Me Convertí En El Príncipe Heredero

Estaba comiendo unas galletas en el jardín y sobre mis piernas, tenía un libro de historia. Noah estaba a lado de mi, con una toalla en sus manos y sin moverse un centímetro.

— Noah, ya te dije que te sentaras, no me enojaré si actuas normal conmigo.

— P-Pero me enseñaron .. que hay que respetar a la familia real o estaríamos en problemas.

¿Problemas? Suena como si fuéramos una familia sádica que trata a los empleados como basura. Eso no pasará conmigo. Dejé el libro sobre la mesa, tomé una galleta del plato y le indiqué a Noah que se acercara. Una vez que lo hizo, me aseguré de ponerle la galleta en su boca y coloqué mi mano encima hasta que la comiera. Sin mucha objeción, lo hizo y yo reí.

— Deliciosa, ¿no es así?.

— ¡Su alteza!

— No sé que es lo que te enseñaron pero vas a trabajar para mi y tendrás que seguir mis ordenes. Si te digo que te relajes y comas conmigo, no estás haciendo nada malo. —Sonreí y le coloqué otra galleta en su mano.— Si te regañan, avisame, les diré que yo te lo ordené y no te harán nada.

— ¿No .. No me harán nada?.

— ¿Te golpean?.

La pregunta salió sola de mis labios y luego cuando él se quedó callado, lo comprendí mejor. Primero fue lo de la Nana de Richi, ahora que Noah es golpeado. Esto, definitivamente, es diferente a lo que hacen ver las novelas, hay maltrato y crueldad a nuestras espaldas y lo más desagradable es que nadie hace algo. Incluso si se lo quiero mencionar al Rey, ¿Que podría hacer? Solo soy un niño de ocho años, ni siquiera tomará en serio mis palabras o en el peor de los casos, tratará de normalizar la situación.

Miré de reojo a Noah, que parecía asustado, como si tuviera miedo de mencionarlo. Pero le entregué el plato de galletas y le sonreí, indicándole que podía comerlo todo. Noah, por otro lado, por fin había sonreído.

Los días pasaron y ahora mis clases ya no se sentían tan pesadas cuando hablaba con Noah, sabía muy bien que a vista de todos, era un mayordomo o un fiel sirviente pero para mi, era como un amigo. Incluso cuando tenía que practicar con la espada de madera, invitaba a Noah a mis clases. Sabía muy bien que no iba a convertirme en el futuro Rey, por lo que esperaba que las clases de pelea lo ayudaran a defenderse en un futuro.

Me encontraba tocando el piano mientras mi profesora indicaba los tiempos. No me convertí en un experto pero de ser alguien que jamás tocó el piano, en alguien que al menos toca por 10 minutos, estoy bastante orgulloso. Supongo que es la edad, ahora aprendo las cosas de manera más natural que cuando tenía 24 años. Cuando la profesora anunció que la clase había terminado, tomé la toalla que sostenía Noah y la pasé por mi mejilla, tenía algo de calor.

— Joven amo, encontré la información que me pidió. —Noah susurró, incluso miró hacia los lados.

— Bien, vayamos a mi habitación.

Me encontraba tomando un agradable baño en una tina y en un baño que era más grande que mi escuela. Y como siempre, reflejado con objetos de oro y jabones perfumados. Tomé los mechones de oro que caían por mi rostro y los coloqué hacia atrás. Noah, que estaba a un lado, sostenía un documento y lo leyó en voz baja.

— Al parecer, El Rey, que no solo tenía a su Reina, tuvo una aventura con una de sus criadas, por lo que su hermano, el principe Richard, nació de esa relación.

— Ahora entiendo por qué no trataban con respeto a Richi, como es un hijo ilegitimo, muchos sirvientes le dan la espalda.

Y no solo eso, ahora puedo comprender un poco mejor su deseo de querer el título de principe heredero. Solo porque su madre, no es la Reina, significa que deban darle la espalda, en este mundo, todos están mal de la cabeza. De cualquier manera, si puedo ayudarlo a encontrarse con su madre, en ciertas ocasiones, quizá puedo bajar un poco su rencor hacia mi.

— ¿Sabes donde se encuentra aquella criada? La madre de Richi.

— Está encerrada en la torre que está al Este, al parecer y después de que naciera Richi, la Reina la acusó de querer envenenarla, pero como no podían desterrarla por dar a luz a alguien con sangre real, la encerraron en aquella torre y quedó marcada como "loca".

El Rey no la defendió, ni siquiera le dio oportunidad de hablar o explicarse y como estaba sola, los demás le dieron la espalda. No puedo imaginar como debe sentirse. No haz sido un santo, Rey, también haz hecho estupideces.

— Noah, ve a hablar con mi hermano y dile que esta noche le tengo una sorpresa. Verá a su madre las veces que quiera.

Y que la voy a liberar.