He reencarnado en Carlisle, un hombre cuya historia tuvo un final absurdo, tenía una buena vida, una esposa leal, pero lo cambió cuando su antigua amor regreso pidiendo ayuda y al final, quedaron juntos, pese a que ella lo había traicionado antes. Pero yo, no pienso seguir esa historia, así que la cambiaré a mi favor...
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Capítulo 04.
Rania fue en busca de Carlisle, después de asegurarse de que su padre estuviera bien, piensa hablar con su esposo seriamente con respecto a lo que hizo, pues su padre es un hombre mayor y Carlisle no debió atacarlo. Al tocar la puerta de la habitación, quien abre es una doncella, la cual el sonríe con burla mientras se acomoda el delantal. Rania al ver esto, entra rápido, notando que Carlisle se levantaba de la cama mientras se ponía la camisa.
—¿q-que estaba haciendo esa sirvienta aquí?— pregunta nerviosa debido a su sospecha.
—¿tú que crees?, haciendo lo que tú no haces por tu esposo.— le sonríe con burla.
Los ojos de Rania se pone acuosos, mientras se lleva las manos al pecho, imaginando que su esposo ha hecho algo tan descarado con una sirvienta.
—¿como puedes traicionarme así?, juraste fidelidad ante los dioses...dijiste que me esperarías hasta que yo estuviera lista.— reclama.
—¡bah!, por como va nuestra vida de casados, esperar es lo que menos haré, miranos, tú duermes en una habitación lujosa y yo, debo soportar pasar las noches en este basurero.— señala el lugar.
—sabes que eso es solo hasta que mis padres nos permitan compartir habitación...solo teníamos que esperar su aprobación...— responde entre sollozos.
—si te pondrás a llorar, vete a tu lujosa habitación, es insoportable aguantar tus chillidos, mañana tengo que levantarme al amanecer.— expresa con fastidio.
Rania salió de la habitación entre sollozos, corrió a su habitación, donde no pudo evitar dejar salir su llanto, nunca imaginó que Carlisle la traicionaría de esa forma. Carlisle siempre fue paciente, amoroso, y juro amarla sin importar lo que tuvieran que soportar.
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Por supuesto, Carlisle solo reía en su habitación, pues no había hecho nada, la sirvienta solo entro para llevarle algo de sopa, pues esa chica, era la única que le tenía consideración al verdadero Carlisle, y justo cuando ya iba de salida, el chico aprovecho el momento para desabotonar su camisa y fingir que se la estaba poniendo. Aunque en realidad esa sirvienta no estaba tan mal, era linda, pero, por el momento no esta interesado, su prioridad ahora era liberarse del matrimonio, pero, quiere dejar que sea Rania quien lo rompa, así cuando lo busque de nuevo, él le echará eso en cara.
—seré el pobre ex dolido porque su esposa lo dejo por dinero...que tristeza.— finge limpiarse una lágrima.
Carlisle cerro los ojos, para poder dormir. Pero, tan pronto el sueño le gano, se veía el mismo corriendo por el bosque, pero, en lugar de manos tenía un par de garras oscuras, y su vista en la oscuridad era perfecto, levantó la mirada hacía el cielo, la luna era redonda con un brillo mágico. Él sigue corriendo, pero de repente, ve que alguien corre frente a él, era un hombro robusto, quien voltea repetidas veces y grita por ayuda. Carlisle reconoce ha ese hombre, era ese viejo que lo había ido a molestar en su habitación.
El viejo gritando por ayuda, pero Carlisle no se detiene, hasta que se abalanza sobre él, el hombre grita y da manotazos tratando de quitárselo de encima, pero le desgarra el cuello, la sangre brota a chorros y las garras, ahora llenas de aquel líquido carmesí, se hunden en el pecho del hombre, abriendo esa zona hasta ver el corazón dar sus últimos latidos. Toma entre sus corazón y lo devora con desesperación hasta detenerse al escuchar un sonido, un pequeño crujir de una rama y al voltear, ve una figura misteriosa entre los árboles y este extiende la mano hacía él.
[Ven a mí...eres mio...] resuena en su cabeza.
Carlisle abre los ojos repentinamente respirando agitado, mientras mira hacía todos lados, pero, esa voz parecía aún escucharla en su cabeza y por alguna razón, sentía un dulce aroma, uno embrigador, que lo llenaba de deseo. Pero, sus pensamientos son interrumpidos cuando tocan con desesperación a su puerta, al levantarse, nota que no lleva ropa, lo cual no recuerda habérsela quitado. Se envuelve en la sábana y se asoma en la puerta.
—sal ahora, ha ocurrido algo...ven al jardín que da al bosque.— le avisa la doncella de anoche.
Carlisle se viste rápidamente y va hacía donde la chica le dijo, al llegar, ve a todos reunidos en ese lugar, murmurando con preocupación. Carlisle se adentra entre la multitud y logra ver que había algo cubierto con una sábana blanca sobre el pasto. El conde no tarda en llegar, preguntando que pasa y el mayordomo parece informarle. El conde se acerca hacía donde esta la sábana y descubre lo que ocultaba, Carlisle se sorprende al ver que se trataba de aquel viejo, su rostro lleno de sangre, el conde lo cubre de nuevo y sigue hablando con el mayordomo.
—¿que fue lo que paso?— pregunta algo confundido a Sam quien también estaba entre la multitud.
—un animal salvaje ataco a ese viejo, quienes lo encontraron dijeron que le habían sacado el corazón.— responde Sam.
Carlisle no dice nada más, pero, retrocede, saliendo de entre la multitud, todo confundido, ¿que estaba pasando?, anoche tuvo un sueño viendo a ese hombre y amanece muerto sin corazón. Sintió un mareo y nuevamente fragmentos de ese sueño se repiten en su cabeza. Paul se acerca a Carlisle y le sostiene del brazo para que lo siga, lo lleva hasta una bodega donde entra y cierra la puerta.
—¿esta bien alteza?, creí que lo tenía controlado.— le murmura con preocupación.
Carlisle dirige su mirada hacía Paul con una expresión de confusión, ¿controlar que?, ¿que estaba pasando?, apenas esta asimilando que su sueño, posiblemente no fue un sueño y actuó sin estar consciente de todo e incluso vio a una persona extraña que lo llamaba.
—y-yo, creo que he estado muy cansado por todo...— responde.
—con todo respeto alteza, creo que es mejor volver al palacio de Heijden, no podemos arriesgarnos a que lo descubran.— Paul se veía preocupado.
—si, si...volveremos pronto...pero primero debo hacer que se rompa el matrimonio.— explica.
—¿quiere divorciarse de la señorita Cazzaro?— eso no lo esperaba.
—si, he decidido que ella no es apta para ser la duquesa. Ella y su familia no merecen formar parte del ducado Heijden.— asegura.
—debo decir que ha tomado una excelente decisión, alteza.— Paul hace una leve reverencia.
Ni él, ni Sam estaban de acuerdo en que su señor tuviera como duquesa a esa joven, era demasiado manipulable por sus padres y además, ella no hace nada para evitar que los condes menosprecien a su esposo, por el contrario, solo calla y actúa como si nada pasara.
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