Anya siempre había llevado una vida tranquila hasta que conoció a Alicia, la nueva estudiante del instituto de la manada. Lo que comenzó como una bienvenida amigable pronto se convirtió en un infierno cuando Alicia, con su talento para la manipulación, consiguió volver a todos los amigos de Anya en su contra. Incluso los atractivos trillizos Ethan, Damien y Gael caen en las mentiras de Alicia y se burlan de Anya públicamente. Después de un ataque verbal por parte de un grupo de chicas influenciadas por los rumores, Anya decide contarles a sus padres lo que está pasando y se muda con su tía en otra ciudad.
En su nuevo hogar, Anya conoce a Emma y Max, sus primeros amigos verdaderos en mucho tiempo, quienes la ayudan a recuperar su confianza. Dos años después, se ve obligada a regresar a su antigua ciudad y descubre que está destinada a estar con los trillizos por un vínculo de la luna en la comunidad de licántropos. A pesar del destino dictado, Anya todavía siente dolor y traición.
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Capitulo XIX
Un gruñido profundo resonó en el aire. Pude sentir cómo mis músculos se tensaban, instintivamente poniéndome en guardia frente a mis amigos. Era un sonido bajo, grave, que hacía vibrar el suelo bajo nuestras patas. Mi pelaje se erizó cuando levanté la vista y vi la silueta oscura que se aproximaba rápidamente entre los árboles.
Carajo...
Ese pelaje negro intenso como el carbón, más esos inconfundibles ojos color ámbar lo delataban.
Era Damien.
Lo reconocí al instante, incluso antes de que saltara a mi encuentro, sus colmillos brillando bajo la tenue luz del atardecer. Frené en seco, mis patas clavándose en la tierra mientras lo enfrentaba directamente. Sentía el peso de su furia en cada uno de sus movimientos. Sabía por qué estaba tan enojado.
- ¿Qué demonios crees que estás haciendo? — gruñó Damien, aunque para mis amigos que nos rodeaban, solo sonaba como un feroz intercambio de rugidos.
Me mantuve firme, no iba a dar marcha atrás.
- No es lo que piensas — respondí, mostrándole los dientes, aunque no había hostilidad en mi voz. No podía permitirme parecer débil frente a él, no cuando mis amigos estaban aquí, detrás de mí, viendo cómo las cosas se descontrolaban.
- ¡¿No es lo que pienso?! — Damien se lanzó hacia mí, frenando justo antes de llegar a mis patas delanteras, lo suficiente como para estar cara a cara, su mirada dura y acusadora —. ¡Les mostraste lo que eres! ¿Tienes idea del peligro que has causado? ¿O acaso ya no te importa nuestra seguridad?
Sentí cómo la ira se encendía dentro de mí.
¿Cómo podría no importarme? ¡Es el lugar en donde viven mis padres, claro que lo hago!
Pero claro, Damien solo podía verlo como una traición.
- Ellos no van a decir nada — respondí, ahora con un tono más agudo —. Son mis amigos. Confío en ellos.
Sus ojos brillaron con rabia.
- No tienes derecho a tomar esa decisión. — Damien dio un paso hacia mí, tan cerca que podía sentir su aliento caliente en mi pelaje. — Nos has expuesto a todos. Ahora ellos saben lo que eres. ¡Y eso es un problema!
Nos miramos fijamente durante unos largos segundos, nuestras posturas rígidas, ambos gruñendo bajo nuestras respiraciones. Sabía que, desde su perspectiva, estaba violando una de las reglas más fundamentales del clan, pero no podía permitir que esa ley absurda interfiriera entre lo que sabía que era correcto.
Damien dio un vistazo rápido a los chicos detrás de mí. Sus ojos se estrecharon con desdén al verlos.
- Mira cómo te observan — escupió —. Ya no pueden verte como antes. No eres más que una bestia para ellos ahora.
El comentario me dolió más de lo que esperaba. Mis amigos estaban en silencio detrás de mí, claramente aterrados por lo que estaba ocurriendo entre Damien y yo. Para ellos, solo éramos dos animales enormes gruñendo, pero para mí, era mucho más que eso. Era un conflicto de lealtades.
Intenté calmarme y, con movimientos lentos, di un paso atrás. Sabía que Damien no se marcharía sin decir lo último.
- No tienes idea de lo que has hecho, Anya. Esto no terminará bien para ti. — Su mirada se endureció aún más antes de girarse hacia el bosque —. Te estás poniendo en peligro, y también a nosotros. Si no corriges esto, lo haré yo mismo.
Con un último gruñido, Damien se alejó, desapareciendo entre los árboles en apenas unos segundos. Respiré hondo, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza en mi pecho.
El silencio que dejó tras de sí era casi asfixiante. Mis amigos seguían sin decir nada, mirándome con una mezcla de confusión y miedo. Sabía que tendría que darles más explicaciones, pero en ese momento solo quería correr detrás de Damien y convencerlo de que esto no era un error.
Max fue el primero en hablar, su voz temblorosa.
- ¿Qué demonios fue eso, Anya? ¿Estás bien?
Asentí lentamente, sin atreverme a mirarlos directamente. Todo había salido mal. Intenté darles una explicación más ligera de lo que realmente estaba ocurriendo, pero eso ya no sería suficiente. Las cosas se habían complicado demasiado.
Sin más, tomé mi mochila con el hocico y la llevé detrás de unos arbustos en donde me transformé de nuevo en humana, mis piernas temblando ligeramente al aterrizar sobre el suelo húmedo. Al salir, sentí las miradas de mis amigos clavadas en mí, llenas de preguntas.
- Lo siento. No quería que esto se saliera de control.
- Bueno, al menos no es la típica discusión de amigos. Nunca pensé que vería a Anya enfrentarse a un lobo gigante y vivir para contarlo — dijo Emma, en un intento por aligerar el ambiente.
Lucas no pudo contener una risa nerviosa, y Max seguía mirando en la dirección por donde Damien había desaparecido. Solo Alex parecía realmente preocupado.
- Anya, no estamos en peligro, ¿verdad? — preguntó, su voz suave.
Lo miré a los ojos, sintiendo una punzada de culpa.
- No, no lo están. Yo los protegeré.
Damien no dejaría que esto quedara así, y si él había visto lo que yo hice, significaba que otros también lo sabrían pronto. Era solo cuestión de tiempo, así que debía apresurarme.
- Pero ¿Qué demonios fue eso? — Lucas retomó el enfoque en lo sucedido, su voz cargada de incredulidad.
- Tranquilos, yo... necesito encargarme de algo — les dije, esquivando el tema. No podía permitirme más retrasos. Si Damien hablaba antes que yo, las consecuencias serían desastrosas.
- Pero, Anya... — empezó Sophie, pero le dediqué una mirada rápida, casi suplicante.
- Confíen en mí. Esto es algo que debo hacer. Nos veremos después. No tarden en regresar a casa, ¿de acuerdo?
No les di tiempo a responder antes de que saliera corriendo hacia la oficina del Alfa. Mi corazón latía con fuerza, y cada paso que daba sentía que el tiempo se me escapaba. Tenía que llegar antes que Damien. No había otra opción.
Cuando llegué al edificio, los guardias de la entrada me observaron con curiosidad, pero no me detuvieron. Sabían quién era, pero en ese momento, no me importaba. Todo lo que podía pensar era en lo que estaba por enfrentar.
Empujé las puertas del edificio donde está la oficina del Alfa sin dudarlo, el sonido resonando por el pasillo. Pero lo que no esperaba, lo que no había previsto, era ver a Damien allí tan rápido.
Justo al frente de la puerta, con la mano en la perilla, Damien me miró fijamente con esa misma furia contenida que había mostrado antes. Por un instante, ambos nos quedamos en silencio, observándonos, midiéndonos.
- ¿Vienes a confesar lo que hiciste? — preguntó con voz grave, sin apartar su mirada de mí.
Sabía que él ya estaba aquí por lo mismo. Estaba a punto de ir a hablar con el Alfa.
- No, Damien — respondí, plantándome frente a él —. Yo lo haré.
Damien bufó con desprecio, cruzado de brazos.
- ¿Tú? ¿Crees que simplemente puedes contarle todo al Alfa y que te perdonará? Esto no es un juego, Anya. Has puesto en riesgo a todos nosotros.
Su tono me puso a la defensiva al instante.
- Sé lo que hice — contesté, intentando mantener la calma. Sabía que había roto una regla fundamental al revelar mi secreto a mis amigos, pero no había tenido otra opción. Ellos tarde o temprano, se habrían dado cuenta.
- Entonces deberías saber que este error tiene consecuencias — continuó Damien, dando un paso hacia mí. Su presencia era intimidante, incluso sin estar transformado. Pude ver la tensión en su cuerpo, el peligro latente.
Lo que él no esperaba era que yo no retrocediera. Me mantuve firme, mirándolo directamente a los ojos.
- No me importa lo que pienses, Damien. Yo hablaré con Alfa Dereck — dije con determinación, y me dispuse a cruzarlo.
Pero antes de que pudiera pasar, él me detuvo, colocando una mano en mi brazo con firmeza.
- No creas que es tan fácil, Anya. Lo que has hecho no solo afecta a ti. Has puesto a toda la manada en riesgo, a tu familia... — su voz se volvió más baja, como un gruñido —. Has puesto en riesgo nuestra vida.
Mis ojos se entrecerraron, y sin poder evitarlo, respondí con la misma furia que sentía dentro.
- Lo sé. Y por eso estoy aquí. Porque sé lo que hice y estoy dispuesta a enfrentar las consecuencias.
Por un momento, pensé que Damien iba a empujarme o hacer algo más, pero en lugar de eso, me soltó el brazo con brusquedad y dio un paso atrás, su mirada aún dura.
- Más te vale que sepas lo que estás haciendo, porque si no... — dejó la amenaza colgando en el aire, antes de abrir la puerta y salir sin decir nada más.
Respiré hondo, tratando de calmarme. Sabía que no sería fácil enfrentar esto, pero al menos Damien no me había detenido. No por completo.
Tomé un momento antes de entrar a la oficina del Alfa Dereck. Podía sentir mi corazón en la garganta mientras me preparaba para lo que estaba por venir.
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^^^Continuará....^^^