Sipnosis
En la cosmopolita ciudad de Busan, tres vidas se entrelazan en un inesperado triángulo de emociones. Joon-Ho, un humilde maestro de matemáticas, lucha por equilibrar su pasión por la enseñanza con las limitaciones de su origen. Durante una conferencia, su vida da un vuelco al conocer a Han Soo-Yeon, una encantadora profesora de arte y dueña de una acogedora biblioteca. La conexión entre ellos es instantánea, aunque sus mundos parecen demasiado lejanos para unirse.
Mientras Joon-Ho intenta conquistar el corazón de Soo-Yeon, no se percata de los sentimientos de Mi-Ra, una de sus estudiantes, hija de una familia adinerada y atrapada en un amor no correspondido por su maestro. Desde hace meses, Mi-Ra guarda en secreto lo que siente, pero la creciente cercanía entre Joon-Ho y Soo-Yeon pone a prueba su paciencia y valentía.
Entre las lecciones de la vida y las barreras que impone la sociedad, "Oh, ¡Maestro! Quiéreme" explora los conflictos del amor prohibido, las
NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Atrapado en tu corazón.
Soo-Yeon lo mira divertida, ya habían dado varias rondas de soju y la música era bastante pegajosa.
—No dije eso. Solo que... no suelo hacerlo.
—Siempre hay una primera vez. —Soo-Yeon se levanta y extiende una mano hacia él.
Joon suspira, consciente de que no tiene escapatoria. Toma su mano y la sigue hasta la pista de baile. La música cambia a un ritmo más lento, lo que lo tranquiliza un poco. A pesar de su inicial torpeza, pronto se adapta al ritmo. Soo-Yeon lo guía con gracia, y Joon se sorprende de lo natural que se siente al bailar con ella. Hay algo en su presencia que lo pone en calma, aunque también lo desconcierta.
—No está mal para alguien que no suele bailar. —bromea Soo-Yeon.
—Gracias... creo. —responde Joon, y ambos ríen.
La química entre ellos se hace más evidente a medida que la noche avanza. Cuando finalmente regresan a la mesa, Min-Jae y Hye-Jin también parecen haberse conectado, tanto así que lo pillaron dándose un beso en la mejilla.
Pasaron otra hora disfrutando cada uno de su compañía, luego, Hye-Jin, entre risas, sugiere que es hora de irse.
—Vinimos en taxi, así que... —comienza a decir Soo-Yeon, pero Min-Jae la interrumpe.
—No se preocupen, yo las llevo. Mi auto está afuera.
—¿Estás seguro? No queremos molestar. —dice Soo-Yeon, aunque parece agradecida.
—Por supuesto. Además, así Joon-Ho puede seguir practicando sus habilidades sociales oxidadas. —bromea Min-Jae, ganándose una mirada de reproche de su amigo.
Cuando llegan al auto, Min-Jae toma el volante, mientras que Hye-Jin se sienta a su lado. Joon y Soo-Yeon ocupan los asientos traseros. Durante el trayecto, las conversaciones continúan, pero esta vez hay algo más íntimo en el ambiente. Joon y Soo-Yeon intercambian miradas y sonrisas discretas, mientras Min-Jae y Hye-Jin ríen y hablan como si se conocieran de toda la vida.
Primero dejaron a Hye-Jin en su casa y cuando llegan al apartamento de Soo-Yeon, Joon se baja para despedirse de ella.
—Gracias por la noche. Me alegra haber venido. —dice Joon, sintiendo que sus palabras no hacen justicia a lo que realmente quiere expresar.
—Yo también me alegro. Tal vez podamos repetirlo. —responde Soo-Yeon, antes de entrar al edificio con una sonrisa.
De regreso al auto, Min-Jae no pierde la oportunidad de molestar a su amigo.
—Hyung, eso fue adorable. Casi me dan ganas de llorar.
—Cállate, Min-Jae. —Joon responde, aunque no puede evitar sonreír. Por primera vez en mucho tiempo, siente que algo positivo podría estar por venir.
Mientras Min-Jae conduce de regreso, la noche aun vibrando con el eco de la música y las risas, Joon-Ho mira por la ventana. La imagen de Soo-Yeon sonriendo antes de entrar a su edificio permanece fresca en su mente, pero pronto es desplazada por una sensación familiar: un muro de autodefensa.
La atracción genuina que siente por ella lo asusta más de lo que le gusta admitir. Él, Kang Joon-Ho, el hombre que nunca se toma las relaciones en serio, está reflexionando más de lo habitual sobre una simple noche, con el eco de la música aún resonando en sus oídos, piensa en lo que le espera al día siguiente: la tutoría con Mi-Ra. Aunque la idea de trabajar en una mansión rica le resulta extraña, no puede evitar sentir un poco de alivio al saber que, al menos por esa noche, tuvo un respiro de sus problemas
—¿Qué tal esa conexión en la pista de baile, hyung? —bromea Min-Jae, rompiendo el silencio.
Joon-Ho lo mira con una sonrisa torcida, recuperando su fachada habitual.
—Nada fuera de lo normal. Soy naturalmente encantador.
—Claro, claro, el encantador profesor de matemáticas. —Min-Jae suelta una carcajada, pero luego adopta un tono más serio. —Oye, hablando en serio, Soo-Yeon parece diferente. No es como las mujeres con las que normalmente sales.
—¿Y eso qué tiene que ver? —Joon finge desinterés, aunque sabe exactamente a lo que se refiere su amigo.
Min-Jae lo mira de reojo mientras maniobra en una curva.
—Tú sabes a lo que me refiero. No juegues con ella, hyung. Ella no parece alguien que solo quiera pasar el rato. Se que aún eres virgen y las chicas te terminan antes de que suceda, pero esa maestra es muy sentimental y pasó por una situacion, según me contó Hye-Jin.
Joon suspira y cruza los brazos.
—No estoy jugando con nadie. Es solo que esperan demasiado de mi. Solo fue una conversación y un par de bailes. No significa nada. Pero gracias por el consejo.
Min-Jae sacude la cabeza con una sonrisa incrédula.
—Típico. Eres como un reloj, siempre regresando al mismo punto. ¿No te cansas de esto, estar buscando a alguien perfecta? Vamos a un antro y pagaré par de chicas solo para nosotros, hay algunas que son unas diosas en la cama. Te dejarán seco y dejaras de ser un virgen frustrado.
Joon lo ignora, pero las palabras de su amigo resuenan en su mente. Desde la universidad, su reputación como playboy ha sido bien conocida aunque nunca llegaba hasta el final con las mujeres, cambiaba de novia muy seguido. No buscaba relaciones casuales o una noches sin compromiso, pero una lista de mujeres no tan serias e interesadas que siempre le hacían creer estar dispuestas, pero varios días después sólo por unos besos o alguna caricia querían que les diera dinero que él no tiene y las llevara a citas, cosa que él no puede darse ese lujo. Pero detrás de esa fachada, Joon sabe que hay algo más: miedo a involucrarse demasiado, a ser vulnerable, a que conozcan su verdadera realidad miserable y de decadencia.
Cuando llegan al pequeño apartamento de Joon, Min-Jae estaciona y apaga el motor.
—Bueno, hyung, fue una buena noche. Pero piensa en lo que te dije, ¿sí? Y no olvides cuidar de tu familia. Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme.
—Gracias, Min-Jae. Nos vemos. — Joon se despide mientras su amigo se aleja.
Joon entra en su hogar, un espacio pequeño pero limpio. La pintura de las paredes está desgastada, y los muebles son funcionales más que elegantes. En la sala, su madre, duerme en un sofá con una manta cubriéndola. Su rostro luce cansado e incómodo . Cerca de él, en una mesa, hay una caja de comida vacía, medicamentos y un vaso a medias de agua.
En la habitación contigua, su hermano menor, Kang Min-Ho, estudia en silencio, iluminado por la tenue luz de una lámpara. Min-Ho siempre ha sido un chico reservado, más interesado en sus libros que en la vida social cosa que agradece porque no se mete en problemas.
Joon observa a su madre por un momento, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Se acerca en silencio, ajusta la manta y apaga la televisión que aún murmura en el fondo. Luego entra en la cocina y se sirve un vaso de agua.
Mientras bebe, su mente vuelve a Soo-Yeon. Algo en ella lo desconcierta. No es solo su apariencia o su gracia; es la manera en que lo hace sentir. Vulnerable, pero también curioso.
Pero justo cuando ese pensamiento comienza a asentarse, Joon lo empuja lejos. No tiene tiempo para complicarse la vida con emociones innecesarias. Su prioridad es su familia, y cualquier distracción podría ser un lujo que no puede permitirse.
Sin embargo, una parte de él no puede evitar preguntarse: ¿y si esta vez es diferente? ¿Podría finalmente ser feliz al lado de esa chica? ¿Lo aceptaría con sus precariedades y defectos? ¿No le exigiría tanto?
Al día siguiente
En la universidad, Joon-Ho retoma su papel habitual de profesor confiado. Su clase de matemáticas está llena, y las miradas de admiración no faltan, especialmente de las estudiantes que suspiran cada vez que explica un problema en el pizarrón. Para ellas, Joon es la combinación perfecta de intelecto y atractivo, y él, aunque nunca lo admite, sabe cómo manejar esa atención.
Joon-Ho tiene una apariencia magnética que, pese a su modestia, logra captar miradas y suspiros en silencio. Su cabello rubio, siempre peinado de manera sencilla, brilla bajo la luz, cayendo suavemente sobre su frente y enmarcando un rostro de rasgos definidos y armoniosos. Pero son sus ojos lo que más destaca: un azul profundo que recuerda al océano en calma, con una mirada tranquila y serena que parece capaz de descifrar los secretos más ocultos de quienes lo rodean.
De estatura promedio, su figura delgada pero bien proporcionada refleja disciplina, aunque sin ostentación. Sus camisas blancas o tonos tierra y sus pantalones de tela algo desgastados dejan en claro que no invierte en moda, pero su presencia tiene un encanto natural, como si no necesitara nada más para destacar.
Es su aura tranquila, combinada con una sonrisa que rara vez muestra pero que ilumina todo cuando lo hace, lo que lo convierte en el centro de atención silenciosa. Las estudiantes no solo ven a un maestro, ven a alguien cuya sencillez y calidez trascienden cualquier lujo. La modestia de Joon-Ho no opaca su atractivo; al contrario, lo envuelve en un misterio que resulta irresistible.
Durante el almuerzo, se encuentra con Min-Jae en la cafetería.
—¿Cómo está tu madre? —pregunta Min-Jae mientras se sirve café.
—Lo mismo de siempre. Estoy intentando ahorrar para cubrir sus medicamentos del próximo mes. —responde Joon, mientras revisa su teléfono.
Min-Jae lo observa con preocupación.
—Sabes que puedes pedirme ayuda, ¿verdad?
—Lo sé. Pero prefiero resolverlo por mi cuenta. Gracias, de todos modos.
Cambian de tema cuando ven a un grupo de colegas entrar. Entre ellos, Soo-Yeon.
—¿Que hace aquí?—pregunta Joon-Ho a su amigo.
—Seguro que viene por la semana deportiva, ambas universidades van a competir.
Min-Jae sonríe ampliamente y saluda, mientras Joon intenta mantener la compostura.
—¿Soo-Yeon, un café con nosotros? Que sorpresa verte por aquí—invita Min-Jae, haciendo que Joon lo mire de reojo.
—Claro, gracias. Estamos haciendo ajustes para la semana deportiva, de ciencias y de arte, entre universidades—responde ella, acercándose con una sonrisa amable.
— Deberé pasar por la dirección, seguro que estaré dentro de la categoría de matemáticas.
La conversación fluye entre los tres, y aunque Min-Jae se encarga de mantener el ambiente relajado, Joon no puede evitar sentirse algo tenso. Hay algo en la forma en que Soo-Yeon lo mira, como si intentara descifrarlo.
—¿Qué tal tu noche? —pregunta ella de repente, dirigiéndose directamente a Joon.
—Fue agradable. Gracias por hacerla interesante. —responde él, con una ligera sonrisa.
—Creo que fue un esfuerzo grupal. Min-Jae tiene una habilidad especial para hacer que todo sea más divertido. —bromea Soo-Yeon.
—Eso intento. —interviene Min-Jae, inclinándose en su silla con una sonrisa de suficiencia.
Mientras la conversación continúa, Joon se da cuenta de que, por más que intente resistirse, hay algo en Soo-Yeon que lo atrae. Y esta vez, la idea de simplemente ignorarlo no parece tan sencilla y más ahora que se verán más seguido.