy una persona de mucho, ya sabe.

Arthur la interrumpió suavemente, su tono más suave ahora.

—No tienes que pagarme. Esto no es por lo que podrías darme, sino porque me importa. Solo quiero que tu abuela esté bien.

Margareth bajó la mirada, tocando su pecho con una mano, como si intentara contener las emociones que la abrumaban. Se sentía incapaz de devolver tanto cuidado y atención, pero sus palabras fueron sinceras:

—Muchas gracias, de verdad. No sé qué haría sin su ayuda.

Arthur asintió, sin necesidad de decir nada más. Sabía que ella no aceptaría con facilidad los gestos de bondad, pero en su corazón sentía que había hecho lo correcto. Mientras veía al médico entrar a la pequeña casa de

Margareth, dejó atrás los geranios blancos en el jardín, una señal de que, aunque él no pudiera estar siempre allí, había algo más grande que lo guiaba: el deseo genuino de verla feliz y protegida.

Aunque no lo dijera en voz alta, Arthur sabía que este era solo el comienzo de algo más. Ya no era solo la necesidad de impresionar a Margareth lo que lo impulsaba, sino un deseo profundo de cuidarla, de protegerla y, tal vez, de ganarse su confianza. Sin prisa, pero con determinación, había comenzado a plantarse en su vida, como esos geranios en el jardín, sin esperar nada a cambio, solo esperando ver cómo florecían.

Narrado por Arthur

Desde la ventana de mi casa, observé cómo Margareth se acercaba al campo con su canasta. Era una imagen común: ella, siempre tan sencilla, siempre tan humilde. Pero hoy algo parecía distinto. Estaba vestida con un vestido blanco que resaltaba su figura delicada, casi como si el sol de la tarde la abrazara suavemente. Su cabello estaba atado con un lazo del mismo color que el que adornaba al conejo que sostenía en sus brazos, un pequeño lazo rosa. El contraste era tan perfecto que me hizo detenerme un momento.

La vi acariciar al conejo con ternura, sonriendo mientras ajustaba el lazo que llevaba el pequeño animal. No pude evitar sonreír, aunque en el fondo algo me incomodaba. Lo que sentí no era solo admiración, sino también un deseo irracional de protegerla, de que no estuviera allí, tan cerca de las rocas, tan cerca de un peligro que ni siquiera ella parecía notar.

Pero luego algo más llamó mi atención. Mike, el hijo del carpintero, se acercó a ella. Vi cómo ambos comenzaron a jugar. Él, con esa sonrisa burlona de siempre, y ella, tan natural, tan risueña, tan... feliz. El vínculo entre ellos era evidente. Jugaban como si no hubiera nada más en el mundo que esos momentos compartidos en la tranquilidad de la tarde.

No pude evitar sentir una punzada en el pecho. De alguna manera, los vi como una pareja de campo perfecta. Él, con sus ropas sencillas, su mirada tranquila y su actitud despreocupada, y ella, radiante en su vestido blanco, un lazo rosa alrededor de su cuello, como una flor que florecía en medio de la naturaleza. Se veían tan bien juntos, tan... adecuados. Era casi como si el universo hubiera hecho todo para que encajaran.

Pero ahí estaba yo, desde mi ventana, sintiendo una mezcla extraña de frustración y celos. ¿Por qué ella le prestaba más atención a Mike que a mí? ¿Qué tenía él que no tuviera yo? Me decía a mí mismo que ella se merecía algo mejor, algo más que el hijo del carpintero. No podía entender por qué la mirada de Sophia, siempre tan amable y distante conmigo, se llenaba de una calidez tan natural cuando miraba a Mike. Yo, que tenía todo lo que ella podría desear: una vida cómoda, una mansión, coches de lujo. Y aún así, ella lo elegía a él, el chico que no tenía más que su trabajo, su humildad y su risa despreocupada.

Me acerqué un paso más a la ventana, intentando ver sus rostros con más claridad, pero de repente algo me detuvo. No quería seguir observando. No debía, no podía permitirme eso. Me sentí como un tonto, viendo a la chica que me había cautivado desde que la conocí, tan cerca de un hombre que ni siquiera podría compararse conmigo. Me daba rabia, pero también me dolía. ¿Por qué ella no me veía de la misma manera?

Suspiré y me alejé de la ventana, sin poder dejar de pensar en lo que había visto.

Margareth, con su sonrisa para Mike, su mirada llena de afecto. Mientras yo, tan dispuesto a mostrarle todo lo que tenía, me sentía cada vez más alejado de ella. Y no entendía por qué. ¿Por qué ella no veía lo que yo le ofrecía? ¿Por qué no se daba cuenta de que merecía más que un hijo de carpintero?

Pero ahí estaba, en ese campo, jugando, sonriendo. Y yo, desde lejos, deseando ser el único al que mirara, el único al que le sonriera. Pero no, ella solo me trataba con amabilidad. Nunca con el interés que yo deseaba, nunca con la calidez que sentía por ella.

Tal vez, al final, estaba condenado a ser solo un espectador.

1
Rocio Olmedo
Normal
GiovannaXchelMayaCejudo
sin duda una historia excepcional...
GiovannaXchelMayaCejudo
esperemos que Trevor haga pecar a la monjita...
😋🤭
GiovannaXchelMayaCejudo
Trevor es determinado
GiovannaXchelMayaCejudo
que maravilla...
solo falta el Bb y será el complemento perfecto a su hermoso nuevo comienzo...
🌹❤️‍🩹
GiovannaXchelMayaCejudo
una descripción para nada indecente y sumamente fascinante...
GiovannaXchelMayaCejudo
OMG...
una sublime primera entrega...
❤️‍🔥🔥💋🥰
GiovannaXchelMayaCejudo
ay mi Dios la tensión sexual se siente hasta acá
GiovannaXchelMayaCejudo
qué onda con esos ardidos???
GiovannaXchelMayaCejudo
encontró un gran Hombre para cambiar sus vidas mutuamente para mejor
GiovannaXchelMayaCejudo
cuanto amor incondicional 🥹🥰
GiovannaXchelMayaCejudo
mi vida cuánto sufrimiento para este bello ángel 🥺
GiovannaXchelMayaCejudo
🙈🙊🙉🫂
GiovannaXchelMayaCejudo
maldito viejo cínico
GiovannaXchelMayaCejudo
ay al fin.... 🥹🥹🥹
GiovannaXchelMayaCejudo
OMG
🙈🙊🙉
GiovannaXchelMayaCejudo
que imprudentes y buitres
GiovannaXchelMayaCejudo
definitivamente Ella no estará segura en ningún lado porque ahora saben que está sola.
GiovannaXchelMayaCejudo
ay mi Dios las miradas dicen lo que las palabras callan
GiovannaXchelMayaCejudo
creo que Ella rechazó a Mike
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